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¿Myanmar o Birmania? La política tras el nombre del país al que la democracia no llega
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¿Myanmar o Birmania? La política tras el nombre del país al que la democracia no llega

Cada vez que hay una crisis (y son recurrentes) en este país del sudeste asiático surge la duda sobre qué término usar: lo cierto es que optar por uno u otro puede tener algunas connotaciones políticas

Foto: Birmanos en Japón protestan por el aresto de Aung San Suu Kyi (EFE)
Birmanos en Japón protestan por el aresto de Aung San Suu Kyi (EFE)

El foco mediático ha vuelto a dirigirse a Myanmar, donde el Ejército del país del sudeste asiático ha tomado el control y ordenado la detención de la líder del país, Aung San Suu Kyi, después de varios rumores en torno a un posible golpe de Estado. Todo empezó con la denuncia, por parte de los militares, de un posible caso de fraude electoral en las últimas elecciones, celebradas en noviembre, y en las que la Liga Nacional para la Democracia, el partido de la líder birmana, ganó por una aplastante mayoría. Tras la amenaza por parte del jefe del Ejército de abolir la Constitución si ésta no se cumplía, llegaron la detención de varios miembros del partido de Suu Kyi, después la suya propia y, finalmente, el golpe de Estado.

En esta y en otras muchas circunstancias en las que el país sudasiático se coloca en primer plano en la prensa internacional, surge el conflicto entre las aparentemente dos denominaciones que tiene el país. ¿El golpe de Estado, ahora, ha tenido lugar en Birmania o en Myanmar? Aunque es obvio que se hace referencia al mismo estado, cada nomenclatura tiene su sentido, y lo cierto es que, oficialmente, el país se denomina República de la Unión de Myanmar. ¿Entonces por qué muchos la llaman Birmania?

Para la Fundación del Español Urgente (Fundéu), un proyecto lingüístico patrocinado por la agencia EFE y asesorado por la Real Academia de la Lengua Española (RAE), es "deseable" utilizar la opción de Birmania, dado que es el nombre en español que recoge la 'Ortografía de la lengua española', en lugar de las opciones Myanmar o República de la Unión de Myanmar, denominaciones habituales "en el mundo de la diplomacia y las relaciones internacionales". Precisamente desde el Ministerio de Exteriores se refieren al país con su nombre oficial, matizando, para los despistados, que se trata de la "ex Birmania". No obstante, la elección de uno u otro término puede conllevar ciertas implicaciones políticas y sociales, por lo que no se debe atender únicamente a las recomendaciones de los expertos lingüistas.

No es un problema únicamente del castellano: en inglés, las opciones son Myanmar o Burma, y la polémica ha estado vigente desde el cambio de nomenclatura oficial del país, a finales de los años ochenta. Hillary Clinton, ex secretaria de Estado, utilizaba el término Burma para referirse al estado sudasiático, aunque con cierta moderación, evitando en casi todo momento utilizar Myanmar para hacer referencia al país. Lo cierto es que el origen de ambos términos, lingüísticamente, es el mismo, y una es una derivación de la otra: aparentemente Birmania (o Burma) es una 'corrupción' local de Myanmar. Aunque el origen del nombre del país no está del todo claro, todo parece apuntar a que deriva de 'Brahma', el dios creador del hinduismo.

placeholder La pagoda dorada de Shwedagon, en Rangún (EFE)
La pagoda dorada de Shwedagon, en Rangún (EFE)

Tal y como explica el profesor universitario Thomas Pepinsky, también miembro del programa de Política Exterior del centro de investigación Brooking Institution, en Washington (Estados Unidos), Birmania procede de 'Bama' y Myanmar de 'Myanma', aunque la primera (pronunciada buh-mah) sería una versión coloquial de la segunda (pronunciada muyh-mah), al ser ambas palabras que inician por consonantes con un sonido similar, ambas bilabiales sonoras. Así pues, 'Bama' es la raíz de Birmania, mientras que 'Myanma' lo es de Myanmar. Del primer término se deriva también el nombre del grupo étnico mayoritario del país, los bamar, que no solo es el más numeroso sino que también es quien, tradicionalmente, ha controlado el gobierno y las instituciones nacionales. Esta etnia se denomina a sí misma como 'birmana' ('burman', en inglés) e incluso después de su independencia de Reino Unido, el nombre por el que se conocía al país era Birmania (Burma, en inglés). No obstante, el estado está conformado por muchas, muchísimas más etnias: en Myanmar hay 135 etnias reconocidas internacionalmente (más las que no lo están).

En 1989 la Junta Militar cambió el nombre al país con el teórico fin de ser más inclusivo

Hasta los ochenta, el nombre del país era debatido, pero no fue hasta el 'Levantamiento 8888' cuando Rangún, la capital, se convirtió en escenario de las protestas estudiantiles contra el régimen de partido único. Los manifestantes exigían apertura política, allá por el año 1988, pero lo que consiguieron fue un golpe que acabó con un país gobernado por la Junta Militar. Un año después la Junta, que dirigía con mano férrea este multiétnico estado del sudeste asiático, cambió el nombre del país, Burma o Birmania, por el actual, la República de la Unión de Myanmar, con el objetivo, teóricamente, de que fuera un término más inclusivo para todos. Sin embargo, el Gobierno actual —recién depuesto por los militares— siempre ha rechazado ese cambio, no así Naciones Unidas (ONU) o la Unión Europea, quienes sí reconocieron Myanmar como nombre oficial del estado.

Cómo se ha 'despolitizado' el nombre de Myanmar

La llegada del Gobierno militar al país, y el consiguiente nombre de cambio, han sido polémicos desde el principio y, desde luego, han contado con la férrea oposición de las formaciones democráticas. También en muchas de las zonas en las que se encuentran algunas de todas las etnias que componen el puzzle multicultural birmano se vieron las consecuencias del cambio de término —que no solo afectó al país, sino también al nombre de la que fue capital del país hasta 2005, Rangún, antigua Yangón, y de áreas de diversas minorías, como Hsipaw, Hsenwi o Laihka, todas ellas en el estado de Shan (que comparte frontera con China, Laos y Tailandia, y donde reside la minoría étnica Shan, un grupo étnico descendiente del pueblo tai), que se 'birmanizaron' para denominarse Thibaw, Theinli o Laycha. En este caso concreto, los nombres de todas estas localizaciones tenían un significado en el idioma Shan, por lo que no fue especialmente bien aceptado este argumento de tratar de ser más inclusivos con las etnias que no fueran la birmana.

"Los grupos de oposición locales no aceptaron este cambio y han preferido seguir usando el nombre 'viejo' coloquial del país, al menos hasta que exista un Gobierno con legitimidad popular", señala el lingüista Richard Coates, de la Universidad de Inglaterra Occidental, a la cadena británica BBC. Por lo general, el cambio del nombre de país fue un intento de imponer la idea de que el lenguaje formal era el apropiado —recordemos que Birmania sería la versión coloquial de Myanmar, el término formal—, aunque esto hizo que la decisión fuera vista como un alejamiento aún mayor de la Junta Militar hacia la población. Hasta 2010 la decisión de optar por Birmania o Myanmar era, aparentemente, política: hasta esta fecha, mucha gente (incluso fuera del país) prefería usar el término Birmania como forma de protesta, para señalar la oposición al Gobierno dirigido por la Junta militar que ordenó el cambio del nombre del país... pero con la llegada de Aung San Suu Kyi, esto parece haber cambiado.

placeholder Manifestación a favor de la liberación de Aung San Suu Kyi en Japón (EFE)
Manifestación a favor de la liberación de Aung San Suu Kyi en Japón (EFE)

Suu Kyi, hija del general Aung San, héroe de la independencia birmana, tuvo que abandonar su país a los 15 años, y no regresó hasta 1988, en plena revuelta. Desde ese momento se convirtió en uno de los iconos del movimiento prodemocrático del país, y tres años después ganó el premio Nobel de la Paz por su lucha en favor de la democracia y los derechos humanos —aunque recientemente, en los años en los que ha podido participar del Gobierno civil, su activismo se ha visto manchado por su silencio ante el genocidio de una de las minorías étnicas del país, la rohingyá—. Ha sido uno de los principales dolores de la Junta Militar de las últimas décadas, pero su liberación en 2010 supuso un principio de cambio para el país: con la líder de la Liga Nacional para la Democracia en la calle y una convocatoria de elecciones parlamentarias (la última vez que las había celebrado había sido diez años atrás, cuando la Junta perdió estrepitosamente contra la formación de Suu Kyi, resultado que nunca llegó a acatar), parecía que la transición hacia la democracia por fin era real. Durante esta década de Gobierno civil, sin embargo, la polémica sobre la carga política del uso de Birmania o Myanmar se ha difuminado.

Con la democracia en camino en el país, aunque sin llegar a afianzarse, la oposición dejó claro que elegir Birmania o Myanmar ya no importaba. Estados Unidos ha venido usando de manera oficial el término de Birmania, aunque en tiempos de Barack Obama el Gobierno estadounidense llegó a suavizar supostura y en más de una ocasión se han venido usando los dos términos. Otros muchos han optado por mantener la nomenclatura que aprobó la Junta Militar, mientras que la Unión Europea tomó una decisión salomónica, utilizando ambos términos en todos los documentos oficiales, separados por una barra: Myanmar/Birmania. Lo cierto es que a estas alturas, oficialmente su nombre es Myanmar, y la carga política de elegir entre uno u otro ya no es tal.

El foco mediático ha vuelto a dirigirse a Myanmar, donde el Ejército del país del sudeste asiático ha tomado el control y ordenado la detención de la líder del país, Aung San Suu Kyi, después de varios rumores en torno a un posible golpe de Estado. Todo empezó con la denuncia, por parte de los militares, de un posible caso de fraude electoral en las últimas elecciones, celebradas en noviembre, y en las que la Liga Nacional para la Democracia, el partido de la líder birmana, ganó por una aplastante mayoría. Tras la amenaza por parte del jefe del Ejército de abolir la Constitución si ésta no se cumplía, llegaron la detención de varios miembros del partido de Suu Kyi, después la suya propia y, finalmente, el golpe de Estado.

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