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¿Salvar vidas o la economía? Así gestionan los gobiernos el dilema de los rebrotes
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¿Salvar vidas o la economía? Así gestionan los gobiernos el dilema de los rebrotes

Un país que reabre debería aumentar la disponibilidad de test, rastrear y aislar a los contagiados y controlar la distancia física a la vez que da una tregua a la economía

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A medida que el mundo va relajando los confinamientos frente a la pandemia del coronavirus, los primeros resultados se sitúan entre un éxito inestable y una crisis que empeora.

Gran parte del este de Asia y Europa ha contenido la primera ola de la pandemia y está luchando por mantener los contagios en un nivel manejable. Pero estos se siguen extendiendo en EEUU, América Latina e India, entre otros lugares, obligando a los países a decidir entre la dificultad económica de nuevas restricciones en el día a día y la aceptación de las pérdidas humanas que conlleva un contagio masivo.

Las diferentes experiencias de la desescalada muestran algunas de las lecciones principales aprendidas hasta el momento de la lucha contra el coronavirus, dicen los epidemiólogos y otros científicos que estudian la pandemia. Los confinamientos estrictos pusieron el freno a los brotes de virus que crecían exponencialmente. Los países que cerraron rápidamente han tenido menos muertes que aquellos que actuaron tarde. La coordinación también se muestra crucial a la hora de levantar el confinamiento: los contagios se han acelerado en los países que empezaron a reabrir antes de haber superado la primera ola.

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Sobre todo, algunos países utilizaron mejor que otros las semanas de confinamiento para desarrollar formas menos drásticas y más sofisticadas para luchar contra el virus.

"El confinamiento funciona, en el sentido en que las medidas sociales extremas de distanciamiento físico frenan la transmisión. Pero es una estrategia a corto plazo. Lo que se está haciendo es comprar tiempo", explica John Lessler, epidemiólogo en la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins. "Cuando se reabre la economía, tiene que haber una estrategia en marcha".

La mayoría de expertos en salud pública están de acuerdo en cómo tendría que ser la estrategia: aumentar la capacidad de testeo, rastrear y aislar a los portadores del virus, y encontrar el nivel óptimo de normas de distanciamiento físico en el día a día que mantenga el riesgo de contagio bajo pero que deje respirar la economía. Casi todos los gobiernos hablan en esos términos, pero algunos países han hecho progresos importantes, mientras otros, incluido EEUU, están teniendo problemas para coordinar sus esfuerzos.

"Mucho de lo que se ve en la forma de las curvas de contagios es resultado de si los países hicieron un buen uso del tiempo durante el confinamiento", dice Solomon Hsiang, director del Global Policy Laboratory de la Universidad de California, Berkeley. Los países europeos que superaron la primera ola y hasta ahora han reabierto sin apenas repuntes en los contagios "utilizaron ese tiempo para configurar sistemas de testeo y localización de contactos que puedan soportar el peso tras el confinamiento", afirma. "En EEUU no hicimos eso. Malgastamos el tiempo".

Italia, el primer país fuera de Asia que se vio seriamente golpeado por el virus, actuó tarde y tuvo el brote más mortal del mundo hasta que EEUU superó su número de víctimas mortales. Pero desde que Italia reabrió en mayo, los contagios han seguido disminuyendo, hasta alrededor de 200 al día actualmente. Muchos de ellos son casos asintomáticos descubiertos a través de test serológicos masivos —una capacidad de detección que Italia no tenía antes—.

A Italia le sigue preocupando el peligro de un repunte del virus si la gente se relaja demasiado o hay muchos casos que burlan sus sistemas de testeo y localización. Muchos países europeos se han enfrentado a concentraciones de nuevos contagios desde la desescalada, incluidos Alemania, España y Polonia. Sin embargo, los números son mucho más bajos que en marzo y abril.

Mantener un número bajo de nuevos contagios está siendo una ardua tarea para todos. Incluso los países del este asiático aclamados por sus sólidas capacidades para luchar contra el virus, como Corea del Sur y Singapur, se han enfrentado a nuevos casos. Israel, que contuvo la primera oleada con un rápido confinamiento, demuestra lo rápido que se puede evaporar el progreso: un repunte de contagios inesperado ha provocado que el Gobierno revierta parcialmente la reapertura de la economía.

Foto: Los comisarios Margaritis Schinas y Stella Kyriakides. (Reuters)

La vuelta gradual de los viajes internacionales presenta otro desafío para los países que han mantenido unos niveles de contagio interno bajos. Grecia se confinó rápidamente tras descubrir sus primeros casos de coronavirus, una reacción característica de países que temían no tener los recursos sanitarios necesarios para afrontar un gran brote. Ahora, Grecia está detectando contagios entre turistas, e intentando compensar los riesgos para la salud con las necesidades de una economía que depende del turismo.

Solo quedan opciones dolorosas para los países con un repunte de contagios que ya han pasado por cuarentenas con altos costes económicos. Frenar la economía por segunda vez podría poner al límite la cohesión y las reservas financieras de los Estados. Los países en desarrollo que no cuentan con los sistemas de prestaciones sociales de los países de Europa occidental ya lo pasaron mal manteniendo a sus trabajadores inactivos durante el primer confinamiento.

Desde países más pobres como India hasta el poderoso EEUU, la presión económica de los hogares fue uno de los principales factores que llevaron a las autoridades a relajar las restricciones a pesar de niveles de contagio todavía altos.

"La mejor estrategia para los países menos desarrollados es asegurarse de que la población está tomando precauciones, llevando mascarillas y manteniendo la distancia física, para ganar tiempo para acelerar la vigilancia, los test y las capacidades de rastreo de contactos", declara Swapnil Mishra, investigador de salud pública en el Imperial College de Londres.

Mishra coescribió uno de los primeros estudios revisados sobre el impacto de los confinamientos en el contagio, utilizando datos de muertes por coronavirus en 11 países europeos para entender cómo el cierre de empresas, las órdenes de quedarse en casa y otras medidas afectaban a la propagación del virus. El estudio descubrió que el confinamiento ralentizó drásticamente la tasa de infección y salvó cerca de 3,1 millones de vidas en Europa en comparación con brotes exponenciales sin restricciones en el continente.

El equipo de Hsiang en Berkeley publicó otro importante estudio revisado sobre el confinamiento, utilizando métodos econométricos para estimar el impacto de políticas concretas de distanciamiento físico en la tasa de contagios en EEUU y países europeos y asiáticos. El estudio encontró que los contagios se doblaban aproximadamente cada dos días, un ritmo explosivo que se contrarrestaba con esfuerzos políticos draconianos y la cooperación de la gente.

Foto: EC.

Ahora, el problema es cómo mantener esa acción coordinada, dice Hsiang. "Es una prueba de resistencia contra un enemigo invisible".

Un tercer artículo reciente, un estudio de datos de 84 países realizado por investigadores de la Sloan School of Management del MIT, sostiene que el incentivo de la sociedad para mantener la distancia física es la clave para la siguiente fase —y que nos espera lo peor de la pandemia el próximo invierno—. El estudio del MIT advierte de que la segunda ola podría concentrarse en algunos países grandes, incluidos la India y EEUU.

"El pronóstico de la epidemia sigue siendo desalentador, con la mayoría de países presentando un nivel estable de casos y muertes que, aunque están por debajo de sus máximos, son preocupantemente altos", alertan los investigadores del MIT.

A medida que el mundo va relajando los confinamientos frente a la pandemia del coronavirus, los primeros resultados se sitúan entre un éxito inestable y una crisis que empeora.

Estudio científico