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Europa declara la guerra al coche
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VIENA, MÚNICH O COPENHAGUE CIERRAN SUS CALLES AL TRÁFICO

Europa declara la guerra al coche

Europa planta cara al coche. Mientras en Estados Unidos se crean aparcamientos para ayudar a los conductores, las principales capitales del Viejo Continente  se han transformado

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Europa declara la guerra al coche

Europa planta cara al coche. Mientras en Estados Unidos se crean aparcamientos para ayudar a los conductores, las principales capitales del Viejo Continente  se han transformado en espacios hostiles para los vehículos. Peajes, tranvías, fomento del uso de la bicicleta… todo vale para disuadir a los usuarios de utilizar sus vehículos y lograr así un ambiente más limpio. Evitar los atascos y disminuir la contaminación es la meta más noble.

Según publicó esta semana el New York Times, que muestra su asombro por estas restricciones circulatorias, cada localidad vive de una manera distinta su vena ecológica. Ciudades como Viena, Múnich o Copenhague han optado por cerrar parte de sus calles al tráfico rodado. Otras, como Barcelona o París, han impulsado un sistema de alquiler de bicicletas que invita a los ciudadanos a dejar el coche aparcado en casa.

En cambio, en Londres y en Estocolmo han implantado un alto peaje para acceder al centro de la ciudad. Además, existen algunas localidades en Alemania que han creado zonas donde solo pueden entrar vehículos con bajas emisiones de dióxido de carbono. En Suiza triunfan las restricciones de velocidad que obligan a ir muy despacio a los conductores.

En un primer momento, algunas de las ciudades europeas libres de tráfico tuvieron la oposición de los comerciantes, que creían que sus ventas iban a bajar. Pero con la ausencia de vehículos se ha multiplicado el número de peatones y las ventas no se han resentido.

Europa no es EEUU

Estados Unidos no sigue estas directrices europeas: las autoridades han optado por otro tipo de medidas menos ecológicas. Así, su reorganización de tráfico pasa por sincronizar los semáforos para evitar colapsos o crear más aparcamientos. Sin embargo, algunas ciudades como San Francisco han realizado esfuerzos por peatonalizar ciertas zonas. A día de hoy, son una excepción, ya que los norteamericanos no conciben su vida sin su coche.

“En Estados Unidos, hay una mayor tendencia a adaptar las ciudades a los conductores. En Europa hay un movimiento para hacerlas más habitables para la gente, conseguir ciudades casi sin coches”, admitió en el diario NYT Peder Jensen, de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Las ciudades europeas no tienen nada que ver con las norteamericanas, de acuerdo con Lee Schipper, un ingeniero consultado por NYT. Muchas urbes del viejo continente cuentan con calles estrechas construidas antes de la llegada del automóvil. Además, invierten más dinero en crear una buena red de transportes públicos que permitan a los usuarios moverse por la ciudad contaminando menos. Y, aunque la situación de Europa hace unas décadas era similar a la de EEUU, en la actualidad hay una diferencia: al otro lado del charco no están todavía tan comprometidos con reducir las emisiones de dióxido de carbono.

Por otro lado, estacionar el coche es más barato en Estados Unidos. En Europa se limitan el número de plazas y hay que rascarse más el bolsillo para pagar la factura. “En Norteamérica se puede aparcar en cualquier sitio, pero esto práctica está desapareciendo de los espacio urbanos de Europa”, desvela Mr. Kodransky, que recientemente ha participado en un estudio del tema.

Además, los norteamericanos no ven con buenos ojos las restricciones al tráfico. De hecho, el NYT cuenta como anécdota las críticas que recibió el alcalde de Nueva York por peatonalizar determinadas calles de la zona de Times Square. En definitiva, Estados Unidos, la todavía potencia económica mundial, aún no incluye el problema ecológico en su agenda.

Europa planta cara al coche. Mientras en Estados Unidos se crean aparcamientos para ayudar a los conductores, las principales capitales del Viejo Continente  se han transformado en espacios hostiles para los vehículos. Peajes, tranvías, fomento del uso de la bicicleta… todo vale para disuadir a los usuarios de utilizar sus vehículos y lograr así un ambiente más limpio. Evitar los atascos y disminuir la contaminación es la meta más noble.