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Agravio en la enfermería: contratos de 850 € por ser residentes en la lucha del Covid-19
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SITUACIÓN LABORAL CRÍTICA

Agravio en la enfermería: contratos de 850 € por ser residentes en la lucha del Covid-19

A pesar de ser enfermeras acreditadas y estar ejerciendo como el resto por la crisis del coronavirus, el hecho de estudiar una especialidad las deja atrapadas en un contrato de formación

Foto: Personal sanitario, a las puertas de la Fundación Jiménez Díaz, en la cita habitual de las 20:00. (EFE)
Personal sanitario, a las puertas de la Fundación Jiménez Díaz, en la cita habitual de las 20:00. (EFE)

Son enfermeras internas residentes (EIR) porque han decidido estudiar una especialidad, después de terminar la carrera y aprobar el examen correspondiente. A diferencia de los médicos, las enfermeras pueden ejercer en cuanto se licencian. Pero ahora las EIR se encuentran en una situación laboral dramática: su formación ha quedado paralizada por la salvaje crisis del Covid-19 y, ante la urgencia sanitaria, todos los residentes se han tenido que incorporar a los hospitales como enfermeros generalistas. Trabajan igual que el resto del personal de enfermería más allá de la especialidad para la que se estaban preparando, pero mantienen el contrato de residentes.

Dicho de otra manera: a pesar de ser enfermeras acreditadas y estar ejerciendo como el resto, por el hecho de estudiar una especialidad les mantienen el contrato de residentes que, en términos netos, suponen unos 850 euros al mes. La mitad de lo que cobra un enfermero generalista.

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Alfredo Carnicero, profesor de la academia preparatoria PostEIR, lo tiene claro: “No puede ser que la penalización venga por estar formándose más. Son enfermeras que han decidido acceder a una especialidad durante dos años y con un sueldo del 50%. Pero en el momento en el que se suspende ese contrato de formación y tienen que trabajar como enfermeras generalistas por culpa del coronavirus, no tiene sentido mantener las condiciones de residentes”, explica.

placeholder El personal sanitario aplaude en Ifema tras la primera alta. (EFE/Comunidad de Madrid)
El personal sanitario aplaude en Ifema tras la primera alta. (EFE/Comunidad de Madrid)

De hecho, muchas de las residentes ya trabajaban antes como enfermeras hasta que decidieron dar el paso de hacer el EIR. Sus condiciones son peores que hace unos años, a pesar de acumular años de experiencia. “Es el mundo al revés. Yo estuve trabajando dos años como enfermera y ahora estoy en mi segundo año de residencia de matrona cobrando menos y dedicando mis últimos meses de formación a pacientes Covid-19 en vez de hacer guardias en paritorios”, explica una residente de un hospital de Castilla-La Mancha.

En Madrid, el escenario de las EIR es todavía más crítico por la situación general en que se encuentra la comunidad. Algunas de las especialidades, como la de pediatría, han desaparecido en los principales hospitales de la capital. Es el caso del 12 de Octubre o el Ramón y Cajal. Las plantas ahora se dedican por completo al coronavirus y las enfermeras, a las que ya les han suspendido su formación, atienden a adultos positivos por Covid-19. “No tiene sentido que en este punto sigamos con un contrato de formación. Deben suspenderlo y hacernos uno de enfermería generalista, porque ya lo somos desde que nos titulamos y algunas hemos ejercido durante años”, explican enfermeras de estos hospitales.

El desajuste, en realidad, se produjo a raíz del real decreto del 15 de marzo aprobado por el Gobierno sobre medidas en materia de recursos humanos y medios para la gestión de la crisis sanitaria, que el Congreso convalidó este miércoles con amplia mayoría parlamentaria. El decreto establece la prórroga de la contratación de residentes en muchas especialidades como geriatría, medicina familiar, medicina intensiva e interna, neumología o pediatría. Y afecta tanto a los médicos como a los enfermeros.

Foto: Dos personas mayores con mascarilla caminan junto a la entrada de un hospital. (EFE)

Una comparación que ha hecho polvo a los segundos: los médicos sin el MIR no pueden ejercer y, por eso, insisten, tiene sentido la prórroga de sus contratos como residentes. Pero las enfermeras son un caso bien distinto. Sí pueden ejercer sin el EIR (la especialidad es algo complementario), de ahí, que muchas ahora están atrapadas en un contrato precario que no se corresponde con el trabajo que hacen.

Por ahora, solo Cataluña y Galicia han decidido rectificar esta situación. El servicio de salud catalán ha enviado una circular informativa en la que confirma que los residentes que se vean en esta situación recibirán un complemento retributivo hasta alcanzar el sueldo de enfermería generalista. En cuanto a la Xunta, su presidente anunció que todos los MIR y EIR de último año se incorporarán al Sergas (servicio de salud gallego) como personal adjunto y no los mantendrá con contrato de formación para que luchen contra la pandemia.

Las dos especialidades de enfermería que el Gobierno excluyó de la prórroga de contratos de formación (por entender que tienen una incidencia menor) —matronas y salud mental— se titularán a finales de año. Pero tampoco es un final feliz para ellas. En hospitales de Castilla-La Mancha como el de Cuenca, igual que otros en la Comunidad de Madrid, se requirió a las residentes en la especialidad de matrona acudir a las plantas donde había mayor necesidad. Infecciosas, medicina interna… Era una orden, les dijeron, en función de lo aprobado en el real decreto que había que cumplir. Aunque en el mes de mayo, a diferencia de sus colegas de otras especialidades, se titularán como matronas, estos dos meses de formación no se los van a devolver.

“Nos quedan nueve o 10 semanas en las que esperábamos seguir haciendo guardias y partos nosotras solas. Es el momento de apurar, de seguir cogiendo soltura. En mayo titularemos, pero vamos a salir completamente inseguras, sin haber visto un parto los últimos dos meses. Esa formación nadie nos la devuelve ya, aunque tengamos el título”, explican algunas residentes de último año a este diario, lamentando que ni siquiera hayan sido trasladas a cubrir huecos en plantas de maternidad.

Son enfermeras internas residentes (EIR) porque han decidido estudiar una especialidad, después de terminar la carrera y aprobar el examen correspondiente. A diferencia de los médicos, las enfermeras pueden ejercer en cuanto se licencian. Pero ahora las EIR se encuentran en una situación laboral dramática: su formación ha quedado paralizada por la salvaje crisis del Covid-19 y, ante la urgencia sanitaria, todos los residentes se han tenido que incorporar a los hospitales como enfermeros generalistas. Trabajan igual que el resto del personal de enfermería más allá de la especialidad para la que se estaban preparando, pero mantienen el contrato de residentes.

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