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El fin del dinero gratis: cómo es el mundo cuando suben los tipos
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El fin del dinero gratis: cómo es el mundo cuando suben los tipos

Warren Buffett ha comparado los tipos de interés con la ley de la gravedad. Esa es una forma especialmente útil de pensar en ellos en este momento

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Durante las dos últimas décadas, el mundo desarrollado ha pasado de vivir en Marte, con apenas un tercio de la fuerza de atracción de la Tierra, a hacerlo en la Luna, con aún menos. Ahora podríamos estar volviendo por fin a lo que solía ser lo normal. Para los consumidores, las empresas e incluso los gobiernos, la transición será extraña.

A muchos les parecerá una fuerza aplastante al principio, mientras que otros se sentirán revigorizados por un mundo en el que el dinero ya no es gratis. Pero algunos de los que crecieron en esas colonias extraterrestres simplemente no sobrevivirán a la transición.

El miércoles, los responsables de la política de la Reserva Federal no solo elevaron el rango de tipos de interés a un día por encima del ‘casi cero’ en el que se encontraban desde hacía dos años, sino que prometieron seguir haciéndolo durante este ejercicio y el próximo. El Banco Central Europeo sorprendió a los mercados a principios de este mes, sentando las bases para una subida de tipos a lo largo de este año. El Banco de Inglaterra empezó a subirlos el año pasado.

En la segunda mitad de la década de los noventa, la media era del 6,1%, un nivel que se consideraba muy bajo, pero que ahora parece gravoso

Con la invasión rusa de Ucrania, que retrasa cualquier posible relajación de la inflación, y el mercado de trabajo en los EEUU particularmente ajustado y agudizándose, el riesgo es que los responsables políticos suban los tipos más de lo que están señalando actualmente. Y como los tipos de interés a corto plazo van a subir, parece probable que también suban los tipos de interés a largo plazo, que proyectan las expectativas de los inversores sobre la media de los tipos a corto.

El entorno de tipos bajos al que se ha acostumbrado el mundo ha alterado las bases de funcionamiento de las economías: las empresas en las que los inversores prefieren invertir su dinero, los precios que la gente está dispuesta a pagar por las viviendas y las decisiones de gasto que toman los gobiernos.

Dele una pensada. Aunque el rendimiento actual del bono del Tesoro de EEUU a 10 años -la columna vertebral del coste del crédito a largo plazo en todo el mundo- ha subido al 2,19% desde el 1,37% en los últimos seis meses, eso solo lo sitúa en torno a su nivel medio de la última década. Si se moviera a la media del 4,6% que tuvo en la década de 2000 hasta el inicio de la crisis financiera de 2008-09, los intereses de muchos préstamos pasarían a más que duplicarse. En la segunda mitad de la década de los noventa, la media era del 6,1%, un nivel que entonces se consideraba muy bajo, pero que ahora parece gravoso.

Foto: El secretario general de la OCDE, Mathias Cormann. (EFE/Emilio Naranjo)

Los tipos bajos han modificado los mercados financieros. Ante la imposibilidad de obtener grandes rendimientos invirtiendo en el Tesoro u otros activos seguros, muchos inversores se han lanzado a otros más arriesgados, que ofrecen la posibilidad de obtener grandes ganancias en un futuro lejano. Esto incluye las criptodivisas y las acciones de empresas sin ningún beneficio, que podrían resultar buenas inversiones, del mismo modo que uno puede acertar a la lotería. Este entorno también ha cambiado el tipo de startups que el capital riesgo ha decidido respaldar. El aumento de los tipos podría cambiar fundamentalmente la clase de activos donde los inversores quieren invertir su dinero o cuánto están dispuestos a pagar por ellos.

El sector bancario es uno de los sitios donde el cambio en las preferencias de los inversores debido a la subida de tipos podría agitar las cosas. Con el precio del dinero a casi cero, los inversores, en busca de una rentabilidad mayor, han apostado por nuevas empresas de crédito al consumo y de préstamos hipotecarios, que han estado robando cuota a los bancos tradicionales. Pero ahora, esos mismos inversores pueden estar menos interesados en financiar a estos prestamistas no bancarios si los tipos de interés más altos les permiten obtener rendimientos similares en otros lugares. Los bancos tradicionales, que se financian con depósitos, juegan con ventaja, porque los depositantes son más reacios a sacar el dinero del banco solo porque en otra entidad ofrezcan depósitos ligeramente más rentables.

Para muchos ciudadanos, el efecto más claro de una subida del precio del dinero será la vivienda. Los tipos de interés de las hipotecas han sido muy bajos durante mucho tiempo, lo que ha elevado la percepción de la gente sobre el precio de vivienda que se puede permitir, lo que explica que los precios de la vivienda hayan subido tanto.

Pero esto llega en un momento en el que la pandemia ha reavivado el interés por tener una vivienda en propiedad

Con los tipos de interés históricamente bajos, millones de personas que ya eran propietarias de una casa han refinanciado la hipoteca, reduciendo drásticamente sus pagos. Unos tipos más altos podrían hacer que las viviendas fueran menos asequibles y reducir el número de las que están a la venta, ya que los propietarios actuales que se han asegurado unos tipos bajos no querrán renunciar a ellos.

Pero esto llega en un momento en el que la pandemia ha reavivado el interés por tener una vivienda en propiedad. La generación ‘milennial’, que está ahora entrando en su etapa profesional de mayores ingresos, hará que muchos de ellos se decidan a invertir en una vivienda. Puede que el sector inmobiliario capee la subida de los tipos, como ocurrió en la década de 1970, pero el coste de ser propietario va a aumentar, incluso si el precio de la vivienda no sube.

El aumento de los tipos podría plantear problemas a los gobiernos de todo el mundo. El gobierno de EEUU tenía altos niveles de deuda incluso antes de la pandemia, y los billones de dólares que gastó en la ayuda de Covid no hicieron más que aumentar ese pasivo. Los bajos tipos de interés han facilitado el pago de esa deuda, pero ahora EEUU lo va a tener más difícil para financiarse. Muchas otras economías están en el mismo barco. El Banco Central Europeo tiene la dificultad añadida de que la subida de tipos podría afectar más a sus miembros del sur, introduciendo nuevas tensiones en la unión monetaria.

Con accidentes o no, la vuelta a la normalidad se parecerá a cualquier cosa menos eso

Para los países de mercados emergentes, la historia sugiere que una subida de los tipos de interés en el mundo desarrollado les dificulta la atracción de capitales, lo que ha funcionado de desencadenante de muchas crisis. Algunos de los sospechosos habituales están hoy mejor preparados, pero un puñado de ellos parecen vulnerables y eso podría asustar a los inversores mundiales.

El nivel de caos generado por la subida de tipos dependerá de la velocidad de subida, pero eso es algo que no depende enteramente de los bancos centrales. Con accidentes o no por el camino, la vuelta a la normalidad se parecerá a cualquier cosa menos eso.

Durante las dos últimas décadas, el mundo desarrollado ha pasado de vivir en Marte, con apenas un tercio de la fuerza de atracción de la Tierra, a hacerlo en la Luna, con aún menos. Ahora podríamos estar volviendo por fin a lo que solía ser lo normal. Para los consumidores, las empresas e incluso los gobiernos, la transición será extraña.

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