Alcaraz, Banamex y la renovación de 'Cristiano' González-Bueno

Todavía tiene llamadas y mensajes pendientes de contestar. La salida inesperada de CaixaBank a la vuelta de Reyes convirtió a Juan Antonio Alcaraz en el último cadáver exquisito del sector bancario español. El número tres del primer banco nacional y responsable de su dirección comercial acudió el lunes 9 de enero a una reunión con su compañero y jefe Gonzalo Gortázar, consejero delegado, pensando en despachar aspectos del plan estratégico y se encontró con las instrucciones para dirigirse a Recursos Humanos. Cuanto más arriba, más dura (y fría) puede ser la caída.

Pese a que ambos arrastraban un pulso profesional desde hacía años, nada hacía sospechar un desenlace tan brusco. El propio Alcaraz no asimiló de inmediato su salida. En las siguientes 24 horas, visitó a dos personas con influencia en el universo Caixa para testar sus posibilidades de librar batalla. Sin embargo, tanto Tomás Muniesa, consejero dominical y vicepresidente del banco, como Isidro Fainé, presidente de la Fundación Bancaria la Caixa y de Criteria Caixa, confirmaron con sus cariñosos silencios que nada podían hacer ya ante una decisión que estaba tomada.

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Las manos que mueven los peones del tablero hace tiempo que contemplaban este jaque. Sin embargo, hubo una ventana de oportunidad para que Alcaraz saliera por la puerta grande, rumbo a una nueva y última misión a sus 60 años. La oferta tenía todos los requisitos para ser irrenunciable, aunque implicara hacer las maletas rumbo a México, donde el billonario mexicano Carlos Slim, accionista de CaixaBank, tomó posiciones durante el año pasado para disputar la compra del banco comercial Banamex, hasta ahora filial de Citi, donde el canterano de Fainé sería el CEO.

Al final, sin embargo, fue enfermería. La cornada de su salida le borró del mapa durante 10 días. Hay quienes piensan que por su trayectoria en la casa y en el sector tal vez merecía otra despedida. Este madrileño había echado raíces en Barcelona desde sus años como jefe de la territorial catalana de BCH a las órdenes de Juan María Nin, un puesto que mantuvo tras la cruenta fusión con Banco Santander. Siempre de la mano de su valedor, luego recaló en Banco Sabadell y después en CaixaBank, donde durante 15 años ha transformado el concepto de banca de red.

Alcaraz ha caído a plomo. Ni consejos en filiales ni asesorías en el perímetro Caixa, como sí han disfrutado otros 'Ratos', para un ejecutivo que tiene difícil encontrar un puesto equivalente en el sector bancario español. Para no caer en el olvido, el financiero ha activado su agenda y despacha ya varios días a la semana por Madrid, mimetizado con el dress code del barrio de Salamanca, para identificar oportunidades profesionales y de negocio. No en vano, dicen que tiene una de las mejores redes de contactos del país y muchos conocidos que ahora tendrán que retratarse.

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Esta historia coincide en el tiempo con otra similar, pero en sentido opuesto. Si la cruz es para Alcaraz, la cara es para César González-Bueno, consejero delegado de Banco Sabadell, cuya situación actual pasa por un momento dulce. La reciente presentación de los resultados de 2022, el primer ejercicio completo que cumple como máximo ejecutivo, ha rebosado buenos números (beneficios casi récord, adelanto de objetivos y aumento del dividendo), así como el reconocimiento inmediato del mercado, con una subida en bolsa espectacular, acumulando un 25% en el año.

Aunque el anuncio de su fichaje se produjo a finales de 2020, con Banco Sabadell casi a las puertas de la unidad de cuidados intensivos, tras haber renunciado a una fusión de urgencia con BBVA, González-Bueno estrenó el cargo formalmente en la junta de accionistas de marzo de 2021. Tuvo tres meses para aterrizar y coger el testigo de su antecesor, Jaime Guardiola, que estuvo 13 años en el cargo y pilotó el banco desde el estallido de la crisis financiera en el verano de 2007. Todo lo que uno tuvo en contra parece tenerlo ahora el otro a su favor con la nueva política del BCE.

Sea como fuere, el caso es que la mano de González-Bueno (ex-ING y ex-NovaCaixaGalicia) y su nuevo equipo, entre otros Leopoldo Alvear (CFO), Cristóbal Paredes (Banca Corporativa), Carlos Ventura (Red), se nota tras el borrón y cuenta nueva hecho en 2020, con 650 millones en provisiones. La coyuntura favorable de los tipos de interés, los ajustes de costes (plantilla) y la recuperación del negocio británico TSB han catapultado los registros del banco, adelantando un año el cumplimiento del plan estratégico presentado para su mandato.

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Este episodio ha hecho que la renovación de su contrato original, también vinculado a un periodo base de tres años, sea ya un tema encima de la mesa solo dos años después de su debut. Superada la prueba del algodón como gestor y también su adaptación familiar a la vida en Barcelona, decisión que tuvo sin despejar hasta el pasado verano ante la opción de trasladarse a Madrid, donde su jefe Josep Oliu, presidente de Banco Sabadell, cuenta con residencia, el consejero delegado espera ampliar su mandato y consolidar así las bases del proyecto iniciado en la primavera de 2021.

Dado el momento dulce alcanzado, González-Bueno tiene todo a su favor para convertirse en el jugador franquicia del banco catalán, en su particular Cristiano Ronaldo. A sus 63 años, es probable que sea su último gran contrato como consejero delegado, por lo que nada hace pensar que la ampliación de su vinculación pueda tener aristas. Una relación ahora idílica que está muy lejos del final abrupto que ha tenido Alcaraz pese a su exitosa trayectoria en CaixaBank. Para aquellos que el dinero ya no es una inquietud, la gloria y el poder es lo que más les importa.