Topless como arma de protesta

Un grupo de brasileñas dejó el pasado sábado en casa la parte de arriba de sus biquinis y ocupó las playas de Río de Janeiro para exigir la legalización del topless, una iniciativa que ha generado un intenso debate sobre unas leyes que consideran esa práctica un "atentado al pudor". Otro de los grupos que utiliza el topless como arma de protesta, es Femen, feministas ucranianas que desde 2008 se manifiestan de esta peculiar forma para luchar contra el turismo sexual, la intransigencia de las instituciones religiosas, el sexismo y otros asuntos sociales nacionales e internacionales. Durante la visita del papa Francisco a Brasil en septiembre, algunos miembros de la organización Vadia protestaron a favor de la libertad sexual, de un estado laico y del derecho al aborto. Además de estas organizaciones, por todo el planeta se utiliza esta forma de desnudo como protesta por una sociedad más libre e igualitaria.

Aunque la convocatoria para el bautizado como "toplessazo" corrió como la pólvora por las redes sociales hasta llegar a sumar más de 8.000 adhesiones y promesas de participación, a la hora de salir con el pecho al descubierto sólo aparecieron unas pocas mujeres.
Pese a que no tuvo la magnitud prevista, la protesta ha generado un debate que se ha extendido por internet, la prensa y la televisión y en el que numerosos juristas han exigido una modernización del Código Penal brasileño, que data de 1940 y contiene artículos en "defensa de la moral" que, para muchos, han quedado desfasados.
"El Código Penal fue hecho para otro mundo y mucho de lo que era obsceno en aquella época ya ha dejado de serlo", según el abogado Leonardo Ribeiro da Luz, especialista en derechos civiles.
El debate generado desde el momento en que se divulgó la convocatoria de la protesta, hace unos quince días, ha tenido ya un primer efecto en la política y el concejal Elton Babú ha propuesto un proyecto de ley que permita la práctica del topless en las playas cariocas.