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exorcistas privados hacen su agosto en francia

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La Iglesia católica se alarma por la progresión desde hace años de los casos de posesión en Francia, mientras los exorcistas privados hacen su agosto con anuncios en Internet

Foto: Ange Rodríguez, dominico, exorcista oficial de la diócesis de Lyon durante una década. (K. Bika)
Ange Rodríguez, dominico, exorcista oficial de la diócesis de Lyon durante una década. (K. Bika)

Jean Clément propone precios modulables para todos los bolsillos. Desde 20 euros por un ritual simple, hasta 500 por la ceremonia de exorcismo más compleja, con toda la parafernalia. Por supuesto, los gastos de desplazamiento -si es necesario- corren a cargo del cliente. Jean está afiliado a una iglesia alternativa, que aunque no está reconocida por el Vaticano, sí sirve para dar una pátina de seriedad a su gabinete. Ejerce en París, principalmente, pero acepta viajar a cualquier lugar de Francia.

Es el perfil tipo de una categoría profesional que vive su época dorada en el país, la de los exorcistas privados. Los tradicionales curanderos han encontrado una mina de oro con esta versión 2.0 de un oficio donde abunda la picaresca. La red de redes es su mejor aliado, un púlpito digital para cazar clientes en un negocio que va viento en popa.

La globalización ha llegado al averno. Basta con echar un vistazo rápido en Internet para constatar la existencia de toda una pléyade de chamanes, kabalistas, médiums y sanadores que ofrecen servicios similares, siempre pagando. La filantropía no parece ser el fuerte de este gremio que, como el diablo, son legión.

Si hace una década la Iglesia católica francesa examinaba de cerca unos 15 casos de posesiones demoníacas por año, ahora la cifra se sitúa en torno a los 50. Casos en los que se produce una actuación de un exorcista habilitado por la diócesis bajo mandato del obispo. Las consultas son muchas más, no menos de 2.500 anuales y en progresión.

Las estadísticas, en cambio, no tienen en cuenta los servicios espirituales privados.

La Iglesia contraataca

Roma había mantenido un perfil bajo en lo tocante a los exorcismos desde el Concilio Vaticano Segundo. Los tiempos habían cambiado y los conceptos de infierno y demonio no casaban bien con la revolución social y cultural que trajeron los años 60, sobre todo en París. Los doctores de la Iglesia dieron la espalda a la tradicional visión de la eterna lucha entre el bien y el mal. Ángeles, arcángeles y diablos cayeron en desuso y desde entonces se ha producido muy poca literatura sobre el tema. Hasta ahora.

En la actualidad, hay en torno a 130 exorcistas oficiales en toda Francia. Y muy activos

La eclosión de las prácticas ocultistas, esotéricas o de control mental han disparado las alarmas en las diócesis francesas, que vuelven a llenarse de monjes y curas de barba blanca con la misión de retomar el combate contra los espíritus malignos. Tras Mayo del 68 no había más de una treintena de padres exorcistas en Francia, ahora cada diócesis tiene el suyo y, en ocasiones, debido a la fuerte demanda, más de uno. En 2017, hay en torno a 130 exorcistas oficiales en todo el país. Y muy activos.

En ciudades como Lyon, el servicio de “asistencia espiritual”- se llama así para no atraer más atención de la necesaria y evitar a los curiosos- maneja una media de 500 consultas anuales, un centenar más que hace unos años. Y eso que solo reciben dos veces por semana. Si el servicio estuviera disponible 7/7 las cifras serían mucho más espectaculares.

Los atentados, filón para los exorcistas privados

¿Cuándo y porqué comenzó la curva ascendente de este fenómeno?

No hay una única respuesta y depende de a quién se pregunte. Algunos expertos en religión apuntan a que puede deberse a la desacralización de las sociedades y a que temas, que hace unos siglos llevaron a más de uno a la hoguera, se consideran ahora anacrónicos. Otro factor puede ser que entre tanta oferta espiritual, las personas buscan respuestas a las preguntas existenciales de siempre fuera de las religiones, en prácticas esotéricas o disciplinas alternativas. La crisis económica también se vislumbra como otro posible elemento dinamizador de las indisposiciones del alma. Los tiempos difíciles instigan todo tipo de dudas o angustias vitales que hay que llenar de alguna forma.

Pero hay un hecho concreto en el que coinciden los exorcistas privados consultados y es la oleada de atentados que sufre Francia. Desde los ataques de 2015 y 2016 en Francia y Bélgica, se constata una explosión de las consultas por supuestas “infecciones espirituales”. Es como sí el terror yihadista hubiera desatado una epidemia de posesiones. O supuestas posesiones, más bien, porque la mayoría de los casos se resuelven con una simple terapia psicológica o psiquiátrica, dependiendo del grado. O a veces, incluso, con una banal charla con algún experto en la materia.

Para el padre Ange la tendencia al alza de casos de posesión es real y sus causas son claras

En el mapa del esoterismo en Francia destacan tres zonas: París, la Costa Azul y Lyon. Ahí se concentran la mayor parte de las consultas. Lyon tiene una larga tradición esotérica. Además de formar parte del llamado Triángulo Mágico, junto con Praga y Turín, la ciudad del sureste francés es la patria chica de grandes nombres del ocultismo, como Allan Kardec, fundador de una corriente espiritista en el siglo XIX, que aún cuenta con un centro operativo dedicado a su memoria en la localidad de Bron, a una decena de kilómetros de Lyon.

Otro personaje central es Nizier Anthelme Philippe, conocido como Maitre Philippe, cuya notoriedad llegó hasta la corte de los Romanov en la Rusia zarista a principios del siglo XX. El Maestro Philippe viajó en dos ocasiones a Rusia, invitado por el Zar Nicolás II en persona, que había oído hablar de sus formidables talentos de sanador. Más de un siglo después de su muerte, a la tumba del maestro nunca le faltan flores en el cementerio de Loyasse, a dos pasos de la Basílica de Fourvière, que, curiosamente, se sitúa al lado de las oficinas del arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin.

Palabra de exorcista (de los de verdad)

Ange Rodríguez también vive en Lyon, aunque no es francés. Es un monje de los de antes, infatigable. A sus 80 años está como un roble, de cuerpo y espíritu. Ángel- su verdadero nombre- nació en un pueblo de Asturias, cerca de Oviedo, en 1937 “con el ruido de la guerra”, recuerda en el hogar dominico adyacente a la iglesia del Santo Nombre de Jesús, en el centro de Lyon.

Cuando tenía 65 años el arzobispo le hizo un encargo que iba a poner a prueba toda una vida de dedicación espiritual: fue nombrado exorcista oficial de la diócesis. Durante 10 años vio desfilar a miles de personas que llegaban aquejadas de supuestos males provocados por el diablo.

Para el padre Ange (o Ángel) la tendencia al alza de casos de posesión es real y sus causas son claras. “En todas las reuniones internacionales de exorcistas a las que he asistido todos coincidimos en que la situación ha empeorado en todos lados. Vivimos una época difícil, convulsa, en la que la gente busca consuelo en soluciones que se apartan de la religión, como el esoterismo o hasta el satanismo. Esa es la puerta de entrada para atrapar una infestación del espíritu. El diablo no puede apropiarse de un cuerpo, a menos que se le invite. Esas prácticas le abren el camino”, dice.

placeholder Ange Rodríguez, dominico, exorcista oficial de la diócesis de Lyon durante una década. (K. Bika)
Ange Rodríguez, dominico, exorcista oficial de la diócesis de Lyon durante una década. (K. Bika)

El dominico cuenta que el servicio se organizaba en torno a un equipo compuesto por varios psicólogos y psiquiatras, más dos secretarias que filtraban las consultas. “Si alguien llamaba diciendo que tenía un problema porque había practicado alguna de estas cosas, como espiritismo, entonces saltaba la alarma y pasaba automáticamente el primer filtro. Después, la persona era examinada por el equipo de psicólogos, que buscaban la posible causa de la dolencia. Si no encontraban ninguna explicación médica, entonces yo entraba en acción

Ángel recuerda que la mayor parte de las consultas se solucionaban con unas oraciones muy simples y que, en muchas ocasiones, hasta tenía que frenar los ímpetus de sus pacientes: “Algunos llegaban a verme diciendo que querían que les curase porque estaban poseídos. Yo les decía que esto era como ir a ver a un doctor y que nadie iba al hospital diciéndole al médico qué tipo de cáncer tenía. Eso lo debía ver el doctor. Pues con los exorcismos, igual”

En 3 o 4 ocasiones tuve la certeza de que estaba cara a cara con el diablo. Pero no tuve miedo, me sentía preparado y sabía cuál era mi misión

Pero a veces, el problema no se arreglaba con simples oraciones y entonces el padre Ángel sacaba la artillería: “Utilizamos un manual que solo circula entre los exorcistas y que solo se puede obtener a través de los obispos. Por supuesto, no circula en Internet y no se puede comprar en Amazon”, dice con humor socarrón.

En esas contadas ocasiones -aprovecha para recordar que la Iglesia sigue unos protocolos muy estrictos para los llamados exorcismos duros, que son el último recurso- no tiene duda de que Satán estaba presente: “En 3 o 4 ocasiones tuve la certeza de que estaba cara a cara con el diablo. Pero no tuve miedo, me sentía preparado y sabía cuál era mi misión. Aquí en Lyon, los obispos se remontan casi hasta Juan el Evangelista. El primer obispo de Lyon fue discípulo de Policarpo, que fue discípulo de Juan el Evangelista, el hombre más cercano a Jesús. Así que, yo como exorcista recibí mi mandato casi directamente de Jesús. Esa es la fuerza del exorcista”.

placeholder La iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, cerca de Rouen, en Normandía. (Reuters)
La iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, cerca de Rouen, en Normandía. (Reuters)

Ángel insiste en que la Iglesia nunca cobra por hacer un exorcismo, “es un servicio completamente gratuito”, al contrario de las prácticas privadas, que siempre van acompañadas de una transacción económica. Dice también que muchas personas de otras religiones- sobre todo musulmanes, pero también judíos, budistas o hasta agnósticos- acudían regularmente en busca de ayuda. “No hace falta ser católico ni para estar poseído, ni para someterse a un exorcismo. Por mis manos pasó mucha gente que había sido tratada antes por impostores. Si te cobran por un exorcismo, entonces es una estafa. La Iglesia nunca pide dinero por hacer esto”

Le preguntamos si la realidad supera a la ficción en estos casos extremos y si ha visto la famosa película 'El Exorcista'. Su respuesta es sorprendente: “Tanto la película, como el libro en el que se basa, están muy bien documentadas. Todas las cosas que se ven en el filme- un cura de edad avanzada, letras que aparecen en el cuerpo de la víctima, las contorsiones o el hecho de hablar lenguas desconocidas para la persona afectada- son todos casos recogidos por la diócesis de Boston. Lo que ocurre es que el director condensó todo en una sola persona y, además, una niña. Entonces, claro, es demasiado”

Y nos cuenta un secreto: “El diablo insulta constantemente a Jesús en los casos de posesión, habla a través de la persona poseída y se burla de Cristo en la cruz. Pero, nunca de la Virgen María. Satán tiene pavor de la Virgen. Es como lo que pasa con estos muchachos de 'banlieue' (arrabal), que no permiten que nadie se meta con su madre”.

Jean Clément propone precios modulables para todos los bolsillos. Desde 20 euros por un ritual simple, hasta 500 por la ceremonia de exorcismo más compleja, con toda la parafernalia. Por supuesto, los gastos de desplazamiento -si es necesario- corren a cargo del cliente. Jean está afiliado a una iglesia alternativa, que aunque no está reconocida por el Vaticano, sí sirve para dar una pátina de seriedad a su gabinete. Ejerce en París, principalmente, pero acepta viajar a cualquier lugar de Francia.

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