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Elecciones en Tailandia: el falso regreso a la democracia para legitimar a la junta militar
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52 millones de tailandeses llamados a las urnas

Elecciones en Tailandia: el falso regreso a la democracia para legitimar a la junta militar

Pese a todas las técnicas discutibles utilizadas por el ejército para promover a su candidato, la oposición podría obtener la victoria, pero eso no significa un relevo en el poder

Foto: Partidarios del partido Palang Pracharath enarbolan una figura del primer ministro Prayut Chan-o-cha durante el mitin de cierre de campaña en Bangkok, el 22 de marzo de 2019. (Reuters)
Partidarios del partido Palang Pracharath enarbolan una figura del primer ministro Prayut Chan-o-cha durante el mitin de cierre de campaña en Bangkok, el 22 de marzo de 2019. (Reuters)

Han sido promovidas por la junta militar como el esperado regreso de la democracia al país. Pero las elecciones celebradas hoy en Tailandia, largamente dilatadas desde el golpe de estado de 2014, han estado lejos de ser libres y justas. Pese a las constantes promesas, el ejército ha tardado cinco años en convocarlas, por buenas razones: en el constante clima de agitación y descontento, la posibilidad de perder el poder es real. Por este motivo, han hecho todo lo posible para neutralizar a sus rivales.

En esta media década, el llamado Consejo Nacional para la Paz y el Orden (CNPO) instituido por los militares ha venido realizando una serie de cambios en el sistema político con el objetivo de asegurarse toda la ventaja posible en estos comicios, los primeros en 8 años. Entre otras cosas, una nueva constitución, introducida en 2017, otorga al ejército la potestad de elegir a casi todos los 250 miembros del Senado. Del mismo modo, las autoridades han prohibido publicar, reproducir e incluso darle al ‘Me gusta’ en comentarios “difamatorios” (léase “críticos”) en las redes sociales, y están utilizando la durísima legislación del país para perseguir a algunos líderes de los partidos de la oposición.

Los comicios se celebran además en medio de un creciente clima de terror, que ha incluido arrestos, torturas e incluso el secuestro y la desaparición forzosa de destacados disidentes en el extranjero. El delito de lesa majestad, de hecho, ha sido una de las herramientas utilizadas por las autoridades para perseguir a los opositores, y el número de casos se ha disparado desde la coronación del nuevo rey Vajiralongkorn, que ostenta el título de Rama X. Según el profesor exiliado Pavin Chachavalpongpun, existe incluso un crematoro dentro del propio Palacio Real en el que se hacen desaparecer los cadáveres de los detenidos que mueren bajo tortura, según denunció el pasado junio en un artículo en el diario Washington Post. “Supe del crematorio a través de un antiguo prisionero en el complejo”, dice Chachavalpongpun. “Aunque actualmente vivo en el exilio en Japón, sigo en contacto con muchas fuentes de la sociedad tailandesa que a menudo están dispuestas a compartir información con un miembro de la oposición”, asegura.

El propio Rey Vajiralongkorn lanzó un discurso televisado este sábado, en el que expresó su esperanza de que “buenas personas” dirijan el país, lo que puede interpretarse como un espaldarazo a los partidos tradicionales. La alianza entre la Casa Real, la aristocracia y los militares ha sido una constante en las últimas décadas de la vida política de Tailandia, y la acusación de ir contra la corona –en un país profundamente monárquico- ha sido una constante a la que los partidos de oposición han tenido que hacer frente, y que ha servido para justificar varias asonadas. En un intento de contrarrestar esta tendencia, la formación opositora Pheu Thai trató de presentar a la princesa Ubolratana, la hermana mayor de Vajiralongkorn, como número 2, pero el experimento estuvo a punto de acabar con la ilegalización del partido tras la furibunda reacción del monarca.

“Es significativo que el rey hiciese un comentario tan cerca de la fecha de las elecciones”, afirma David Streckfuss, un historiador con base Khon Kaen, en la región nororiental del país, donde la oposición mayoritaria tiene gran parte de su base electoral. “Es difícil saber qué significa exactamente, pero muestra el interés continuado de la monarquía en la futura trayectoria del país”, ha declarado a Al Jazeera.

Pese a todo ello, las últimas encuestas publicadas le daban la ventaja al partido Pheu Thai, de base mayoritariamente rural y trabajadora pero vinculada al millonario y ex primer ministro Thaksin Shinawatra, “el Berlusconi tailandés”, un ex policía reconvertido en magnate de las telecomunicaciones. En sus diversas manifestaciones, el Pheu Thai ha ganado todas las elecciones a las que se ha presentado en lo que va de siglo, primero bajo el liderazgo del propio Thaksin y posteriormente de su hermana, Yingluck Shinawatra. En ambos casos fueron desalojados del poder mediante un golpe de estado.

placeholder El líder del Partido Hacia el Futuro, Thanathorn Juangroongruangkit, habla con la prensa en la sede de la formación, el 24 de marzo de 2019. (Reuters)
El líder del Partido Hacia el Futuro, Thanathorn Juangroongruangkit, habla con la prensa en la sede de la formación, el 24 de marzo de 2019. (Reuters)

Sorpresas potenciales

Los sondeos han sido prohibidos durante la última semana, pero se espera que el Partido Democrático, favorable a la junta y el ‘establishment’, sea el segundo más votado, y que el partido Palang Pracharat, formado para promover al candidato de los militares, el hasta ahora primer ministro Prayuth Chan-ocha, quede solamente en tercer lugar.

Pero puede haber sorpresas. De los 52 millones de tailandeses llamados a votar en los comicios, 7 millones de ellos lo hacen por primera vez, y entre los jóvenes la opción favorita es el partido Hacia El Futuro, liderado por el empresario automovilístico Thanathorn Juangroongruangkit.

“Creo que si las elecciones son libres y justas, será una victoria arrolladora para los partidos contrarios al status quo”, afirma Juangroongruangkit. “Ya he estado en 77 provincias en Tailandia y toda la gente con la que hablo durante mi campaña está harta del CNPO, y encuentro muy poca gente que apoye a Prayuth Chan-ocha. Pero también sabemos que el ejército utilizará todos los trucos en la manga para seguir en el poder”, ha declarado.

Foto: Una secuencia de BuppeSanNivas ("Destino de Amor")

Thanathorn, de hecho, se enfrenta a una posible pena de 20 años de inhabilitación para la política por un supuesto discurso contra el ejército en Facebook Live, un cargo que él niega con rotundidad. Su número 2, Pongsakorn Rodchompoo, podría ir a la cárcel durante 5 años por compartir en las redes sociales un artículo que aseguraba que un alto cargo de la CNPO había ordenado cafés por valor de 12,000 baht (unos 377 dólares), que resultó ser falso. Aunque Rodchompoo lo borró minutos después al darse cuenta de su origen fraudulento, las autoridades parecen decididas a aplicarle la draconiana Ley de Crímenes Informáticos para quitarle de en medio.

“Incluso si una coalición anti-junta gana el control de la Cámara Baja este 24 de marzo, el ejercito –seguramente con el apoyo de Palacio- con toda probabilidad usará estos cargos pendientes contra gente como Thanathorn y posiblemente otros líderes, para vetarles de la política durante largos períodos de tiempo y posiblemente también encarcelarles”, afirma Joshua Kurlantzick, analista del Consejo de Relaciones Exteriores de EEUU. “Al hacerlo, el ejército desarmará rápidamente cualquier coalición contraria a la junta”, indica en un artículo titulado significativamente “Los trucos sucios de las elecciones en Tailandia”.

Los resultados oficiales, en cualquier caso, no serán anunciados hasta mayo. Y si nada de esto funciona, siempre queda el recurso al golpe de estado: en el país han tenido lugar una docena desde 1932. Las perspectivas para la democracia, en definitiva, no son demasiado buenas.

Han sido promovidas por la junta militar como el esperado regreso de la democracia al país. Pero las elecciones celebradas hoy en Tailandia, largamente dilatadas desde el golpe de estado de 2014, han estado lejos de ser libres y justas. Pese a las constantes promesas, el ejército ha tardado cinco años en convocarlas, por buenas razones: en el constante clima de agitación y descontento, la posibilidad de perder el poder es real. Por este motivo, han hecho todo lo posible para neutralizar a sus rivales.

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