Los otros ‘Trump’ que espera Rusia en 2017
Desde el Kremlin se ven los procesos electorales en Occidente como una sucesión de victorias fuera de casa. Los ‘Trump’ europeos podrían modificar su política exterior
La tranquila ciudad rusa de Riazán, a 200 kilómetros de Moscú, fue una zona de entrenamientos de la aviación soviética. Aquellos héroes que derrotaron a los nazis y después mantuvieron el pulso en el cielo a los norteamericanos encontrarían difícil de creer que los vecinos hayan pedido una calle para el próximo presidente de EEUU: Donald Trump. “El presidente Trump es un gran amigo de Rusia y respalda los valores tradicionales”, dice la petición hecha en el portal Change.org.
La anécdota ilustra un cambio de dinámica, porque no es un hecho aislado. Hace una semana sonó el teléfono del despacho del presidente electo de EEUU en la ‘Torre Trump’. Era el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, que comparte con el republicano su repudio al liberalismo, su desconfianza respecto a las intervenciones de EEUU en el extranjero y también su querencia por el presidente ruso, Vladimir Putin. El magnate le invitó a visitar Washington, un gesto que Orban le agradeció porque llevaba tiempo sin ir a esa ciudad “donde le consideran una oveja negra”. Trump rió y contestó que a él también la habían tratado así.
Moscú está expectante con la llegada de Trump al poder. “El cambio de poder en la Casa Blanca por sí solo ya abre una ‘ventana de oportunidad’ de dos meses en la guerra de Siria, donde es claramente el momento de presionar”, explica una fuente diplomática en Moscú. Pero el efecto inmediato que produce la llegada de Trump es que los ‘aliados’ europeos de Putin, que hasta ahora son unos ‘apestados’ en Bruselas, van a ser bienvenidos en Washington.
'El cambio de poder en la Casa Blanca por sí solo ya abre una ventana de oportunidad de dos meses en la guerra de Siria, donde es claramente el momento de presionar', explica una fuente diplomática en Moscú
El caso más claro se produjo el mes pasado, a modo de aperitivo. El presidente electo de Estados Unidos le "sugirió” a su mayor aliado en el mundo, Reino Unido, que nombrase como embajador en Washington a Nigel Farage, el político antiinmigración y promotor del Brexit, que además de opositor al gobierno de Theresa May ha sido repudiado por amplios sectores del Parlamento Europeo. Igual que Trump, Farage ha sido acusado de racista y antiislámico. También es un admirador de Putin.
Desde el Kremlin se han visto los procesos electorales en Occidente como una sucesión de victorias fuera de casa. Holanda vetó en un referéndum el tratado comercial de la UE con Ucrania, que ha encontrado así otro obstáculo para escapar de la órbita soviética. Después, el inesperado ‘Brexit’ creó una tremenda grieta en el flanco norte y más atlantista de la Unión Europea. Recientemente candidatos prorrusos han vencido en las elecciones de Moldavia (Igor Dodon) y Bulgaria (Rumen Radev), añadiendo perspectivas de mejor clima con Moscú en el revuelto vecindario ruso.
Radev, con un discurso duro con la inmigración y buenos vínculos con Moscú, es una versión centroeruopea de Trump, cuya victoria en EEUU ha sido el mayor giro en favor de las posturas del Kremlin que se ha registrado este año. También ha provocado regocijo la victoria en las primarias francesas de François Fillon, que ha dicho que “Rusia no supone una amenaza para Occidente” y quiere acabar con las sanciones contra el país por su injerencia en Ucrania para cooperar con Moscú contra el Estado Islámico.
A esta catarata de buenas noticias hay que sumar una victoria en Estonia, un país muy pequeño pero de gran significado para el Kremlin, donde el Partido de Centro se alzó con el poder tras una votación en el parlamento del país. Esta fuerza política tiene entre sus apoyos más sólidos a la población rusoparlante de esta república, y sus dirigentes son los únicos que se han opuesto a la retirada de monumentos que recuerdan el papel de los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, en 2004 firmó un protocolo de colaboración con Rusia Unida, el partido gubernamental ruso. El nuevo primer ministro estonio, Juri Ratas, ha asegurado que su país no se apartará de la política trazada en cuanto a OTAN y la UE. Pero por primera vez en 17 años Moscú tiene en Tallin un teléfono al que llamar.
París, la pieza que faltaba en el puzzle
Año 2017. Cuando los ‘Trump’ europeos se hayan hecho con los resortes del poder en sus respectivos países y modifiquen su política exterior, Rusia tendrá una posición mejor para hablar de tú a tú con las potencias europeas, a las que siempre ha preferido dirigirse de manera separada, dejando a un lado la UE siempre que sea posible.
La pieza que queda por encajar en ese puzzle está en París. Los comicios a la presidencia de Francia se celebrarán el 23 de abril y el 7 de mayo del año que viene. La posibilidad de que Marine Le Pen se alce con la presidencia supondría colocar en el Elíseo a la mayor admiradora del autoritarismo de Putin en Europa. Y la llegada del conservador François Fillon a la recta final electoral supone una garantía de que Francia va a abandonar su firmeza actual. Hollande se ha mantenido junto a Angela Merkel a la hora de mantener la presión sobre Putin para que frene a los separatistas ucranianos y detenga los bombardeos contra opositores de Bashar al Assad.
En uno de sus debates televisivos con Juppe, Fillon propuso 'sentarnos a la mesa con los rusos sin pedir permiso a EEUU y restablecer relaciones'
Moscú se queja periódicamente de que los gobiernos europeos parecen controlados por EEUU en cuanto a algunas líneas de su política exterior. En uno de sus debates televisivos con Juppe, Fillon propuso “sentarnos a la mesa con los rusos sin pedir permiso a EEUU y restablecer relaciones”.
Durante la campaña francesa el asunto de Siria, con sus derivadas de terrorismo y refugiados, se ha convertido en uno de los capítulos clave del debate sobre política exterior. En cuanto a Ucrania, Fillon se pliega a una línea más cercana a la realpolitik: “La sanciones no han cambiado nada, pero han arruinado a los agricultores franceses”, ha dicho Fillon.
Putin ha definido a Fillon como “un gran profesional”. “Fillon tiene un importante lobby empresarial prorruso apoyándole”, explica Emmanuel Grynszpan, corresponsal de ‘La Tribune’ en Moscú, que cree que a pesar de todo quien llegue al Elíseo tendrá que consensuar una postura común ante Rusia con otros líderes comunitarios. De hecho levantar las sanciones requeriría unanimidad de los socios de la Unión. Pero desde Kiev se sigue con preocupación cómo afloran voces discordantes con el castigo europeo a Rusia.
Le Pen y Fillon cabalgarán la ola de un sector empresarial francés opuesto a la sanciones. Ya en abril, en el Parlamento francés, un diputado conservador llamado Thierry Mariani logró que se aprobase una moción reclamando el fin de estos vetos. Aprovechó un día de huelga de transporte y baja afluencia a la cámara de diputados. Pero el Ministerio de Exteriores francés no tuvo más remedio que darse por enterado.
Moscú respeta “el principio de la neutralidad ante los asuntos internos de todos los países, especialmente en los procesos electorales y, tradicionalmente, expresa su respeto a las preferencias electorales de los ciudadanos de otros países", según dijo el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. Pero “sin duda, hay candidatos, con los cuales nuestro líder se comunicó de manera más estrecha durante los años pasados, mientras que con otros se comunicó raramente y les conoce menos", agregó el portavoz. Las elecciones del año que viene en Alemania y Holanda abren nuevas posibilidades: el otoño de Merkel puede estar a la vuelta de la esquina y los holandeses parecen tentados por seguir el camino británico y dar un portazo a Europa.
El principal frente que se inclina en favor de Putin y en contra de la línea occidental trazada hasta ahora es Siria. Hasta hace poco, cuando Clinton era candidata, EEUU podía presionar para buscar un arreglo porque la ex secretaria de Estado llegaría con posiciones más duras sobre el asunto. Pero la victoria de Trump ha colocado de nuevo a Rusia en una posición cómoda, con una ciudad como Alepo que podría caer poco después de que el magnate republicano asuma la presidencia. Moscú nunca ha tenido menos alicientes para llegar a un compromiso con Washington, ya que a partir de enero puede tener las fichas mucho mejor colocadas.
Putin sabe que Trump coincide con él en su desconfianza hacia la oposición siria. Y eso empuja hacia un escenario en el que Assad vuelve a resurgir como mal menor y Putin como un actor fundamental que encarna las soluciones y no los problemas.
La tranquila ciudad rusa de Riazán, a 200 kilómetros de Moscú, fue una zona de entrenamientos de la aviación soviética. Aquellos héroes que derrotaron a los nazis y después mantuvieron el pulso en el cielo a los norteamericanos encontrarían difícil de creer que los vecinos hayan pedido una calle para el próximo presidente de EEUU: Donald Trump. “El presidente Trump es un gran amigo de Rusia y respalda los valores tradicionales”, dice la petición hecha en el portal Change.org.
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