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Chávez emplea toda su 'maquinaria roja' para evitar su primer varapalo electoral
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LOS OPOSITORES ASPIRAN A CONTROLAR LA ASAMBLEA NACIONAL

Chávez emplea toda su 'maquinaria roja' para evitar su primer varapalo electoral

El oficialismo podría perder la mayoría en la Asamblea Nacional venezolana, según pronostican algunas encuestas de intención de voto; otras hablan de la mayor paridad que

Foto: Chávez emplea toda su 'maquinaria roja' para evitar su primer varapalo electoral
Chávez emplea toda su 'maquinaria roja' para evitar su primer varapalo electoral

El oficialismo podría perder la mayoría en la Asamblea Nacional venezolana, según pronostican algunas encuestas de intención de voto; otras hablan de la mayor paridad que se ha dado hasta el momento entre los dos bandos. La oposición, que se retiró de las elecciones legislativas de 2005 por “falta de garantías”, aspira a poder controlar al Gobierno a través de una victoria el próximo 26 de septiembre. Hugo Chávez, que sufre el mayor deterioro en su popularidad desde que accedió a la Presidencia en febrero de 1999, ha puesto en marcha la imponente “maquinaria roja” del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y se ha volcado en la campaña electoral, pese a que la normativa lo prohíbe.

Una derrota en las urnas supondría una advertencia para Chávez de cara a las elecciones presidenciales de diciembre de 2012. Los partidos opositores, agrupados principalmente en la Mesa de la Unidad Democrática, entienden además que arrebatar la mayoría a los oficialistas en la cámara sería el principio de un cambio político en el país. Su objetivo es lograr al menos 83 diputados, ya que las leyes ordinarias se aprueban por mayoría simple de los 165 parlamentarios, mientras que las especiales requieren el apoyo de dos tercios de la cámara. Juegan a su favor la alta tasa de criminalidad, una inflación que alcanzará entre el 28 y el 29% este año según las previsiones del Banco Central de Venezuela, los repetidos apagones eléctricos, el desempleo, la falta de viviendas, el alto coste de la vida y la crisis económica inducida principalmente por la destrucción del sector privado.

Pese a este panorama y a que Chávez acusa un deterioro en su popularidad, ésta se mantiene en torno al 40% y, según los analistas, tiene asegurado el apoyo de la minoría indígena, que le otorgará tres escaños. Desde que llegó al poder sólo ha perdido en las urnas en una ocasión: cuando en 2007 planteó una reforma constitucional que suponía la modificación de 69 artículos y permitía ampliar el mandato de seis a siete años y la reelección continua. La derrota fue mínima, ya que en el referéndum el 50,65 del electorado se opuso a la modificación frente al 49,34% que la apoyó. Dos años más tarde logró su objetivo de permitir la postulación de cualquier cargo de elección popular de forma ilimitada con otro cambio en la Constitución que él impulsó en 1999, respaldado en otro refrendo por el 54,86% de los votantes.

'Operación demolición' contra los opositores

Pero el presidente de la República es consciente de sus debilidades actuales y ha denominado “Operación demolición” la campaña electoral del PSUV, que concurre en alianza con el Partido Comunista (PCV), y que comenzó el 25 de agosto. La “maquinaria roja” de su partido para estas elecciones, según informa su página web, está conformada por cinco direcciones estratégicas, cinco comités operativos, 24 comandos estatales y 87 circuitales, 12.471 Unidades de Patrulla Bolívar 200 que “deben asegurar el triunfo socialista en su centro de votación” y 36.603 Patrullas Bolívar 200 que tienen que “asegurar la victoria en su mesa de votación”. Los patrulleros, como se conoce a los militantes de esta formación, están llamados a hacer todo lo posible para lograr el triunfo.

El propio Chávez dio la consigna en un mitin: “¡Me los demuelen! Ésa es la orden, demolición” de una oposición a la que califica de “oligarquía subimperialista” o “sanguijuela de la burguesía apátrida, proimperialista, podrida, corrupta y parásita”. La diferencia entre la oposición y el oficialismo, advierte el profesor de la Universidad Central de Venezuela Carlos Machado Allison en su columna en el diario El Universal, es que los primeros ven al PSUV y al PCV como “adversarios”, mientras que los segundos les consideran “enemigos que hay que borrar de la faz de la tierra sin contemplaciones”. Por eso llama al electorado a acudir a las urnas y “escoger entre la barbarie o la civilización del siglo XXI”, porque una Asamblea “con elevada participación opositora es un dique poderoso para evitar más destrucción de la economía, la propiedad privada, el tejido social, los valores y las instituciones”.

La campaña socialista se basa en la movilización y en la cercanía al ciudadano, pero también en el apoyo de los medios de comunicación públicos y afines o en las nuevas tecnologías como Twitter, donde el presidente ha aterrizado con fuerza. También en los ataques a medios nacionales y extranjeros, como El Nuevo Herald de Miami o CNN, a los que acusa de una operación de descrédito de su persona. El politólogo José Vicente Carrasquero denuncia en El Nacional que, pese a que la Constitución prohíbe a cualquier funcionario público hacer campaña, el presidente hace caso omiso y acapara las intervenciones públicas en detrimento de los candidatos de su partido. También señala la “gran diferencia” de recursos empleados por la alianza en el poder frente a los partidos de la oposición y que el PSUV “no presenta contenidos concretos para la Asamblea Nacional, sino que se centra en la defensa de la Revolución y explota la popularidad de Chávez”.

La Mesa de la Unidad Democrática, con más presencia en los medios privados, cuenta entre sus desventajas el no estar totalmente cohesionada y demostrar dificultades para atraer el voto de los descontentos. Tras la oportunidad perdida en 2005, cuando la Asamblea Nacional quedó en manos del oficialismo -que sufrió posteriormente algunas deserciones-, ahora se presenta como una “alternativa a la promesa incumplida y a la concentración de poder que abusa, corrompe y no trabaja en bien de la mayoría ni resuelve los problemas que se acumulan y agrava”, indica en su web. Aboga por obtener el control de la cámara para que sea “freno y control a la discrecionalidad del presidente” y por medidas como recuperar la iniciativa privada, el respeto a la división de poderes y a los derechos humanos, acabar con la censura en los medios de comunicación, devolver sus competencias a los estados y municipios y eliminar la excesiva dependencia de la economía venezolana de la producción petrolera.

Una campaña de miedo

El sistema de reparto de diputados por circuitos, donde los estados más rurales y despoblados tienen un exceso de representación -lo que favorece al PSUV- puede ser perjudicial para la oposición que, aún obteniendo más votos, corre el riesgo de quedar en minoría en la Asamblea. A ello se une una campaña de miedo contra la que luchan desde la Iglesia hasta los detractores del presidente inventor del Socialismo del siglo XXI: el voto es secreto, recuerdan, y quien diga lo contrario amenazando con futuras revanchas, miente.

Chávez nunca estuvo en una peor situación ante la opinión pública de su país y frente a la oposición. Con unas expectativas de participación del 70% de los más de 17 millones de electores de un país de casi 29 millones de habitantes, expertos como Luis Vicente León, director de la consultora Datanálisis, coinciden en que los indecisos serán cruciales en las elecciones del 26 de septiembre, que podrían pintar un nuevo panorama político y social para Venezuela.

El oficialismo podría perder la mayoría en la Asamblea Nacional venezolana, según pronostican algunas encuestas de intención de voto; otras hablan de la mayor paridad que se ha dado hasta el momento entre los dos bandos. La oposición, que se retiró de las elecciones legislativas de 2005 por “falta de garantías”, aspira a poder controlar al Gobierno a través de una victoria el próximo 26 de septiembre. Hugo Chávez, que sufre el mayor deterioro en su popularidad desde que accedió a la Presidencia en febrero de 1999, ha puesto en marcha la imponente “maquinaria roja” del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y se ha volcado en la campaña electoral, pese a que la normativa lo prohíbe.

Hugo Chávez