El plan de Ayuso para camelar al Ibex y los secretos internos sobre MAR

Isabel Díaz Ayuso acumula horas de vuelo como embajadora de la marca Madrid. Este febrero, su tarjeta de puntos Iberia Plus ha sumado un buen puñado gracias a su visita relámpago a Tel Aviv (puro oportunismo político como reacción a la intención de Ada Colau de que Barcelona rompa relaciones con la capital de Israel) y a su gira por Londres, donde ha ejercido como invitada especial del evento organizado por la British Chamber (Cámara de Comercio de Reino Unido en España) durante tres días para estrechar lazos económicos entre empresas de ambos países.

La dirigente madrileña sigue a pies juntillas una medida estrategia para exprimir su perfil business friendly. Antes de ir a la City, ya se había marcado un tanto con el anuncio de la llegada de Microsoft a nuestro país, donde la multinacional desarrollará tres centros de datos, uno de ellos en San Sebastián de los Reyes, en el cinturón norte de la capital. Ayuso ha capitalizado mediáticamente esta inversión (su anuncio), con independencia de que sea verdad o en realidad corresponda a gestiones realizadas por el Gobierno en el viaje oficial realizado a EEUU en el verano de 2021.

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Quien da primero da dos veces, y quien da explicaciones (la ministra Reyes Maroto reclamando las gestiones de Microsoft) va a remolque. Ayuso lo tiene tan claro que aprovecha la menor ocasión posible para dejarse ver en foros empresariales. Sabe que es terreno conquistado, más allá de lo que diga o prometa. Basta con posicionarse en contra del presidente Pedro Sánchez. A estas alturas de legislatura, las élites económicas se conforman también con muy poco y agasajan siempre a la lideresa autonómica, cual icono pop, entregadas a su peculiar estilo de hacer política.

A comienzos de año, Ayuso consiguió colarse en uno de estos eventos, en teoría concebidos sin espacio para partidos políticos. En el último Spain Investors Day, celebrado en Madrid a mediados de enero, un foro de encuentro entre empresas españolas e inversores internacionales, al margen de la participación del Rey y del presidente del Gobierno, a quienes se cursa invitación, en este orden, por pura deferencia institucional, la presidenta de la Comunidad de Madrid logró financiar un desayuno (patrocinador) para tener un asiento no previsto para políticos.

Ese jueves 12 de enero, ella fue la rock star. El número de solicitudes para asistir al tramo horario donde participaba Ayuso duplicó la cantidad de invitaciones movilizada por el propio Sánchez ese mismo día para la sesión vespertina. Por mucho que el prime time fuera distinto, lo que parece incontestable es que el furor generado por la dirigente del PP (siempre a lomos de promesas fiscales) entre la clase empresarial es inversamente proporcional al desafecto de esta hacia el presidente del Ejecutivo (erosionado por las servidumbres de gobernar en coalición).

Opinión

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Solo un mes después ha repetido bolo, aunque bajo el palio de la British Chamber. La agenda de los tres días ha estado repleta de encuentros, reuniones y entrevistas organizados por el anfitrión, con una buena representación de directivos españoles (CVC, Nuveen, Trilantic, Baalderton, Notion Capital, Cinven, Nauta Capital…) asentados en Reino Unido. Y la ocasión ha sido aprovechada de diferentes maneras: de cara al mercado anglosajón, colocar Madrid como la nueva Miami; para la audiencia española, conseguir que algún medio guiri se refiera a ella como "presidenciable".

Está claro que Ayuso ha evolucionado el modelo. Este arranque de 2023, en vísperas electorales, tiene poco que ver con los bolos que se montó en 2021 y 2022 para generar contenido de perfil internacional. Tanto su primer viaje a Nueva York/Washington como el segundo a Miami fueron despliegues bastante poco sutiles (sesión fotográfica de running frente al Capitolio incluida), con poca agenda (siendo generosos) y mucho agitprop en clave doméstica, a pesar de la distancia. Era café para muy cafeteros y ruido para seguir llamando la atención.

Su poder en Madrid es indiscutido, aunque su techo de cristal sigue estando en su controvertido jefe de gabinete

Cabe recordar que, no hace tanto tiempo, el favorito del establishment entre las caras renovadas del Partido Popular fue el alcalde de Madrid. Su gestión al frente de la pandemia convirtió a José Luis Martínez-Almeida en la esperanza blanca para gran parte de la clase empresarial, una vez que a Pablo Casado ya se le empezaban a ver las costuras como líder de la oposición. Hubo codazos por entrar en el patronato de la fundación creada por el Ayuntamiento de Madrid para canalizar la colaboración privada tras la crisis sanitaria. Estar allí era un must y el activo era Pepe, no Isabel.

Ahora que se cumple un año de la muerte política de Casado, resulta clara la victoria de Ayuso de puertas adentro del PP. Eso no significa que la madrileña tenga el favor de Alberto Núñez Feijóo, líder por aclamación interna. Su poder en Madrid es indiscutido mientras cuente con el respaldo de las urnas, aunque su techo de cristal sigue estando en la figura de su controvertido jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez. Todavía quedan cuentas pendientes y algunos fontaneros repescados, como la portavoz Cuca Gamarra, son guardianes de esos secretos que han llegado al gallego.