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¿Qué pasará ahora en Myanmar? EE.UU. y China siguen atentamente una región clave
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¿Qué pasará ahora en Myanmar? EE.UU. y China siguen atentamente una región clave

Biden medita sanciones contra empresas relacionadas con el Ejército, China niega que apoye el pronunciamiento y crece el movimiento de insurrección en la sociedad birmana

Foto: Protesta contra el golpe militar en Rangún, Myanmar. (Reuters)
Protesta contra el golpe militar en Rangún, Myanmar. (Reuters)

El de Myanmar (Birmania) ha sido un golpe de Estado de los de antes. Frente a los pasos del liberalismo al autoritarismo paulatinos y silenciosos de los últimos años, el país del sudeste asiático ha vuelto a las imágenes clásicas de los cambios de gobierno por la fuerza: marchas militares, tanques en la calle, detención de los líderes políticos elegidos democráticamente.

Este retorno al pasado puede ser especialmente trágico en un país que tan solo había comenzado un frágil e imperfecto camino hacia la democracia hace menos de una década, tras casi medio siglo de dictadura militar. La imagen actual, con las Fuerzas Armadas en el poder y la líder política Aung San Suu Kyi bajo arresto domiciliario, es dolorosamente parecido a la de entonces. El jefe del Ejército y nuevo dirigente 'de facto' del país, el general Min Aung Hlaing, ha prometido la celebración de nuevas elecciones en el plazo de un año y la cesión de poder al ganador, pero hasta entonces podría maniobrar desde el Ejecutivo para asegurar la victoria de un partido afín a sus ideas en unos comicios con pocas garantías. Parte de la sociedad civil de Myanmar ha rechazado el golpe y se ha unido a un creciente movimiento de desobediencia civil en su contra.

Foto: Ciudadanos de origen birmano protestan contra el golpe de Estado en Bangkok, Tailandia. (EFE)

Las próximas semanas marcarán el destino del pronunciamiento; condenado en bloque por las potencias occidentales, pero calificado de "asunto interno" por los principales socios regionales del país, China y muchos de sus vecinos de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés).

La ofensiva occidental

Fuentes diplomáticas en Tailandia, desde donde España coordina sus acciones exteriores en la región, han expresado a este periódico cierto optimismo por conseguir "mover algo las cosas" durante los próximos días. "Los primeros momentos del golpe, antes de que se asiente, es cuando realmente se puede hacer algo, cuando ellos [la junta militar] se pueden sentir más inseguros", señala.

Desde Occidente, estas presiones no se han hecho esperar: el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha amenazado con sanciones a Myanmar y ha pedido a la comunidad internacional que hable "con una sola voz" para hacer que el Ejército birmano "ceda inmediatamente" el poder; mientras que el presidente del Consejo de la Unión Europea, Charles Michel, y el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, condenaron "enérgicamente" el pronunciamiento a través de sus redes sociales. Las sanciones podrían afectar a minas de rubí y jade, bancos, cerveceras o cadenas de hoteles controladas por los militares o empresas afines, entre otros.

"No he visto críticas contundentes que no vengan desde democracias occidentales"

La Organización de las Naciones Unidas también ha reprobado el pronunciamiento desde el primer momento y ha exigido la liberación de todos los políticos detenidos, incluida la líder birmana y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. "Vamos a hacer todo lo que podamos para movilizar a todos los actores clave y a la comunidad internacional para que pongan la suficiente presión sobre Birmania para asegurar que este golpe fracasa", dijo el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, en una entrevista en vídeo emitida en directo por 'The Washington Post'.

¿Puede significar esta presión internacional una reversión de los acontecimientos en Myanmar? El investigador principal del Real Instituto Elcano especializado en Asia-Pacífico Mario Esteban lo ve claro: "No. El golpe va a salir para adelante, los militares van a mantener el poder (...) No he visto críticas contundentes que no vengan desde democracias occidentales. A nivel interno, lo tienen muy atado. Los militares han dicho claramente que no quieren un gobierno civil que no pueda tutelar y van a reescribir las reglas del juego. Esto desde fuera no se va a poder cambiar", afirma a El Confidencial.

Tranquilidad en el vecindario

De forma similar a los golpes de Estado de antaño, los grandes bloques geopolíticos analizan de forma muy distinta lo ocurrido en un país tercero. El consejo de seguridad de la ONU no ha podido emitir un comunicado conjunto condenando el pronunciamiento por la oposición de Rusia y China, con poder de veto, que finalmente han acordado con el resto de potencias expresar su "preocupación" por la situación y reclamar la liberación de los líderes políticos detenidos.

"Claramente, el golpe militar beneficia a China. Para Estados Unidos será más difícil tratar con el gobierno militar que con el anterior [ejecutivo democrático]. Esto va a ser un obstáculo para Biden", reflexiona Mario Esteban, que destaca que el gigante asiático plantea el pronunciamiento "como un conflicto interno con dos partes que deben ponerse de acuerdo negociando, pero no distinguen, no hay ningún atisbo de condena a lo que ha pasado".

Foto: Simpatizantes del ejército de Myanmar celebran el golpe de este lunes. (Reuters)

Las declaraciones de Pekín más contundentes al respecto fueron del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China Wang Wenbin, que negó que China apoye o dé un consentimiento tácito a la actuación de las Fuerzas Armadas birmanas, pero centró su discurso en que todas las partes "resuelvan sus diferencias" y "defiendan la estabilidad política y social". Para los militares, mantener una relación comercial fluida con el gigante asiático es fundamental para mantener viva la economía birmana pese a las posibles restricciones occidentales y, tradicionalmente, China se ha mostrado indiferente al sistema político de sus socios comerciales.

No es el único socio clave de Myanmar que se mantiene 'neutro': la ASEAN, club de países equivalente —con sus diferencias— a la Unión Europea en el sudeste asiático, tiene una estricta política de 'no intervención' ante los conflictos internos de cada uno de sus miembros que tampoco se ha resquebrajado esta vez. "Es por la propia indiosincrasia de los países de la ASEAN, muchos de sus miembros no son democracias y sería difícil esperar una posición militante en cuestión de valores. Lo que nos tendría que sorprender sería lo contrario", explica Esteban.

"Estamos preocupados por que este tumulto político en Myanmar también ponga en peligro la paz y la estabilidad de la región"

Pese a ello, países democráticos de la ASEAN como Singapur, Indonesia y Malasia han expresado individualmente su "preocupación" por los últimos acontecimientos en su nación vecina, lo que desde el cuerpo diplomático español en la zona se interpreta con optimismo como un cambio respecto a la postura de 'no intervención' habitual. Este viernes, el presidente indonesio, Joko Widodo, y el primer ministro malayo, Muhyiddin Yassin, dieron un paso más en esa dirección al solicitar una reunión especial de los ministros de asuntos exteriores de la ASEAN para discutir la situación: "Estamos preocupados por que este tumulto político en Myanmar también ponga en peligro la paz y la estabilidad de la región", expresó Muhyiddin.

El sudeste asiático, ¿nuevo Oriente Medio?

Todos estos intereses políticos extranjeros en Myanmar se han multiplicado, según el análisis de Esteban, porque el sudeste asiático "ahora mismo es el principal tablero de la competencia geoestratégica", con el foco de tensión situado especialmente en el Mar de la China Meridional. El exministro de Asuntos Exteriores de España entre 2000 y 2002, Josep Piqué, coincide con ese análisis: "El sudeste asiático se está convirtiendo en el principal campo de batalla, cuyo resultado puede decantar las fuerzas en un lado u otro [en la competencia entre Estados Unidos y China]. El sudeste asiático ha superado a Oriente Medio como la principal zona de 'conflicto', digamos, en el mundo; máxime cuando EEUU está en repliegue tras el fiasco de las intervenciones en Irak y Afganistán", aseguró Piqué en un reciente debate 'online' organizado por Casa Asia, titulado "Equilibrios de poder en Asia–Pacífico. La política exterior de EE.UU. en la era Biden".

La analista de esta región para el medio de divulgación 'El Orden Mundial', Marta Nuevo Falguera, cree que ese cambio en el centro de gravedad global supone también una decadencia en la influencia occidental: "Por mucho que desde la era Obama se pivotase a Asia y se apartase tanto la atención de Oriente Medio; para ese momento, China ya estaba ahí. Tiene mucha influencia por la diáspora y a nivel histórico, por relaciones comerciales desde hace siglos", indica Nuevo a El Confidencial.

Desde su perspectiva, el futuro de Myanmar no quedará tan determinado por las tensiones geopolíticas externas en torno al país, sino por los propios movimientos internos. "Desde el mismo lunes, se han organizado bastantes movimientos en contra del golpe de Estado: protestas de médicos, de estudiantes... Cuando le das a una sociedad diez años en democracia —a su manera y muy frágil, pero democracia—, si ahora se la quitas cuando le has dejado probar lo otro, no va a haber tanta gente que se resigne. A corto plazo, creo que van a seguir habiendo protestas, hay bastante colaboración y movimiento en contra del golpe de Estado. Que eso vaya a dar resultado, ya no lo sé", plantea Nuevo.

placeholder Protesta contra la junta militar en Myanmar. (EFE)
Protesta contra la junta militar en Myanmar. (EFE)

Este movimiento de desobediencia civil prodemocrático celebró este sábado una manifestación con miles de personas en las calles de Rangún, antigua capital y ciudad más grande del país, para mostrar su rechazo a la junta militar. En oposición a otras concentraciones previas a favor del nuevo Ejecutivo, en las prodemocráticas se han generalizado los lazos rojos, símbolo del partido de Aung San Suu Kyi, y el gesto de los tres dedos —anular, corazón e índice— popularizado por la saga literaria y cinematográfica 'Los juegos del hambre', que ya se convirtió en el símbolo de las protestas de estudiantes de Tailandia.

En un intento de descabezar la organización 'online' del movimiento opositor, la junta militar ordenó este sábado el corte del acceso a Internet a escala nacional para impedir la divulgación de "noticias falsas" y garantizar "la estabilidad y el interés" de la nación, según explicaron las propias teleoperadoras forzadas por la orden del Ejército. Los golpistas contra Internet, Internet contra los golpistas. La imagen de la monitora de aerobic con tintes 'tiktokeros' frente a los carros de combate pudiera ser entonces sintomática: el pronunciamiento es de los de antes, pero la sociedad birmana quizás ya no.

El de Myanmar (Birmania) ha sido un golpe de Estado de los de antes. Frente a los pasos del liberalismo al autoritarismo paulatinos y silenciosos de los últimos años, el país del sudeste asiático ha vuelto a las imágenes clásicas de los cambios de gobierno por la fuerza: marchas militares, tanques en la calle, detención de los líderes políticos elegidos democráticamente.

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