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La cooperación en España: "Somos un país muy solidario pero de un modo compulsivo"
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ENTREVISTA CON MIGUEL ÁNGEL VILLENA

La cooperación en España: "Somos un país muy solidario pero de un modo compulsivo"

El periodista Miguel Ángel Villena, autor de "España Solidaria", realiza una radiografía profunda de la historia de los cooperantes en nuestro país y los cambios y vaivenes en la ayuda al desarrollo

Foto: La vicepresidenta valenciana Mònica Oltra observa los preparativos de un cargamento de ayuda de Cruz Roja con destino a los refugiados sirios, en marzo de 2016. (EFE)
La vicepresidenta valenciana Mònica Oltra observa los preparativos de un cargamento de ayuda de Cruz Roja con destino a los refugiados sirios, en marzo de 2016. (EFE)

Probablemente hay pocas veces dentro de la prensa española tan autorizadas para hablar sobre cooperación al desarrollo como Miguel Ángel Villena. Además de haber ejercido la profesión durante más de tres décadas -una buena porción de ellas en la sección internacional de El País-, fue asesor de comunicación de la de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional. Es autor del libro "Españoles en los Balcanes" (Ed. Catarata, 1998), sobre la participación española en las misiones de paz en la antigua Yugoslavia, además de varias biografías. Ahora acaba de presentar "España Solidaria" (Ed. Gestión 2000), donde disecciona la historia y los vaivenes de la cooperación al desarrollo en nuestro país. El Confidencial le entrevista acerca de la situación actual de este sector.

PREGUNTA: En general, en España la imagen del cooperante está un poco distorsionada. Mucha gente sigue teniendo la misma imagen de los primeros cooperantes de finales de los 80 y la década de los 90, cuando la realidad es que el sector ha evolucionado muchísimo. ¿Qué diferencias hay entre aquellos pioneros y los profesionales de hoy?

RESPUESTA: La mayoría de la gente no distingue entre cooperante y voluntario. Un cooperante hoy día es un profesional, de la disciplina que sea, que trabaja para la administración pública, una ONG o un ayuntamiento. De estos, los profesionales de la cooperación, en España hay más o menos unas 2.500 personas. Otra cosa son los voluntarios, que son incontables. Voluntariado hay mucho en España, personas que trabajan básicamente en los sectores de educación y sanidad, que en sus vacaciones o durante una excedencia se marchan a un país de América Latina o África a ayudar.

Hoy, la cooperación en España es mucho más profesionalizada. Los cooperantes que se dedican a esto a tiempo completo tienen una formación académica, hay másters de cooperación al desarrollo… Es un sector mucho más sólido, de gente que se dedica a esto no solo por razones altruistas sino también profesionales.

P: ¿Se ha recuperado el sector de la crisis de 2008?

R: Seguimos dañados. El sector se vio afectado por los primeros recortes en 2010, todavía con el Gobierno del PSOE, y a partir de 2012 ya con el Gobierno del PP todavía ha caído más. Un dato lo dice todo: el porcentaje del PIB que España dedicaba al desarrollo en 2009 era el 0,46%, y hoy es el 0,14%. En cambio el año pasado se queda en un 0,14%. Eso te da una idea de que la cooperación al desarrollo como partida pública se ha desplomado.

placeholder Miguel Ángel Villena
Miguel Ángel Villena

Ahí hay que matizar que en España existe desde hace muchos años una cooperación descentralizada, que no solo la hace el Gobierno central sino también las comunidades autónomas, los ayuntamientos, las universidades, como por ejemplo la Complutense... Pero globalmente se ha desplomado. Y el temor de mucha gente del sector y de muchas ONGs es que, como ocurre en muchos ámbitos esos recortes se queden, que después de la crisis, incluso si la remontamos un poco, la cooperación al desarrollo no reflote.

P: Pese a esos datos, cuando una catástrofe humanitaria logra colarse en la agenda informativa, la respuesta de la sociedad española suele ser muy solidaria: tú mencionas el huracán Mitch, el terremoto de Haití, pienso también en el tsunami del Sudeste Asiático... ¿Existe una divergencia entre la sociedad y las instituciones en ese sentido?

R: Yo creo que España es un país solidario, de ahí el título del libro. Le dimos muchas vueltas, porque nos parecía demasiado asertivo. Pero yo he considerado que los ejemplos lo demuestran. Es una sociedad solidaria, pero de un modo muy compulsivo, muy de estímulo-respuesta. Ahí se ha volcado con el huracán Mitch, con el tsunami del sudeste asiático, y estoy seguro de que si mañana hubiera unas inundaciones catastróficas en Guatemala o Marruecos, se volcaría también. Pero esta solidaridad de fondo muchas veces no tiene una continuidad. En eso es diferente de otros países europeos, como Alemania o Francia, donde además de los mecanismos de respuesta de urgencia ante una catástrofe hay un sistema permanente. Hay más gente asociada a una ONG, participa en actividades de voluntariado… Es una respuesta, por así decirlo, maratoniana, mientras que en España somos más de sprint.

Dicho esto, en los últimos años efectivamente la sociedad española supera en solidaridad al Gobierno actual, sin duda, a pesar de que hemos vivido, y aún estamos, en una crisis muy dura aquí. Y desde hace mucho tiempo las ONGs aparecen en todas las encuestas del CIS entre las instituciones más valoradas, la gente las tiene en alta valoración.

P: Una crítica frecuente a los modelos de cooperación es que a menudo están más pensados para servir a los intereses del país donante que a los del país receptor. Esto es muy evidente en casos como por ejemplo el de Francia o el Reino Unido. ¿Le sucede lo mismo a España?

R: Existe siempre un peligro o tentación, llamémosle colonialista, frente a los países en desarrollo, aunque es normal que cada país enfoque la cooperación a su ámbito de influencia: el Reino Unido al África anglófona, Francia a sus antiguas colonias… En el caso de España creo que no le afecta demasiado. La relación de España con Amércia Latina es fuerte, pero de la presencia española en el continente hace doscientos años, no 50 o 60 como en el caso del Reino Unido o Francia. Hay que evitar las tentaciones paternalistas o colonialistas, pero al mismo tiempo tiene lógica que el peso de la cooperación se de con América Latina, por razones económicas, políticas, historicas y de todo tipo.

P: ¿Cuál es la gran asignatura pendiente de la cooperación española?

R: Tal vez dedicar más atención al norte de África y Subsahariana. En América Latina ha sido continuada, y con el Magreb y África la hubo, pero la que hay ya no es suficiente. Y en la medida en que son países vecinos, en todos los aspectos, creo que hay un déficit.

placeholder Una planta fotovoltaica en el sur de Cisjordania, construida con financiación de la cooperación española. (EFE)
Una planta fotovoltaica en el sur de Cisjordania, construida con financiación de la cooperación española. (EFE)

P: Dedicas un capítulo a los periodistas cooperantes, que buscan dar difusión a los mismos problemas a los que hace frente la cooperación. La paradoja es que ahora mismo, en muchos casos, hay conflictos que solo aparecen en prensa cuando una ONG ofrece un reportaje gratuito a los medios de prensa u organiza un viaje pagado para periodistas, porque la mayoría de los medios no van a dedicar dinero a cubrirlos. ¿Ahí dónde radica el problema?

R: Yo creo que, aunque hay excepciones, a la inmensa mayoría de medios, la cooperación al desarrollo no les interesa como tema. Solo cuando hay una catástrofe, cuando se convierte en sensacionalismo, especialmente a las televisiones, aunque también pasa en radio y prensa escrita. Los últimos casos han sido el terremoto de Haití y las crisis de refugiados.

Eso es responsabilidad de las direcciones de los medios y de las empresas, y no tanto de los periodistas. Después de muchos años de trabajo en El País, parte de ello en Internacional, y en el Ministerio como asesor, de toda esa experiencia te digo que hay mogollón de temas que serían interesantísimos para lectores y espectadores: educación, sanidad, medio ambiente...

Pero esa falta de interés genera que haya pocos periodistas especializados en cooperación al desarrollo, no por culpa de los compañeros, sino porque no se invierte en ello. Es una pescadilla que se muerde la cola: los medios no conceden interés a cierta catástrofe, hay pocos periodistas que conozcan en profundidad la cooperación al desarrollo, y eso lleva a que, a menos que te invite una ONG o el AECID, estos temas se muevan muy poco.

De todos modos, en los últimos años las ONGs han espabilado mucho, tienen mucha gente dedicada a prensa y sugieren muchos temas. Pero globalmente es una lástima porque creo que es un tema de política internacional bien interesante que en España se cubre muy poco. Aunque el problema de fondo es que la política internacional interesa muy poco en general.

Yo creo que, como regla general, los medios en España que más y mejor se ocupan de la cooperación al desarrollo son los medios públicos: EFE, RTVE, etc. Tienen más sensibilidad hacia estos temas, y además, eso se mantiene en el tiempo, al margen de las diferentes épocas políticas.

P: En nuestro país, igual que en otros, el estallido de la crisis de los refugiados produjo una primera oleada de solidaridad con los afectados, pero ahora parece que hay un efecto rebote y se ha generado, o al menos visibilizado, un rechazo desde algunos sectores de la sociedad hacia las nuevas llegadas. Aunque en España esto no se ha traducido en la emergencia de partidos abiertamente xenófobos o islamófobos, como en otros países europeos, es un fenómeno que no se puede ignorar a largo plazo. ¿Qué puede hacer la cooperación española para afrontar este problema?

R: Con mucha pedagogía. Explicando por qué se producen esas oleadas de refugiados, por qué Europa debe ser más generosa, y al mismo tiempo egoísta, porque si mejoras las condiciones de países que exportan refugiados no habría tantas oleadas hacia aquí. Si no hubiera guerras en África u Oriente Próximo, o si al menos hubiese una situación más justa, no se produciría eso.

Es importante explicar de que qué tipo de países huyen y por qué salen. Y ahí debería incluirse que nosotros somos un país de emigrantes: hasta la generación de nuestros abuelos, todo el mundo tiene un antepasado que tuvo que emigrar a Francia, Argentina o Cuba. Yo creo que la sociedad española debe ser consciente de que aquí también hubo oleadas de españoles que por razones políticas o económicas tuvieron que salir de España, y de por qué es una obligación moral y política acoger a estos refugiados.

Probablemente hay pocas veces dentro de la prensa española tan autorizadas para hablar sobre cooperación al desarrollo como Miguel Ángel Villena. Además de haber ejercido la profesión durante más de tres décadas -una buena porción de ellas en la sección internacional de El País-, fue asesor de comunicación de la de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional. Es autor del libro "Españoles en los Balcanes" (Ed. Catarata, 1998), sobre la participación española en las misiones de paz en la antigua Yugoslavia, además de varias biografías. Ahora acaba de presentar "España Solidaria" (Ed. Gestión 2000), donde disecciona la historia y los vaivenes de la cooperación al desarrollo en nuestro país. El Confidencial le entrevista acerca de la situación actual de este sector.

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