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El Ejército egipcio dinamita la revolución que él mismo bendijo
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EL GOBIERNO PRESENTA SU DIMISIÓN A LA JUNTA MILITAR

El Ejército egipcio dinamita la revolución que él mismo bendijo

Los militares entraron ayer a sangre y fuego en la plaza Tahrir de El Cairo para después retirarse a sus dependencias como si nada hubiera pasado.

Foto: El Ejército egipcio dinamita la revolución que él mismo bendijo
El Ejército egipcio dinamita la revolución que él mismo bendijo

Los militares entraron ayer a sangre y fuego en la plaza Tahrir de El Cairo para después retirarse a sus dependencias como si nada hubiera pasado. La Junta Militar negó haber utilizado munición y pelotas de goma contra los manifestantes, pero la realidad mostró algo muy distinto. Según las últimas cifras facilitadas por el Ministerio de Sanidad, al menos veintidós personas han muerto y más de 400 han resultado heridas ayer en el centro de El Cairo. La autopsia de uno de los cadáveres reveló que sufría heridas de bala.

El Ejército, que hace nueve meses fue recibido con honores en Tahrir como el garante de la revolución, ha conseguido sublevar a todas las fuerzas egipcias, y el Gobierno ha presentado su dimisión a la Junta Militar que dirige el país, informó hoy el Consejo de Ministros en un comunicado. La nota indicó que la renuncia fue presentada ayer, pero no especificó si la renuncia fue aceptada por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas

Los manifestantes enseñaron los casquillos de bala y los botes de gases lacrimógenos que habían utilizado contra ellos como si se tratara de trofeos. Otros mostraron sus heridas tras la batalla de la noche anterior. Las masas y el Ejército fueron turnándose en el control de la plaza, aunque cuando éstos entraron, arrasaron a su paso. Quemaron las tiendas de campaña, volvieron a lanzar botes de humo y varios activistas aseguraron que volvieron a lanzar pelotas de goma y que atacaron hospitales móviles. Abdalá Amán, responsable de la Media Luna Roja, informó a este periódico que él mismo vio “a una persona muerta”, aunque no precisó las causas de su fallecimiento. A última hora de la tarde, los manifestantes retomaron el control del ágora cairota, después de que los uniformados volvieran al Ministerio del Interior, donde se produjeron disturbios durante todo el día. Hoy han continuado con los enfrentamientos en los alrededores de la plaza Tahrir.

“Los militares me hicieron esto”, señaló Ahmed Younif a El Confidencial, mientras se llevaba la mano a los apósitos que ocultaban las heridas en su cara. “Me quedo aquí, hasta que los militares no se retiren”, añadió. A su lado, varias decenas de personas enmudecieron para comenzar el rezo. En Tahrir se dieron cita hombres trajeados de mediana edad, jóvenes revolucionarios, barbudos islamistas y muy pocas mujeres, la mayoría de ellas con velo islámico. Desde que el pasado viernes los islamistas de los Hermanos Musulmanes y los más extremistas salafíes se sumaron a las críticas contra el Ejército, los religiosos más conservadores -un grupo numeroso y muy disciplinado- continúan junto a los jóvenes libertarios.

“Estamos hartos de presidentes militares, ya llevamos cien años así. Queremos elecciones ya, para elegir a un nuevo presidente civil”, clamó Adel Musharraf, en un grito compartido con el resto de la plaza. “Libertad” o “Abajo los militares” fueron los lemas más repetidos. Y en medio de las protestas, una gran cantidad de muchachos menores de edad provocaron el pánico entre la gente. Iniciaron carreras, que rápidamente fueron seguidas por el resto de los allí reunidos. Conforme fueron comprobando el temor de la muchedumbre, aumentaron sus gamberradas. “El problema es que son gente poco educada, no entienden lo que ocurre”, sostenía uno de los manifestantes al comprobar la algarabía.

Una revolución inconclusa

Este ambiente no empañó los ánimos de muchos que siguen viendo cómo la revolución sigue inconclusa. “Tenemos el mismo espíritu de enero y la revolución realmente continúa”, prosiguió el joven Adel. Una vez derrocado el dictador, los egipcios advierten que los mismos militares que trabajaban codo con codo con Mubarak no tienen intención de abandonar el poder en las próximas fechas. El último golpe de mano político pasa por conservar la posibilidad de cesar al Consejo que debe elaborar la próxima Constitución. Y ante las últimas protestas callejeras, han dejado un reguero de sangre que ya nadie pasa por alto, a pesar de ser tradicionalmente la institución más valorada en el país.

“El Ejército antes iba de la mano del pueblo, pero ahora no. Los militares deben proteger la seguridad de los egipcios y lo único que están haciendo es aferrarse al poder”, exclamó a las puertas del Museo Egipcio, Mohamed Ateref, un hombre que trabaja como guía español en el país. La ruptura con los sectores más liberales es total, tras los más de 12.000 juicios militares celebrados contra civiles tras la revolución. A estos se suman los activistas políticos, después de que arrestaran a Alaa Abd El Fattah, uno de los blogueros más influyentes. “Por supuesto que éste no es el mejor ambiente, no es el mejor comienzo para las elecciones”, subrayó Amr Hassim, un ejecutivo que acudió a Tahrir para ver de primera mano la actuación de los uniformados

Cuando queda una semana para que den comienzo las primeras elecciones libres tras los 30 años del régimen de Hosni Mubarak, la gran mayoría de fuerzas políticas se han desvinculado también de la Junta Militar. El Gobierno, impotente, negó que se vayan a cancelar o retrasar las elecciones. Sin embargo, algunos candidatos suspendieron sus campañas electorales. Mientras, los favoritos en los comicios, los Hermanos Musulmanes, encabezaron la lista de grupos que condenaron la actuación del Ejército en las calles de El Cairo. Los manifestantes volvieron a tomar la plaza pese a las bravuconadas de los soldados. La Junta emitió un comunicado en el que aseguró que cedería el poder, pero sin establecer una fecha concreta. Un mensaje insuficiente para una multitud que pide la retirada de los militares, como hace meses reclamó la cabeza del ex presidente Mubarak.

Los militares entraron ayer a sangre y fuego en la plaza Tahrir de El Cairo para después retirarse a sus dependencias como si nada hubiera pasado. La Junta Militar negó haber utilizado munición y pelotas de goma contra los manifestantes, pero la realidad mostró algo muy distinto. Según las últimas cifras facilitadas por el Ministerio de Sanidad, al menos veintidós personas han muerto y más de 400 han resultado heridas ayer en el centro de El Cairo. La autopsia de uno de los cadáveres reveló que sufría heridas de bala.