Un niño elige al nuevo Papa copto

Cuarenta años después de la última elección, los coptos han proclamado este domingo a su nuevo Papa. El obispo Tauadros, de 60 años y licenciado en Farmacia por la Universidad de Alejandría, dirigirá desde ahora a los cristianos egipcios. Siguiendo la tradición, un niño con los ojos vendados escogió su nombre de una urna con tres huevos de cristal, uno por cada uno de los tres aspirantes.

Una élite cristiana, formada por 2.400 miembros con derecho a voto, había seleccionado previamente al obispo Rafael y al monje Rafael Ava Mina como candidatos, además de al propio Tauadros. Este domingo la divina providencia ha hecho el resto, pues el encargado de elegir al futuro pontífice ha sido un niño escogido al azar de entre los asistentes a la misa que se celebró en la catedral de San Marcos de El Cairo. Con los ojos vendados y “guiado por la mano de Dios” tuvo que sacar la papeleta con el nombre del nuevo Papa de la Iglesia copta y Patriarca de Alejandría.

La Iglesia cristiana ortodoxa egipcia, una de las jerarquías eclesiásticas más antiguas del mundo, tiene una visión muy inmovilista -rechaza, por ejemplo, el divorcio- que a menudo choca con la también conservadora mayoría musulmana. Tauadros asumirá la difícil tarea de liderar a la minoría cristiana en un país gobernado por primera vez por los islamistas.

Un Papa político

Su antecesor, el Papa Shenouda III, quien ostentó el cargo durante cuatro décadas, mantuvo una importante actividad política. Caído en desgracia con el presidente Anuar el Sadat, fue confinado a pasar su vida en un monasterio en 1981, aunque cinco años después el ya mandatario Hosni Mubarak le conmutó la pena. A falta de otra personalidad fuerte entre los coptos, Shenouda III se convirtió en el portavoz político de esta comunidad ante el presidente. Ambos mantuvieron una buena relación y durante los días de la revolución del pasado año, el Papa instó a los cristianos a no salir a las calles para pedir la caída del régimen.

Este excesivo colaboracionismo despertó las críticas de una corriente reformista, impulsada por la juventud, que exigía cambios desde las calles. Ellos crearon la Unión de Jóvenes de Maspiro, una organización que mantuvo la presión contra los militares que heredaron el poder dejado por el dictador. En octubre del pasado año, una manifestación convocada por este movimiento acabó con la muerte de una veintena de cristianos coptos, tras la represión brutal del Ejército.

Ramy Kamil es uno de los más fervientes promotores de este grupo, que aglutina en todo el país a unos 16.000 seguidores. Un año después de aquella masacre, el portavoz de la Unión de Jóvenes de Maspiro, insiste desde uno de los cafés donde todavía se reúnen los jóvenes más progresistas que agitaron la revolución, que la prioridad sigue siendo la “acción en las calles”. “Nosotros luchamos por la libertad y ahora que derrocamos al régimen, los coptos tenemos que seguir buscándola por nosotros mismos”, declara.

El joven marca unos campos de actuación muy claros para la Iglesia y el poder político, que -a su juicio- deben ser delimitados. “El Papa puede servir de guía espiritual, pero los cristianos no podemos ser corderos que obedecen las instrucciones del pastor”, afirma. No oculta su preocupación ante la deriva de los islamistas en el Gobierno, aunque rezuma optimismo ante la construcción del nuevo Egipto. “El mayor peligro para nosotros es que los Hermanos Musulmanes están haciendo exactamente lo mismo que hizo Mubarak, tomar al Papa como único representante de los coptos”, lo que según el joven activista debilita a los cristianos para conformar una oposición fuerte con la ayuda de otros grupos.

Tras la revolución

Las diferencias sectarias fueron aflorando durante las últimas décadas de gobiernos militares. Académicos, como el economista egipcio Galal Amin, aseguran que primero Sadat y después Mubarak alimentaron el islamismo más extremo para desgastar a los más pragmáticos Hermanos Musulmanes y fomentar la disensión entre credos, y así alejar a la opinión pública de la ruina económica que hacía languidecer el país.

Varias décadas antes, al calor del nacionalismo naserista, había nacido Watani, el primer periódico copto, que bajo una vocación “patriótica”, defendía los “derechos de todos los egipcios independientemente de su confesión”. Su actual editor y activista cristiano, Yusef Sidhom, hijo del fundador del rotativo, defiende también ahora que ha llegado el tiempo de que los coptos decidan por sí mismos.

Sidhom comparte con el joven Kamil que la figura del Papa debe quedar únicamente en la Iglesia y asegura que el principal reto para los coptos pasa por la redacción de la nueva Constitución. “Tenemos que poner nuestras fuerzas en evitar que Egipto se convierta en un Estado islámico y en que queden protegidos los derechos de todos, sin utilizar la ley islámica para marginar a ningún grupo”, sostiene el periodista.

Los islamistas se sirvieron de su aplastante victoria en las elecciones parlamentarias, que después fueron consideradas ilegales, para imponer una gran mayoría en el órgano que redacta la Carta Magna. Con el texto final próximo a su conclusión, varios artículos recogen que distintos capítulos relativos a los derechos y libertades deben “ajustarse a la ley islámica”. Esto ha provocado un encendido debate con las fuerzas seculares, que se oponen a estos puntos, aunque del otro lado, los salafistas presionan para que la aplicación de la ley islámica –vigente ya en la Constitución actual- sea más estricta.

Los islamistas dejan pocos resquicios a los coptos, a los que les cortejaron con una posible vicepresidencia y que después sólo fueron premiados con un puesto de asesor del presidente sin unas claras competencias y un ministerio menor en un Gabinete con una treintena de carteras.

La muerte del anterior Papa sacó a las calles a miles de cristianos egipcios, que demostraron que, de actuar unidos, pueden representar una fuerza importante. El Ejército de fieles va desde las orillas del Mar Rojo a la plaza Tahrir, aunque las exigencias al nuevo pontífice varían según su procedencia. Los coptos encaran un nuevo escenario en busca de una figura que les libere de su tradicional papel de minoría silenciosa. Ahora solo les queda esperar que Tauadros esté a la altura de las expectativas.