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Karlsruhe no será la tumba de la recuperación europea... de momento
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Decisión del Constitucional

Karlsruhe no será la tumba de la recuperación europea... de momento

La puerta abierta por el tribunal a la puesta en marcha del 'Next Generation' supone eliminar un importante obstáculo en el plan europeo para dejar atrás el golpe de la crisis

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Hace tiempo que los mercados viven casi de espaldas a los riesgos. La avalancha de dinero con la que los bancos centrales han regado la economía ha permitido a los inversores soslayar las dificultades y abrazarse a las esperanzas de recuperación que asoman en algún horizonte indeterminado tras el golpe del coronavirus.

Solo así se entiende que a lo largo del mes transcurrido desde que el Tribunal Constitucional alemán puso en cuarentena la aprobación de la ley para que Alemania ratificara su participación en el plan de recuperación europeo, a pesar de los peligros advertidos por los expertos: "El hecho es que la decisión del viernes pasado conlleva un alto riesgo de retrasar, si no descarrilar, la joya de la corona de la reacción fiscal de la UE a la crisis actual", observaban entonces en ING.

Y es así como se explica, igualmente, la escasa repercusión que ha tenido sobre los parqués en la mañana de este miércoles la resolución de la corte de Karsruhe, con la que la amenaza ha quedado desactivada. Al menos de momento.

Los mercados han obviado la noticia, como apenas consideraron la amenaza

"Buen día para Europa. Y buen día para el papel de Alemania en él", valoraba el director adjunto del think thank Jacques Delors Centre, Lucas Guttemberg, tras el fallo del tribunal. Aunque el Constitucional germano deja abierta la puerta a un proceso completo en el que se valorará más en profundidad el caso, la resolución de este miércoles, que descarta un bloqueo preventivo, ha resultado lo suficientemente clara y rápida como para permitir que Alemania respalde el fondo de recuperación sin incurrir en más dilaciones que pongan en riesgo la efectividad del proyecto.

Porque la importancia del plan 'Next Generation', sustentado con estos fondos, para el futuro de Europa resulta cada vez menos discutible. Se puede aducir, cierto es, que las cantidades de las que se nutre este proyecto son relativamente limitadas (apenas un tercio del plan de infraestructuras planteado en EEUU por el presidente Joe Biden) y que su distribución a lo largo de varios años puede limitar su eficacia como palanca sobre la que apoyar el resurgir de la economía europea tras el golpe de la pandemia.

Foto: Angela Merkel. (Reuters)

Sin embargo, su configuración como un plan de inversiones en sectores destinados a liderar la nueva economía global, es vista como la clave que puede hacer de Next Generation una herramienta capaz de impulsar el potencial de crecimiento a largo plazo de la economía regional. Además, su entrada en vigor, que se espera que se haga efectiva a partir del tercer trimestre de este año, debe suponer un refresco nada desdeñable al estímulo fiscal en Europa, en un momento en que la postura de los gobiernos nacional parece estar girando hacia una mayor contención en el gasto, a medida que empieza a dejarse oír un incipiente debate sobre la consolidación que deberán abordar una vez superada la crisis.

Y no es este un asunto menor. Los expertos de Oxford Economics advierten en una nota publicada este miércoles, en la que auguran que la Unión Europea restablecerá sus reglas fiscales a partir de 2023, de que "es necesario repensar las reglas fiscales, ya que la aplicación del marco fiscal actual a un panorama económico muy diferente en el futuro muy probablemente resultaría en errores de política duraderos. Si bien 2023 parece distante, la incertidumbre sobre el marco fiscal y las respuestas individuales que están tomando los gobiernos nacionales podrían afectar la recuperación posterior al covid y aumentar la divergencia entre las economías de la eurozona".

Este aviso debe servir como recuerdo de que el futuro económico de Europa se enfrenta a desafíos tan o más relevantes como los que rodean al fondo de recuperación y entre los que la configuración de un marco capaz de satisfacer las distintas sensibilidades europeas (también en instituciones fundamentales como el BCE) ocupa un papel determinante.

Un fallo posterior en contra bloquearía soluciones similares ante próximas crisis

Para el Next Generation, ahora con la luz verde ofrecida por Karlsruhe siguen quedando obstáculos que superar. El primero, que debería ser fácilmente salvable, es el de obtener los pertinentes vistos buenos de los parlamentos nacionales que aún no se han pronunciado sin incurrir en más retrasos. El segundo, mucho más crítico y complejo, es el de activar unos mecanismos suficientemente eficaces para dotar a los distintos planes de inversiones de suficiente cohesión y coherencia para que sus efectos positivos no resulten flor de un día.

Y aún queda la amenaza a más largo plazo que implicará la revisión más a fondo del plan por parte del Tribunal Constitucional germano. Una decisión que si bien difícilmente llegará a tiempo para bloquear la completa ejecución del programa sí puede suponer un mazazo a las posibilidades de que una herramienta como ésta acabe consolidándose como una opción a considerar en Europa ante futuras crisis.

Sería esa en cualquier caso una preocupación a futuro que parece ocioso plantear a día de hoy, con la cantidad de obstáculos inminentes por salvar. El de la corte de Karlsruhe se ha resuelto momentáneamente de forma satisfactoria. Quedan otros suficientemente amenazantes como para no considerar expedita la senda hacia la recuperación de la economía europea.

Hace tiempo que los mercados viven casi de espaldas a los riesgos. La avalancha de dinero con la que los bancos centrales han regado la economía ha permitido a los inversores soslayar las dificultades y abrazarse a las esperanzas de recuperación que asoman en algún horizonte indeterminado tras el golpe del coronavirus.

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