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¿Caídas del 4% en Wall Street? Los inversores esperan una inflación aún más persistente
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Sorpresa con los datos de inflación

¿Caídas del 4% en Wall Street? Los inversores esperan una inflación aún más persistente

El dato de EEUU destroza las expectativas de una caída rápida de los precios y deja el camino expedito para que los bancos centrales prolonguen su lucha agresiva contra la inflación

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En las últimas semanas, han proliferado los pronósticos que apuntaban que una rápida caída de la inflación a escala internacional podría ser el desencadenante de una violenta explosión alcista en los mercados. Algunas señales de que los precios habrían alcanzado ya un pico a inicios del verano justificarían estas previsiones.

Pero los abanderados de estos vaticinios recibieron este martes un importante jarro de agua fría, al comprobar que la escalada de los precios no se desmoronará tan fácilmente. El IPC de Estados Unidos conocido ayer (se situó en el 8,3% en agosto, dos décimas por encima de lo estimado por los expertos) hizo trizas cualquier estrategia basada en la expectativa de que los precios están ya en una fase de caídas. Durante la mañana, fueron los datos del IPC en Alemania y, sobre todo, en España los que se salieron del esquema, al mostrar que una resistencia de los precios elevados (pese a la rebaja del precio de los combustibles) superior a lo esperado.

El dato de EEUU parece mostrar que ya son los salarios los que impulsan el alza de los precios

Los fuertes recortes que ha llegado a experimentar Wall Street, que cerró con caídas del 4,3% en el S&P 500 y de casi el 5,6% en el Nasdaq, y el súbito repunte del dólar son síntomas evidentes de la sorpresa que causó una medida que, lejos de suavizarse, experimentó un repunte de una décima frente al mes anterior y que muestra unas tendencias subyacentes preocupantes (con un incremento de seis décimas).

“El IPC subyacente sorprendentemente fuerte en agosto, cuando la mayoría pensó que los precios más bajos de la gasolina también empujarían a la baja otros precios, indica que los salarios ahora se han convertido en el principal impulsor de la inflación”, advierten los expertos de Bloomberg Intelligence, dejando claro que el dato deja el camino expedito para que la Fed apruebe la próxima semana una nueva subida contundente de los tipos de interés.

Foto: Foto: EC Diseño.

Si hasta unas horas antes aún se hacían notar las voces de quienes apostaban por que la institución elevara el precio del dinero solo 50 puntos básicos, ahora son muchos los que consideran que un movimiento de 75 puntos podría quedarse corto y que podría ser precisa una macrosubida de hasta un punto porcentual. “Claramente, este resultado descarta cualquier conversación sobre la posibilidad de que la Reserva Federal sorprenda con un aumento de 50 puntos básicos la próxima semana”, indican en ING, donde no prevén, en cualquier caso, que el alza exceda los 75 puntos de las últimas reuniones.

Sea como fuere, lo que parecen reflejar los datos conocidos este miércoles es que la lucha de los bancos centrales contra la inflación será un proceso más largo y doloroso de lo que se venía descontando, una vez que el impulso generado por los precios de la energía se ha extendido ya a un amplísimo abanico de bienes y servicios y que unos mercados laborales ajustados (mucho más en EEUU, pero también en algunas partes de Europa) azuzan el riesgo de una espiral de precios y salarios.

“Esto implica que el riesgo de que la inflación se consolide a través de los efectos de segunda ronda sigue siendo elevado”, observa Silvia Dall'Angelo, economista sénior de Federated Hermes Limited, quien augura que la Fed seguirá subiendo los tipos durante la primera mitad del próximo año.

Foto: El presidente de la Fed, Jerome Powell. (Reuters/Pool/Tom Williams) Opinión
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Estas ideas parecen reforzar la estrategia planteada por el BCE la semana pasada. Aunque es evidente que la situación económica de EEUU y Europa es muy diferente (y, por ende, lo son los impulsores de la inflación), también el banco central de la eurozona se enfrenta a unas dinámicas de precios que amenazan con enquistarse y que lo obligarán, según explicitó su presidenta, Christine Lagarde, a seguir endureciendo las condiciones monetarias en las próximas reuniones. En ABN Amro, ya apuestan por que la tasa de depósito (actualmente en el 0,75%) se elevará hasta el 2% a final de año, con otra alza de 75 puntos en octubre.

Todo esto, es evidente, tiene unas consecuencias muy relevantes para el mercado, posiblemente aún no posicionado para un escenario de inflación persistentemente elevada durante los próximos trimestres (no hay más que ver las contundentes caídas de bolsas y bonos tras la publicación del dato estadounidense). El descalabro de las compañías tecnológicas, la subida del dólar o el revés al oro y al bitcoin son indicativos de los cambios a los que pueden verse obligados los inversores en las próximas semanas, aunque, en última instancia, no parece fácil dar forma a una estrategia confortable para enfrentar el escenario actual.

Sin evidencias de una mejora de las cadenas de suministro que alivie las restricciones de oferta y sin noticias geopolíticas capaces de solventar las tensiones en el terreno energético, los inversores solo pueden esperar que sea un frenazo notable de la economía el que haga posible un enfriamiento de los precios acelerado en los próximos meses. Y ese no parece un escenario que tampoco permita presagiar muchas alegrías en el medio plazo.

En las últimas semanas, han proliferado los pronósticos que apuntaban que una rápida caída de la inflación a escala internacional podría ser el desencadenante de una violenta explosión alcista en los mercados. Algunas señales de que los precios habrían alcanzado ya un pico a inicios del verano justificarían estas previsiones.

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