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La transición de poder más difícil de EEUU: Trump se atrinchera en la Casa Blanca
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La transición de poder más difícil de EEUU: Trump se atrinchera en la Casa Blanca

El primer presidente de la historia que se niega a dejar el puesto, una masa millonaria de votantes que se creen sus alegaciones de fraude electoral, urgencia económica y la pandemia

Foto: Partidarios de Trump en una protesta en Michigan. (Reuters)
Partidarios de Trump en una protesta en Michigan. (Reuters)
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Estados Unidos pasa ahora mismo por una fase de cambio, de transición de poder, con muchos factores en juego girando de forma vertiginosa. El primer presidente de la historia que se niega a dejar el puesto, una masa millonaria de votantes que se creen sus alegaciones espúreas de fraude electoral, una situación de urgencia económica y una pandemia que, por tercera vez, vuelve a coger fuerza y ya ha batido tanto el récord de hospitalizaciones como de nuevos casos diarios.

En el medio del torbellino, un señor a punto de cumplir 78 años se prepara para ser el presidente número 46 de Estados Unidos. Aunque de momento la Casa Blanca no lo ha reconocido como tal, ni comparte con él los informes de inteligencia, como le correspondería en circunstancias normales, ni le ha dado el dinero para sufragar el coste que requiere preparar un gabinete, por ejemplo los vuelos y las entrevistas y la investigación de los candidatos, Joe Biden organiza poco a poco su equipo.

Foto: Foto: Reuters

El veterano demócrata, que pasó 36 años en el Senado y ocho como vicepresidente, se ha comportado este último año casi como un líder en la sombra. Biden ha estado en contacto con alcaldes, congresistas y gobernadores. No ha dejado de engrasar sus relaciones con ellos, de manera que puedan aportar al objetivo declarado del presidente electo: reconstruir puentes y unir un país fragmentado.

Mientras, trata de dar una imagen enérgica. La noche de su discurso de la victoria apareció corriendo en el escenario, y ahora se deja ver montando en bicicleta por las afueras de su ciudad, Wilmington. El demócrata está formando un equipo económico de asesores más izquierdistas que él. Si las mayorías del Congreso, como parece probable, siguen repartidas entre demócratas y republicanos, Biden tendrá que rebajar sus planes de estímulo económico. Pero siempre puede gobernar con decretos y recurrir a fondos de emergencia para sufragar sus medidas de alivio.

Foto: El edificio del capitolio en Washington D.C. (EFE)

El primer objetivo, sin embargo, va a ser limitar la propagación del coronavirus, que desde hace días crece en la práctica totalidad de los 50 estados del país. En Iowa, por ejemplo, los nuevos contagios han subido un 144% en las últimas dos semanas. A nivel nacional, solo el pasado viernes se registró el récord de 184.000 contagios, 30.000 más que el día anterior. Las hospitalizaciones de covid-19 también están en máximos, se acercan a las 70.000, y ya hay más de 1.000 muertes diarias.

Equipo de lucha contra el virus

La primera porción del gabinete de Biden en ser revelada ha sido el equipo de lucha contra el virus, un gesto claro de cuál va a ser su principal prioridad. “Estamos entrando en un periodo que llamo el infierno del covid”, dijo a Yahoo News el doctor Michael Osterholm, uno de los miembros de este grupo. Osterholm recordó que ahora mismo está habiendo casi ocho veces más casos diarios de covid-19 que a principios del mes de septiembre.

Las noticias del éxito de los ensayos clínicos de Pfizer han inspirado también algunos comentarios optimistas. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y una de las voces más autorizadas en medio de la pandemia, dijo que pronto se tocará fondo. “La caballería está en camino”, declaró el epidemiólogo la semana pasada, en referencia a los avances en la búsqueda de una vacuna. Este domingo calculó que Estados Unidos volvería a una “relativa normalidad” entre los meses de abril y julio del año que viene. Fauci también cree necesario ponerse a trabajar ya con la gente de Joe Biden.

Foto: La sede de la empresa BioNTech en Mainz, Alemania. (EFE)

Pero la púrpura sigue tendida sobre los hombros de Donald Trump. Él es el emperador, y suyas las decisiones inmediatas contra la tercera ola de la pandemia. Según ABC News, el republicano lleva meses sin asistir a una reunión del equipo especial sobre el virus. El pasado viernes, sin embargo, compareció para dar las últimas informaciones sobre los esfuerzos de su administración para, mediante la coordinación y el apoyo de varias farmacéuticas, crear la vacuna. Esta puede comenzar a distribuirse el próximo mes de abril, según dijo Trump.

El presidente saliente ha parecido, por primera vez (aunque luego se retractó en una larga serie de tuits), reconocer en Twitter la victoria de Joe Biden, aunque debido a un supuesto fraude. Un fraude que ni sus abogados ni nadie ha podido probar, pero que él sigue alegando. La mayoría de congresistas y líderes republicanos continúan sin felicitar al demócrata por su victoria. Trump aún tiene la lealtad de las bases, y a un gesto suyo varias carreras pueden ser destruidas.

El magnate neoyorquino ha despedido a varios dirigentes del Pentágono, incluido el secretario de Defensa, Mark Esper, y ha colocado a firmes aliados suyos en su lugar. Una serie de cambios poco comunes en un Gobierno saliente, y que se han interpretado de varias maneras: como un intento de agilizar y sacar ya a las tropas de Afganistán, como una 'vendetta' de Trump con el Pentágono, o, en las vertientes más conspirativas, como una manera de buscar su permanencia en el poder.

El militar de más alto rango del país, Mark Milley, presidente de la Junta de jefes del Estado Mayor, recordó a los militares que su juramento no es “con un rey o una reina”, ni “con un tirano”, sino “con la Constitución”. Era la primera vez que Milley hablaba públicamente desde que su comandante en jefe perdió las elecciones y se negó a reconocerlo.

Un 70% de los votantes republicanos cree que la victoria de Biden es ilegítima

El atrincheramiento de Trump cuenta con simpatía en las calles. Según una encuesta de Politico y Morning Consult, un 70% de los votantes republicanos cree que la victoria de Biden es ilegítima. Un sentimiento que se manifestó este sábado en las calles de Washington DC. La marcha a favor de Trump y de sus alegaciones espúreas acabó con alguna violencia. Los radicales de derechas y de izquierdas, notablemente los Proud Boys y Antifa, se enzarzaron a golpes en las calles. La turba arrojó fuegos artificiales a gente que estaba cenando e intimidó, con golpes y lanzamientos de objetos, a quienes habían participado en la marcha pro-Trump de manera pacífica. Los altercados acabaron con una víctima de apuñalamiento y 20 detenidos.

El desafío de la nueva administración pasa justamente por aquí, por la dificultad de regenerar los consensos en un paisaje político dañado. El presidente electo, Joe Biden, promete, por ejemplo, conseguir que los 50 estados obliguen al uso de mascarilla para contener los contagios. Pero al menos 16 gobernadores republicanos han dicho que, en sus estados, de eso nada.

“La gobernadora Noem ha provisto a su gente con todo el ámbito de la ciencia, los hechos y los datos respecto al virus, y luego ha confiado su ejercicio a su responsabilidad personal”, declaró Ian Fury, portavoz de la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, a Politico. “No cambiará esta perspectiva”.

Estados Unidos pasa ahora mismo por una fase de cambio, de transición de poder, con muchos factores en juego girando de forma vertiginosa. El primer presidente de la historia que se niega a dejar el puesto, una masa millonaria de votantes que se creen sus alegaciones espúreas de fraude electoral, una situación de urgencia económica y una pandemia que, por tercera vez, vuelve a coger fuerza y ya ha batido tanto el récord de hospitalizaciones como de nuevos casos diarios.

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