El sombrío futuro que prevén los servicios de inteligencia de EEUU (con guerra incluida)
Víctimas del cambio climático y la destrucción del empleo por la automatización, crecerá la población joven de países pobres emigrando a estados ricos, donde se les rechaza. La tensión está servida
Pensemos en un mundo en el que los países ricos están llenos de ancianos, y los pobres, de jóvenes. En el que las sequías, el cambio climático y la automatización del trabajo fuerzan a esos jóvenes a emigrar. En el que los países ricos temen esos flujos, especialmente sus propias clases medias, cada vez más reducidas. Crecen los líderes que proponen soluciones sencillas o radicales; crecen los nacionalismos, las ideologías identitarias y religiosas, el recurso a la violencia y el terrorismo. Habrá a quien le suene a distopía, y a quien le parezca familiar. Lo cierto es que ya está ocurriendo, y, según la comunidad de inteligencia de EEUU, son tendencias que no harán sino acentuarse en los próximos cinco años, hasta llegar, quizás, a una gran guerra.
Es lo que se desprende del informe 'Global Trends', elaborado por el Consejo Nacional de Inteligencia (la misma oficina conjunta que concluyó que Rusia trató de influir en las elecciones estadounidenses a favor de Donald Trump), con el objetivo de que congresistas y personalidades relevantes puedan hacerse una idea de lo que cabe esperar en el futuro inmediato, y prepararse para ello. En esta ocasión, las perspectivas son inquietantes.
“Las tendencias recientes y futuras convergerán durante los próximos 20 años a un ritmo sin precedentes para incrementar el número y la complejidad de problemas, con varios de ellos —como los ciberataques, el terrorismo o el calor extremo— representando riesgos de disrupción inminente”, indica el informe. “Más y más personas viven en ciudades, algunas de las cuales son cada vez más vulnerables al aumento del nivel del mar, las inundaciones y el aumento de las tormentas. Así que más gente se pondrá en movimiento, llevados por la visión de una vida mejor o los horrores del conflicto”, indica.
“La competición por los buenos empleos se ha convertido en global, a medida que la tecnología, especialmente la automatización masiva, afecta a los mercados laborales. La tecnología también empoderará más a los individuos y grupos pequeños, conectando a la gente como nunca antes. Al mismo tiempo, los valores, el nacionalismo y la religión los separarán cada vez más”, señala el documento, titulado de forma certera 'Las paradojas del progreso'.
Uno de los problemas será el crecimiento de población, que se prevé que pase de los 7.300 millones actuales a 8.800 millones para 2035. El informe destaca que cada vez menos personas viven en la extrema pobreza, es decir, con menos de dos dólares al día: el porcentaje ha descendido del 35% en 1990 a alrededor del 10%, debido, sobre todo, a la mejora de las condiciones de la población en China y otras grandes naciones asiáticas. Sin embargo, gran parte de esa nueva riqueza se basa en gran medida en la producción industrial, precisamente la misma que amenazan unos sistemas cada vez más automáticos.
Europa entrará en una fase crítica
La segunda parte del informe aborda, región por región, el futuro probable a esperar en el próximo lustro. El sur de Asia y Oriente Medio, por ejemplo, serán áreas que continuarán marcadas por la violencia, y donde los conflictos de Afganistán-Pakistán y Siria seguirán activos durante un tiempo. Pero también aparecerá un nuevo factor: los bajos precios del petróleo reducirán la capacidad de los 'petroestados' de participar en la política de sus vecinos.
“Los estados más ricos del Consejo de Cooperación del Golfo recurrirán a sus reservas para sostener el gasto interno, pero tendrán menos para compartir. Los productores de nivel medio como Argelia e Irak lucharán por continuar comprando la paz social, incrementando el riesgo de que recurran a la represión contra la disidencia. Egipto, Jordania, Líbano y Túnez verán menos generosidad del Golfo, empeorando las condiciones económicas e incrementando el riesgo de inestabilidad en esos países”, dice el texto. A ello, además, se unirá la creciente competición por el agua, que producirá tensiones y conflictos locales.
En Rusia, la comunidad de inteligencia de EEUU espera que el presidente Vladímir Putin siga realizando un enorme gasto en defensa, y reaccionando a “las medidas disuasorias de la OTAN y a una mayor presencia militar —incluso a una no permanente— en el Báltico y Europa Central”. También prevé que aumente la amenaza que suponen las ciberoperaciones dirigidas por el Kremlin. “Rusia continuará dedicando esfuerzos para alterar las políticas de EEUU en su propio favor”, señala el documento, una afirmación especialmente interesante, dado que tanto la investigación como la redacción del informe se realizaron mucho antes de las acusaciones de injerencia electoral contra Moscú.
En Europa, el informe señala como motivo de preocupación el futuro de la Unión Europea y la eurozona, sometidas a las tensiones de un vecindario cada vez más preocupante, a la presión demográfica de inmigrantes y refugiados, y a unos gobiernos nacionales cada vez más débiles, así como a las provocaciones rusas. “Esperamos mayor asertividad por parte de Rusia e intentos deliberados de dividir el proyecto europeo”, asegura el documento.
Poco después, añade: “Un abanico de temas supone una amenaza seria al futuro de la UE, incluyendo el proceso del Brexit y sus consecuencias en otras partes de Europa, el fracaso de grandes estados miembros de la UE a la hora de implementar reformas económicas necesarias, el fallo de la UE para repartir el crecimiento a lo largo de la región, su fracaso en coordinar las políticas sobre refugiados, y el creciente nacionalismo, particularmente virulento en algunos de sus nuevos estados miembros. Estas tensiones podrían desembocar en una desagradable ruptura que refuerce el declive económico y un retroceso democrático aún mayor”. Sin embargo, el informe prevé que Francia y Alemania sigan cooperando en las cuestiones clave, y que, pese a sus respectivas derivas antidemocráticas, las cosas no vayan demasiado lejos en Polonia y Hungría debido a la fortaleza de las instituciones en dichos países.
Un desafío aún mayor lo representa el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan: “El problema de una política exterior crecientemente independiente y multidireccional en Turquía y sus impulsos antidemocráticos, al menos a medio plazo, se sumarán a las corrientes desintegradoras en Europa y supondrán una amenaza a la coherencia de la OTAN y a la cooperación OTAN-UE”.
El Ártico y el espacio, los nuevos teatros
El texto prevé el crecimiento de tensiones entre EEUU y México, donde además se celebrarán elecciones presidenciales en 2018 en las que “los votantes podrían optar por una oposición más de izquierdas que presione para revertir las reformas y acuerdos económicos si esas reformas no reducen la aguda desigualdad en el país”. En Latinoamérica, el crimen y la corrupción seguirán siendo los principales puntos de preocupación de la ciudadanía, y continuará el giro hacia la derecha que ya ha iniciado el continente. En el caso de Venezuela, el deterioro de la situación podría llevar al presidente Nicolás Maduro a incrementar la represión, aunque, señala el informe, “la lealtad del ejército es incierta”, y podría producirse una crisis humanitaria y la consiguiente oleada de refugiados hacia los países vecinos y EEUU.
En el este de Asia, la India y Japón aumentarán su presencia internacional, y continuarán las disputas territoriales en el mar de China. Pekín pugnará por ser la potencia dominante en el sureste asiático, y se enfrentará a enormes desafíos en materia de medio ambiente, empleo y condiciones de vida, tratando de equilibrar su economía dependiente de las exportaciones con el creciente consumo interno. Pero si logra manejarlos, su influencia en el mundo, especialmente en el no occidental, se disparará. En cambio, preocupa la actuación de Corea del Norte, empeñada en afianzar sus capacidades nucleares y convertida en una irritante molestia para una China a la que, según indica el informe, le desmonta el argumento de que la presencia militar estadounidense en la región es anacrónica.
El África subsahariana será un campo de pruebas en materia de gobernanza: la zona “seguirá siendo de experimentación e influencia para gobiernos, corporaciones, organizaciones no gubernamentales e individuos que buscan mejorar las condiciones de desarrollo de África y su acceso eventual a los mercados”. Sin embargo, la cuestión de la promoción internacional de los derechos humanos empeorará. “Los líderes africanos seguirán viendo la Corte Penal Internacional como sesgada en contra de los africanos, y podrían ser más asertivos a la hora de rechazar este tribunal”.
El análisis también predice que, como consecuencia del calentamiento global, se incrementarán la navegación en el Ártico y la competición por sus recursos. Del mismo modo, el informe menciona la mayor y más variada presencia humana en el espacio, donde aumentarán las misiones multinacionales, que coexistirán con empresas privadas de exploración espacial, como Space-X, Blue Origin y Virgin Galactic.
Y aunque no está expresado así en el informe, durante la presentación de 'Las paradojas del progreso', Suzanne Fry, la directora del Grupo de Futuros Estratégicos del Consejo Nacional de Inteligencia de EEUU, que ha elaborado el documento, alertó sobre la elevada probabilidad de que Rusia o China entren en guerra con EEUU u otros estados importantes en un plazo breve. “La sobreestimación o la incapacidad de controlar los momentos críticos pueden conducir a una guerra candente”, dijo Fry. “Tanto Rusia como China piensan en lo que hacen en términos defensivos, pero los movimientos defensivos/agresivos aumentan las oportunidades de un error inadvertido y una escalada”, explicó Greg Treverton, director del Consejo Nacional de Inteligencia, en el mismo evento la semana pasada.
Fry señaló que los gobiernos que invierten en infraestructuras y medio ambiente y comparten información con sus propios pueblos serán los mejor posicionados, según informa la publicación 'The Daily Beas, para “la conflagración que viene”. Pero añadió, para alivio del público: “Este futuro, aunque oscuro, no está tallado en piedra”.
Pensemos en un mundo en el que los países ricos están llenos de ancianos, y los pobres, de jóvenes. En el que las sequías, el cambio climático y la automatización del trabajo fuerzan a esos jóvenes a emigrar. En el que los países ricos temen esos flujos, especialmente sus propias clases medias, cada vez más reducidas. Crecen los líderes que proponen soluciones sencillas o radicales; crecen los nacionalismos, las ideologías identitarias y religiosas, el recurso a la violencia y el terrorismo. Habrá a quien le suene a distopía, y a quien le parezca familiar. Lo cierto es que ya está ocurriendo, y, según la comunidad de inteligencia de EEUU, son tendencias que no harán sino acentuarse en los próximos cinco años, hasta llegar, quizás, a una gran guerra.
- ¿Qué ocurrirá en el mundo en 2017? Ángel Martínez Daniel Iriarte
- ¿Hacia una escalada nuclear? Por qué Trump y Putin hablan ahora de rearme Daniel Iriarte
- Cómo la ONU llevó el cólera a Haití (según sus propios expertos) Daniel Iriarte Gráfico: Pablo López Learte