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Europa, el veto al crudo ruso y el rompecabezas de una economía cada vez más vulnerable
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Nuevo récord de la inflación

Europa, el veto al crudo ruso y el rompecabezas de una economía cada vez más vulnerable

La economía europea se enfrenta a las nuevas restricciones al petróleo ruso en una situación crítica, con las presiones inflacionarias estableciendo nuevos récords

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De un lado, una tasa de inflación récord, que al término de mayo supera ya el 8%. Del otro, un principio de acuerdo para vetar una parte sustancial (en torno a dos tercios) del suministro de petróleo a la eurozona. Las esperanzas de que la crisis inflacionaria que atraviesa europea represente un ‘shock’ llamado a extinguirse en los próximos meses encajaron este martes un doble golpe que obliga a replantearse las perspectivas de la región para el conjunto del ejercicio.

Aunque las tensiones derivadas de la guerra de Ucrania representan un factor que el mercado ya tiene asumido en sus expectativas, el reciente repunte de los precios del petróleo (con el Brent rondando máximos anuales tras escalar un 20% en las últimas tres semanas) evidencia que el nuevo veto de Bruselas al crudo ruso es entendido como un elemento que agrava las circunstancias en que se mueve la economía regional.

“Una hipotética interrupción de importaciones energéticas procedentes de Rusia acarrearía un impacto sobre el PIB de la economía española de entre un 0,8% y un 1,4% a lo largo del primer año”, estima una nota emitida este mismo martes por el Banco de España, que eleva el golpe para el conjunto de Europa a una horquilla entre el 2,5 y el 4,2%.

Un veto total a la energía rusa puede restar más de 4 puntos al PIB de la UE

Es cierto, como la propia nota indica, que la mayor parte de este impacto potencial (en torno a un 70%) provendría de una suspensión del comercio de gas que aún no está en las cartas (aunque varios países han perdido ya acceso a los suministros rusos por negarse a pagarlo en rublos), mientras que el cierre del grifo del crudo sería aparentemente más llevadero, entre otras razones por la mayor facilidad para sustituirlo. Sin embargo, este reemplazo podría resultar más complejo de lo que parece.

Como observan en ING, la Unión Europea importa alrededor de 2,3 millones de barriles de petróleo ruso al día y el nuevo veto al petróleo adquirido por vía marítima, más los planes de Alemania y Polonia para reducir a cero sus importaciones de crudo ruso por oleoducto supondrían un impacto sobre el 90% del petróleo que suministra Rusia a la región.

Ante este déficit, el esquisto estadounidense difícilmente podría ofrecer algo más que un amortiguador (se espera que su producción hasta final de año crezca en unos 840.000 barriles diarios) y solo la OPEP podría cubrir el déficit restante. Pero ni la organización parece dispuesta a asumir ese papel ni su capacidad sobrante es tal que ponerla a trabajar pueda eliminar las inquietudes del mercado. “Si tuvieran que aprovechar esta capacidad sobrante, es probable que el mercado no tarde demasiado en pasar de una narrativa de la necesidad de un suministro adicional de la OPEP a una narrativa de que el mercado es más vulnerable dada la reducción de la capacidad sobrante”, consideran en el banco holandés.

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En cualquier caso, y mientras Europa sigue trabajando en la puesta en marcha de alternativas para desvincularse de la energía rusa, parece inevitable que las circunstancias sigan impulsando un precio elevado de las materias primas energéticas –no solo del crudo– alimentando unas presiones inflacionistas que ya hace tiempo que se han extendido a otros muchos productos, lo que azuza el riesgo de una espiral de precios al alza de larga duración.

Y todo esto, obviamente, vendría a hacer más complejo el papel del BCE, obligado a actuar ante una inflación que sigue pulverizando registros, pero que no puede perder de vista las vulnerabilidades que empiezan a aflorar en la región (como muestra, Francia ha comunicado una contracción de su PIB en el primer trimestre del año).

La debilidad de algunos países dificulta adicionalmente la tarea del BCE

“La dinámica reciente de la inflación ha provocado un cambio en la postura del BCE, que ahora subirá tipos en julio y septiembre y saldrá de las tasas negativas para septiembre, según las últimas señales de la presidenta Lagarde. En general, esperamos tres subidas de tipos este año. Sin embargo, existe la posibilidad de que el BCE se detenga después de dos alzas, dados los riesgos a la baja para el crecimiento”, observan en Oxford Economics.

La escalada de los tipos de interés de los países periféricos es uno de los principales reflejos de los riesgos a los que se enfrenta Europa en las circunstancias actuales. Goldman Sachs señalaba en un informe publicado este lunes que Italia podría ver comprometida su solvencia con tipos de la deuda a 7 años por encima del 2,75%. Actualmente, se encuentran por encima del 2,6%.

La situación es muy compleja y el veto al petróleo ruso no ayuda. Sin embargo, como explica María Romero, socia directora de Economía de Afi, la decisión adoptada por Bruselas y una escalada de los precios del crudo al entorno de los 120 dólares no representa ningún cambio sustancial en las previsiones que ya se venían asumiendo. “La cuestión es qué pasará a partir de ahora. Nosotros esperamos que se mantenga en estos niveles hasta finales de año. Pero si la situación geopolítica se vuelve más tensa, los precios de la energía siguen escalando y se disparan aún más las tasas de inflación, el escenario puede volverse muy difícil para Europa”.

De un lado, una tasa de inflación récord, que al término de mayo supera ya el 8%. Del otro, un principio de acuerdo para vetar una parte sustancial (en torno a dos tercios) del suministro de petróleo a la eurozona. Las esperanzas de que la crisis inflacionaria que atraviesa europea represente un ‘shock’ llamado a extinguirse en los próximos meses encajaron este martes un doble golpe que obliga a replantearse las perspectivas de la región para el conjunto del ejercicio.

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