El tráfico de enfermeras en la era covid: así capta Alemania con 'contratos mordaza'
La investigación 'Nurses for Sale', de Correctiv, destapa cómo agencias intermediarias alemanas llevan años absorbiendo personal sanitario de otros países como España
Ana Campos lleva desde 2012 trabajando como enfermera en Alemania de manera intermitente. Primero lo intentó a través de agencias intermediarias: una figura que prolifera en el país para poner en contacto clínicas y hospitales con trabajadores de otras partes del mundo que buscan un nuevo camino profesional. “Pensaba que el trabajo iba a ser como en España, pero hacía de auxiliar y trabajaba muchas más horas”, cuenta al teléfono esta enfermera de Granada.
La última vez que acudió a una de estas agencias fue el pasado mes de noviembre, tras volver de una temporada en España. Acabó en un pueblo perdido de Baviera, al sur del país. “Me prometieron un piso, pero cuando llegué era una habitación del hospital con una minicocina. Además, me tuve que comprar un coche porque si no no podía ir a ningún sitio, estaba aislado de todo. A los dos meses me fui, porque el trabajo no era como me habían dicho”, explica desde Tubinga (al sudoeste), donde vive ahora tras encontrar trabajo en un hospital público a través de la oficina de desempleo alemana. "Es mejor ir por tu cuenta, sobre todo si sabes el idioma, porque mi experiencia es que no cumplen y acabas haciendo lo que no quieren los alemanes".
Me prometieron un piso, pero cuando llegué era una habitación del hospital con una minicocina
La pandemia del coronavirus ha puesto una vez más en el punto de mira un problema ya antes perentorio: aunque se encuentra entre los países con más personal de enfermería por habitante, Alemania considera que no forma suficientes profesionales para cubrir la demanda, por lo que ‘pesca’ de otros países. En 2018, 1,7 millones de profesionales de enfermería trabajaban en los hospitales y clínicas alemanas. Pero esta cifra no es suficiente para el sistema alemán. La escasez no hace más que aumentar: según una proyección del Instituto Federal para la Formación Profesional, en el año 2035 se necesitarán 270.000 profesionales sanitarios en todo el país.
Antes de la pandemia, los hospitales ya buscaban desesperadamente el personal que no encuentran en Alemania. En algunas zonas, el sistema sanitario depende ya del personal extranjero. Por eso, las clínicas llegan a pagar hasta 15.000 euros a los intermediarios, que se lanzan a la caza de profesionales bien formados por todo el mundo. Pero la promesa de una nueva vida está vinculada a condiciones cuando menos cuestionables. Las enfermeras y enfermeros solo se dan cuenta cuando intentan cambiar de empleador. Es entonces cuando se les obliga a devolver los costes de su reclutamiento: su estancia en Alemania comienza así con una deuda que deben liquidar, según se concluye de la investigación 'Nurses for Sale' ('Enfermeras a la venta'), coordinada por la organización periodística alemana sin ánimo de lucro Correctiv y en la que medios de cinco países en Europa e Hispanoamérica, entre ellos El Confidencial, han investigado el reclutamiento de enfermeras extranjeras para hospitales y clínicas alemanas.
Contratos mordaza
España ha sido uno de los países de los que Alemania ha echado mano desde hace años para dotar su sistema sanitario, especialmente durante la crisis económica, cuando proliferaron las agencias que cazaban en el mercado español, algunas con contratos de dudosa legalidad, también conocidos como 'contratos mordaza'.
“Hasta la crisis económica, la patronal de cuidados alemana buscaba sobre todo en Asia. Pero entonces se dieron cuenta de que podían encontrar profesionales muy bien formados en Grecia, Italia o España que se iban a venir, porque estaban desesperados y además eran más fáciles de traer porque eran europeos”, explica Miguel Sanz, miembro del Grupo de Acción Sindical de Berlín, que asiste a trabajadores españoles en el país germano y les pone en contacto con sindicatos locales.
“Pero, cuando la gente llegaba aquí, había mucha movilidad por la gran carencia de profesionales. Así que para retenerlos, se inventan los contratos mordaza, que consisten en incluir una formación en alemán, que es necesaria además para la convalidación del título”, explica Sanz. En Alemania, no se puede trabajar como enfermero sin llegar a un B2 (o intermedio alto), por lo que hasta que no lo consiguen muchos cobran como auxiliares. “A cambio de esa formación y los trámites, te obligaban a estar una serie de años o a pagar una multa que podía ir de los 10.000 a los 14.000 euros si no lo cumplías”, añade.
Una de las agencias con las que más problemas tuvieron los enfermeros españoles fue GIP. Les prometían seis meses de alojamiento y manutención mientras conseguían el nivel de alemán y luego 18 meses de cuidados a domicilio por toda Alemania. Pero muchos se vieron en sus destinos, que cambiaban cada dos semanas, "limpiando casas, planchando o paseando el perro". Además, segun denunciaron, cobraban entre uno y cinco euros menos la hora que sus compañeros alemanes. Cuando quisieron marcharse, les pedían entre 3.000 y 6.000 euros.
Esta empresa ya no busca personal en España, y de hecho canceló su programa en 2014 tras las protestas. Las dificultades de la convalidación y los sueldos —que, aunque altos, no lo son tanto como en otros países europeos por lo que se retiene en Alemania— han hecho que los enfermeros españoles cambien sus preferencias para emigrar a otros países con mejores condiciones, como Portugal, Reino Unido o los países nórdicos.
Pero las clínicas alemanas siguen buscando personal, cada vez en sitios más lejanos, como Iberoamérica y, de nuevo, Asia. “En mi opinión, esto casi roza el tráfico de personas, cómo se aprovecha la necesidad ajena para hacer negocio con ello”, dice Isabell Halletz, portavoz del Colectivo Federal para el Personal de Enfermería Extranjero. También la emigración es considerable: solo en los últimos ocho años, casi 60.000 enfermeros y enfermeras han solicitado la homologación de su titulación, para poder trabajar en Alemania.
Uno de los actores más salvajes del mercado actual es una compañía fundada en 2018 por un empresario de origen serbio. Según las investigaciones llevadas a cabo por Correctiv, él mismo llegó a Alemania hace unos años como enfermero y trabajó en un hospital de Hamburgo, de acuerdo a su perfil en la plataforma Xing.
Después, el empresario serbio fundó la empresa en la misma ciudad en la que trabajó y una escuela de idiomas en Colombia donde formar a los enfermeros antes de cruzar el océano. En Instagram y en YouTube, el serbio, de 28 años, se presenta como un joven emprendedor con oficina en Jungfernstieg, una de las mejores zonas de Hamburgo. En sus vídeos, enfermeras y enfermeros colombianos se sientan en un bar del puerto de la ciudad alemana y cuentan lo bien que les va todo.
Casi 60.000 enfermeros y enfermeras han solicitado la homologación de su titulación en Alemania en ocho años
Johanna Salinas (nombre cambiado) no comparte ese entusiasmo. “Tú has fracasado, no el proyecto”, asegura que le dijo el emprendedor cuando le anunció que quería volver a Colombia, su país natal. Había trabajado durante un año y medio para pagarse una nueva vida en Alemania.
Antes de volar a Hamburgo a principios de este año, estudió el idioma en la escuela ligada a la agencia intermediaria en su país, abierta poco tiempo antes. Asegura que le dieron fotocopias de los libros de texto que, además, tuvo que pagar ella misma. Los profesores, según ella, no tenían titulación, extremo que confirma un excolaborador de la escuela de idiomas: “El dueño no quería pagar lo que un profesor titulado pedía. Solo un tercio”, explica a Correctiv. “Todo había que hacerlo deprisa”. De hecho, los estudiantes se comprometían por escrito a lograr en tan solo seis meses un nivel B2 de alemán, según la clasificación del Marco Europeo de Referencia de las Lenguas. Algo casi imposible (normalmente, se tarda un año por nivel en la mayoría de las academias con cursos estándar). El empresario asegura que, si bien no fue así al principio, ya cuenta con profesores titulados.
Acabado el curso, Salinas pidió un préstamo para el viaje, pero al llegar a Alemania se encontró con que nadie la asistía en los trámites y que su conocimiento del idioma, apenas un B1, no alcanzaba para trabajar. Ni siquiera para entender el contrato que le pusieron delante al llegar. “Me dieron una carpeta con documentación sobre el servicio, las operaciones, los turnos, y me dieron una vuelta por el departamento. Eso fue todo”, cuenta la enfermera colombiana. “Esperaban que me pusiera a trabajar dos horas después de haber llegado al puesto”.
Según el empresario serbio, solo dos enfermeros colombianos han quedado descontentos, entre ellos Salinas, por no tener la paciencia necesaria para arrancar en el país. Además, afirman que la compañía tuvo que asumir los costes derivados de la marcha de estos enfermeros de vuelta a Colombia y que sí les acompañó en todo momento.
Las engañifas en el aprendizaje de la lengua son, con todo, la parte más inofensiva de un negocio apenas regulado. El problema de la captación de personal de enfermería en el extranjero es que los costes de los cursos del idioma, el viaje a Alemania, los procesos de homologación y la comisión del intermediario alcanzan normalmente las cinco cifras por cada enfermero o enfermera. Los hospitales temen que la inversión no les compense, porque los empleados extranjeros puedan irse tras solo unos meses, y volverse a su país o cambiar de trabajo. Muchas clínicas y también muchas empresas de intermediación traspasan ese riesgo al personal de enfermería: se les obliga a firmar contratos abusivos por los que asumen esos costes en caso de no permanecer con su empleador inicial.
Contratar y formar a un enfermero en Alemania ronda los 15.000 euros
Correctiv ha tenido acceso a documentos que lo prueban. En muchos casos, la cifra ronda los 15.000 euros, que parece ser el coste aproximado actual de contratar a una enfermera fuera de Alemania. En al menos un caso, una clínica quiso cobrarle a una cuidadora de origen asiático que deseaba cambiar de empleo, además de los costes por las clases de alemán y los viajes, la parte proporcional del salario de una compañera que tuvo que dedicar parte de su jornada a enseñarle cómo funcionaba todo. “Horas de introducción práctica”, lo llamó el hospital.
Las solicitudes de homologación de titulaciones de países de fuera de la UE se han disparado en años recientes. En 2012, lo hicieron menos de 500 profesionales, en 2019 fueron alrededor de 12.000 y la demanda no hace más que subir. Con ella, florece también el negocio de la intermediación. Si tomamos un precio de 10.000 euros por persona, el mercado supondría unos 120 millones de euros al año, con una gran perspectiva de crecimiento en los próximos años. Incluso durante la pandemia, el negocio ha seguido adelante. La agencia del empresario serbio, por ejemplo, llevó a Alemania a una enfermera colombiana en junio, cuando apenas había viajes internacionales, mediante un vuelo humanitario.
Cursos en Bosnia
Se desconoce cuántas empresas se dedican a buscar personal de enfermería para los hospitales alemanes. “No podemos estimar cuántas compañías andan rondando por ahí”, dice Isabell Halletz, del Colectivo Federal para el Personal de Enfermería Extranjero. “Hay personas que emigran a título personal o que conocen a alguien en un país de fuera de la Unión Europea y que ejercen de intermediarios, y eso lo hace aún más opaco”, añade.
A comienzos de este año, un grupo de enfermeros mexicanos comenzó a trabajar en uno de los centros del complejo hospitalario en Baviera. Pero, en su camino hacia una nueva vida en Alemania, debieron dar un curioso rodeo, según las investigaciones llevadas a cabo por Correctiv: el curso de alemán que la empresa QI Consult, con sede en Dortmund, había concertado tuvo lugar en Bosnia Herzegovina.
Así que, en lugar de poder practicar directamente el vocabulario estudiado durante las clases en un supermercado alemán, los enfermeros acabaron aprendiendo algo de bosnio durante los seis meses que pasaron en Banja Luka. La ciudad balcánica intenta establecerse como un centro de formación para personal sanitario con destino Alemania.
Abogadas laboralistas consultadas por Correctiv consideran que los contratos que QI Consult firmó con los enfermeros de las Clínicas Nordoberpfalz son en parte ilegítimos. Las Clínicas Nordoberpfalz, propiedad de la ciudad de Weiden, así como de otros dos municipios, emplean a 3.000 personas. El complejo hospitalario cuenta con una escuela de enfermería, pero como en el caso de muchos otros centros, tampoco en este caso basta eso para cubrir las necesidades de personal. En este caso, les pedían 15.000 euros de indemnización si dejaban el puesto en menos de cinco años.
Expertos y jueces consideran las cláusulas de permanencia inválidas, por abusivas y poco transparentes
La abogada Ilka Schmitt, especialista en derecho laboral de un bufete berlinés, también considera esa cláusula inválida. La jurisprudencia actual del Tribunal Federal de Trabajo autorizaría en un caso como este un máximo de tres años. “Una cláusula de reembolso debe ser transparente y no debe perjudicar al empleado de manera impropia”.
También Christiane Brors, profesora de cerecho civil y laboral en la Universidad de Oldenburg, lo ve de manera parecida. Y va incluso más allá: “Eso es una forma moderna de esclavizar a través de la deuda. ¿Cómo va a devolver esa cantidad un empleado que quizá no gana mucho más que el salario mínimo?”.
Bajo ese mismo criterio, los tribunales alemanes fueron tumbando los contratos firmados por los españoles que llegaron durante la crisis. “Ya para 2016, hubo varios jueces que consideraron esos contratos fuera de la ley. No por la multa, sino porque estos contratos, si bien recogían con total claridad los motivos por los que se podía despedir, no recogían un elenco de circunstancias por las que podían rescindir los contratos. Había desigualdad de condiciones, porque ellos sí te podían echar”, apunta Miguel Sanz.
Un representante de QI Consult explica a Correctiv que la compañía solo usó esa cláusula al principio y en muy pocas ocasiones. Según la empresa, ese tipo de condiciones dependen también de los intereses del empleador y defienden que siempre acompañan a los trabajadores durante su llegada al país.
¿Solución estatal? ¿Un sello?
En 2010, Alemania firmó un código de conducta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por el que se compromete no solo a actuar contra las empresas de intermediación poco serias, sino también a asegurar a los profesionales extranjeros los mismos derechos que a los nacionales alemanes. Los firmantes del código se obligaban a no reclutar en países que no tengan personal sanitario suficiente para cubrir sus propias necesidades.
En la contratación internacional de profesionales, existe otro método que no implica ni empresas de intermediación ni contratos abusivos: la contratación a través del Estado. Desde 2013, la Agencia Federal de Empleo y la Sociedad para el Trabajo Conjunto Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán) reclutan personal sanitario para Alemania en varios países, entre ellos Vietnam, Filipinas, Túnez, Bosnia Herzegovina y Serbia. El proyecto se llama Triple Win ('triple ganancia', en inglés), porque, supuestamente, las tres partes implicadas ganan: el sistema de salud alemán, las enfermeras y enfermeros, que encuentran trabajo en Alemania, y los países de origen, que aligeran sus tasas de desempleo.
Sin embargo, el programa estatal no puede cubrir la demanda ni de lejos. Hasta noviembre de 2020, viajaron a Alemania alrededor de 2.600 enfermeros y enfermeras con Triple Win. No es ni siquiera el 10% de las personas que los últimos años han presentado una solicitud para la homologación de su titulación obtenida en el extranjero.
"Hemos oído muchas veces cómo las empresas nos dicen: 'Con Triple Win, una y no más", cuenta Isabell Halletz. “Eso se debe, sobre todo, a que parte de los candidatos no están correctamente preparados en relación al idioma y a que falla todavía el acompañamiento para la integración. Tampoco hay interlocutores una vez que el personal ya está en Alemania”.
Cada semana, me llaman unas 10 agencias, y son empresas donde trabajan una o dos personas
El propio sector de los cuidados y la salud reclama una regulación. “Cada semana, me llaman unas 10 agencias, y son empresas donde trabajan una o dos personas”, dice Andrea Schmidt-Rumposch, del Hospital Universitario de Essen. “Sería muy útil que existieran unas ciertas normas de calidad, tiene que haber otros estándares diferentes [a los actuales]”.
El Plan por los Cuidados puesto en marcha por el Ministerio Federal de Sanidad tiene como objetivo aliviar el problema de la falta de personal, y precisamente uno de los grupos de trabajo de este programa pretende crear un sello de calidad para las empresas de reclutamiento. Así, “se deben garantizar la calidad del servicio, la seriedad, la transparencia y la fiabilidad, tanto para los empleados como para los empleadores y las autoridades implicadas”, según reza uno de los documentos de trabajo de la iniciativa.
El Ministerio Federal de Sanidad respondió a preguntas de Correctiv que no tiene conocimiento de los métodos que se usan en el mercado gris de la intermediación de personal sanitario extranjero. Actualmente, el Centro Alemán de Competencias para el Personal Internacional en las Profesiones Sanitarias y de Cuidados, perteneciente al Estado alemán, está desarrollando una certificación para una contratación ética de profesionales de enfermería en el extranjero. Un sello de calidad, en todo caso, tendría que ser voluntario, según el Gobierno, de modo que quien decida no participar no pueda ser excluido de contratos con las administraciones públicas.
Ana Campos lleva desde 2012 trabajando como enfermera en Alemania de manera intermitente. Primero lo intentó a través de agencias intermediarias: una figura que prolifera en el país para poner en contacto clínicas y hospitales con trabajadores de otras partes del mundo que buscan un nuevo camino profesional. “Pensaba que el trabajo iba a ser como en España, pero hacía de auxiliar y trabajaba muchas más horas”, cuenta al teléfono esta enfermera de Granada.