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Austria se salva 'in extremis' de caer ante el empuje populista
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van der bellen gana por la mínima a la ultraderecha

Austria se salva 'in extremis' de caer ante el empuje populista

El candidato verde Van der Bellen se impone por la mínima a su rival de ultraderecha. Su derrota hubiese supuesto un terremoto para la ya maltrecha Unión Europea

Foto: El presidente electo de Austria, Van der Bellen, a su llegada a un programa de TV en Viena, el 4 de diciembre de 2016. (Reuters)
El presidente electo de Austria, Van der Bellen, a su llegada a un programa de TV en Viena, el 4 de diciembre de 2016. (Reuters)

Austria se salvó este domingo en las urnas de convertirse en la siguiente pieza en el dominó global que caía ante la oleada populista. Tras la victoria del Brexit en Reino Unido y de Donald Trump en Estados Unidos, que Alexander Van der Bellen, exlíder de Los Verdes que se presentaba como independiente, se impusiese en las elecciones presidenciales austriacas a Norbert Hofer, del Partido Liberal Austriaco (FPÖ), una formación nacionalista, islamófoba y euroescéptica, era de todo menos seguro. Los ultraderechistas se sentían espoleados por los éxitos de sus homólogos y los sondeos de intención de voto hacían dudar de las posibilidades del ecologista. Su derrota hubiese supuesto un terremoto para la ya maltrecha UE. Hofer se hubiera convertido en el primer jefe de Estado europeo de extrema derecha desde la II Guerra Mundial.

Tras casi 50 semanas de campaña electoral, debido a una impugnación y a un retraso por problemas formales, los 6,4 millones de austriacos con derecho a voto se han decantado con cierta claridad por Van der Bellen, un antiguo catedrático de Economía de 72 años e hijo de refugiados. Con el 90% de los votos escrutados, el ecologista ha obtenido más del 53% de las papeletas y ha sacado a su rival unos 100.000 votos, según la televisión pública ORF. El ganador ha mejorado sus resultados en casi todas las circunscripciones con respecto a las elecciones de mayo, en las que ganó por apenas 31.000 votos, y que fueron posteriormente anuladas por la justicia.

Hofer, a través de su cuenta en Facebook, reconoció la derrota apenas una hora después de que cerrasen los últimos colegios en el país. "Estoy infinitamente triste de no haberlo conseguido. Me hubiese encantado cuidar de Austria. Felicito a Alexander Van der Bellen por su éxito", escribió a sus seguidores. Su jefe de campaña, Herbert Kickl, lamentó el resultado, pues consideró que Hofer había "rendido de forma inhumana" en una lucha desigual de "uno contra todos". No obstante, dejó claro que el FPÖ no lo da todo por perdido. "Esto no es el final de historia. El sistema ha logrado una última vez frenar el cambio", advirtió. El presidente de la formación, Heinz-Christian Strache, aseguró por su parte en declaraciones a la ORF que Van der Bellen solo ha logrado ganar gracias a "una campaña masiva del sistema" en contra de su candidato. "El miedo a Hofer, que era el candidato del cambio, tuvo su resultado", añadió.

La noticia se ha vivido con indescriptible alivio por parte del 'establishment'. Tanto en Viena como en las principales capitales europeas. El cargo de presidente de Austria es eminentemente protocolario, pero la situación del Ejecutivo austriaco es bastante precaria. La política de puertas abiertas ante la crisis de los refugiados se llevó el pasado mayo por delante al entonces canciller, el socialdemócrata Werner Faymann. Su sucesor, Christian Kern, aunque ha endurecido la política de asilo, se encuentra aún en una situación de debilidad y sabe que deberá convocar elecciones anticipadas, previsiblemente el año que viene, para consolidar su posición. De haberse impuesto Hofer, Kern posiblemente hubiese tenido que llamar a las urnas a principios de año y con el viento claramente en contra.

placeholder Norbert Hofer, junto a su mujer, Verena, en su despacho, en Viena, el 4 de diciembre de 2016. (Reuters)
Norbert Hofer, junto a su mujer, Verena, en su despacho, en Viena, el 4 de diciembre de 2016. (Reuters)

Elecciones en Europa

Pero estas elecciones no solo tienen consecuencias para la política interna austriaca. No en vano, cerca de 600 periodistas de todo el mundo estaban acreditados para cubrir unos comicios que en principio no tienen consecuencias ejecutivas. La cuestión de fondo era otra: si la derecha radical y populista seguía avanzando en Europa sin contención. La cuestión no es baladí tras las sorprendentes victorias del Brexit en Reino Unido, el pasado junio, y de Trump en las presidenciales estadounidenses a principios de noviembre. En el espejo austriaco pueden mirarse los próximos comicios en el continente.

El calendario electoral europeo viene cargado de citas. Entre abril y mayo de 2017, los franceses acudirán a las urnas a elegir a su nuevo presidente, con la ultraderechista Marine Le Pen, del Frente Nacional, como una de las líderes más populares. Posteriormente, concurrirán los holandeses, donde el ultranacionalista e islamófobo Geert Wilders, del Partido por la Libertad, puntúa muy alto en las encuestas. En septiembre, están previstas las generales en Alemania, donde la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) está lejos del Ejecutivo, pero su irrupción en el Bundestag con entre un 12 y un 14% de los votos, según los sondeos, podría dificultar la gobernabilidad. Y en las austriacas no debe darse nada por sentado.

Más allá del resultado, estos comicios cierran una etapa de inestabilidad en Austria que arrancó en primavera. Porque esta era la segunda fecha anunciada para la repetición de la segunda vuelta de las presidenciales. La primera ronda, que tuvo lugar el 24 de abril, provocó un 'shock' en Europa. Y llevó estas elecciones, en principio de segunda, a las portadas de medio continente. El candidato más votado, y con una clara diferencia, fue Hofer. Fue un doble aldabonazo. Por un lado, porque por primera vez desde la II Guerra Mundial, el primero en las urnas no estaba respaldado ni por los conservadores ni por los socialdemócratas, las dos grandes fuerzas que han dominado el panorama político nacional en las últimas siete décadas, esto es, el 'establishment'. Por otro, porque el ganador era un ultraderechista.

La segunda vuelta se celebró el 22 de mayo. Entonces, Van der Bellen, el segundo más votado en la primera ronda, logró imponerse. Pero por apenas 31.000 papeletas. La calma duró poco. Apenas unos días después, el FPÖ impugnó los resultados ante el Tribunal Constitucional, que los anuló y exigió una repetición de las elecciones. No había constatado ninguna manipulación electoral, pero sí una serie de irregularidades que podrían haber servido para cometer fraude. La nueva segunda vuelta quedó fijada para septiembre, pero en el último momento el Gobierno se vio forzado a suspenderla. Los sobres del voto por correo no pegaban bien y no se podía garantizar la legalidad de los comicios. La votación tuvo que retrasarse hasta este domingo.

placeholder Van der Bellen, ante Norbert Hofer durante un debate televisivo, en Viena, el 4 de diciembre de 2016. (Reuters)
Van der Bellen, ante Norbert Hofer durante un debate televisivo, en Viena, el 4 de diciembre de 2016. (Reuters)

Un partido fundado por nazis austriacos

El FPÖ no es una fuerza emergente más en el nuevo escenario populista. Guarda importantes semejanzas con la oleada de fuerzas de la derecha radical que está en auge en Europa y destacados vínculos personales con algunos de estos partidos, pero los ultraderechistas austriacos son algo más. La formación tiene sus antecedente en la llamada Asociación de los Independientes (VDU), fundada en 1949 por antiguos nazis austriacos a los que se había prohibido participar en política. Siete años más tarde, al levantarse esa prohibición, la asociación se integró en el FPÖ, creado poco antes. Su primer líder fue un antiguo oficial de las SS nazis. Tras un periodo de cierta moderación, Jörg Haider se hizo con el liderazgo de la formación en 1986 y la volvió a escorar a la ultraderecha, a la vez que la propulsaba a sus mayores cotas de popularidad.

Tras un bajón electoral fruto de las disputas internas y los escándalos de corrupción, el FPÖ ha resurgido de la mano de un programa diseñado por Hofer en 2011 que enfatiza su lado más social —para captar a los damnificados por la crisis económica— y deja de lado, como en el caso del Frente Nacional francés, los mensajes y figuras más extremistas. El partido se define ahora como 'social patriótico' y es especialmente crítico con la globalización económica y financiera, el islam, la inmigración y la Unión Europea. En el Parlamento Europeo, está hermanado con la formación de Le Pen.

Austria se salvó este domingo en las urnas de convertirse en la siguiente pieza en el dominó global que caía ante la oleada populista. Tras la victoria del Brexit en Reino Unido y de Donald Trump en Estados Unidos, que Alexander Van der Bellen, exlíder de Los Verdes que se presentaba como independiente, se impusiese en las elecciones presidenciales austriacas a Norbert Hofer, del Partido Liberal Austriaco (FPÖ), una formación nacionalista, islamófoba y euroescéptica, era de todo menos seguro. Los ultraderechistas se sentían espoleados por los éxitos de sus homólogos y los sondeos de intención de voto hacían dudar de las posibilidades del ecologista. Su derrota hubiese supuesto un terremoto para la ya maltrecha UE. Hofer se hubiera convertido en el primer jefe de Estado europeo de extrema derecha desde la II Guerra Mundial.

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