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Telefónica: fortalezas que asoman tras el persistente problema de la deuda
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Telefónica: fortalezas que asoman tras el persistente problema de la deuda

Los recientes informes de Fitch y Moody's han recalcado que la operadora cuenta con una importante serie de ventajas competitivas que hoy por hoy el mercado no parece valorar

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Hace tiempo que Telefónica vive con la soga de la deuda al cuello. Una soga que hace apenas 11 días pareció estrecharse peligrosamente, cuando S&P anunció un recorte de su 'rating' hasta situarlo solo un escalón por encima de los niveles del bono basura. "En contraste con nuestra expectativa anterior de métricas crediticias mejoradas en 2020 y un retorno a niveles adecuados en 2021-2022, ahora esperamos que las métricas de Telefónica se deterioren este año, debido a menores ingresos y beneficios, provocados por menores ingresos de servicios respecto al año anterior como consecuencia de la pandemia y los movimientos adversos en las divisas, que afectan a la contribución de los negocios de Latinoamérica", explicó entonces la agencia de 'rating'.

Si aquel golpe parecía poner el grupo que dirige José María Álvarez-Pallete al borde de un tropiezo mayúsculo, menos de dos semanas después podría decirse que las sensaciones en torno al grupo apuntan más en positivo que a la baja. En este lapso, las otras dos grandes agencias de calificación, Fitch y Moody's, han emitido también sus respectivas valoraciones sobre la compañía española y en ellas han predominado los mensajes de aliento, que permiten ofrecer una visión menos pesimista de la situación a que se enfrenta Telefónica.

No hay que llevarse, en cualquier caso, a engaño. Si Telefónica es hoy una compañía valorada en menos de 20.000 millones de euros, tras perder casi dos tercios de su valor en el último lustro, es porque se mueve en un entorno muy complejo, en un negocio con limitado potencial de crecimiento y ferozmente competido, al que le suma vulnerabilidades particulares que le han hecho perder gran parte de su crédito ante los inversores. El golpe de la pandemia acabó por echar por tierra sus planes de desapalancamiento, que pasaban en gran medida por deshacerse de su negocio latinoamericano (con la excepción de Brasil) y ha propiciado un golpe a sus cifras de negocio, hasta el punto de que se espera que en este ejercicio su ebitda se sitúe en sus niveles más bajos desde 2004.

Entre los expertos, existe una visión casi unánime de que el mercado ha ido demasiado lejos en el castigo a las vulnerabilidades de la operadora

Pero, entre los expertos que cubren la compañía, existe una impresión casi unánime de que el mercado ha llevado sus preocupaciones sobre el grupo a cotas difícilmente justificables con los números en la mano, de modo que hoy, y a pesar de su reciente remontada —gana más de un 30% desde principios de noviembre—, cotiza a menos de nueve veces sus beneficios estimados para 2021, frente a las 10 veces de Orange, las más de 13 de Deutsche Telekom o las 18 veces de Vodafone.

Entre los inversores, parece haber calado la idea de que Telefónica es poco menos que una reliquia de la vieja economía sin las condiciones apropiadas para adaptarse a los retos del futuro. Y es contra ese mensaje contra el que parecen levantarse valoraciones como la emitida este martes por Moody's, que tras mantener sin cambios la nota que otorga a la operadora (Baa3, también en el nivel más bajo de los considerados grados de inversión) no dudó en subrayar las fortalezas que presenta el negocio de la española, desde su gran escala, y "los beneficios de diversificación asociados con su sólida posición en sus mercados clave (España, Alemania, Reino Unido y Brasil)", hasta "la posición reforzada de la compañía como operador integrado fijo-móvil en el Reino Unido", tras su alianza con Virgin Media, o "el amplio despliegue de su red de fibra de alta calidad en España", sin olvidar "el historial de sus gestores y la buena gestión de la liquidez de la compañía".

El mensaje no difiere mucho del expuesto una semana antes por Fitch y viene a evidenciar que tras la montaña de desconfianza que en los últimos años ha aplastado toda expectativa favorable sobre Telefónica, permanecen en pie importantes fortalezas que bien merecerían un mayor aprecio por parte de los inversores. No en vano, actualmente, solo una de las 30 firmas que cubren el valor (según los registros de Bloomberg) aconseja vender sus acciones, a las que se les otorga un precio objetivo medio más de un 30% superior al que marca hoy su cotización.

La esperada consolidación del sector a nivel europeo podría aliviar muchos de los problemas que pesan hoy sobre las operadoras europeas

Obviamente, cambiar la imagen que impera en el mercado sobre una compañía tan golpeada requiere mucho más que una simple relación de fortalezas; solo un viraje profundo en las condiciones del mercado puede volver a situar Telefónica en el radar de tantos inversores que hoy ni siquiera la toman en consideración. La reciente rotación, favorecida por la expectativa de vacunas contra el coronavirus, se ha traducido ya en una mejora considerable. Pero para afianzarla, parecen precisas noticias que dibujen un entorno más favorable para el sector en general y para la operadora española en particular.

Para Telefónica, como para el conjunto de las operadoras, no será nada fácil competir con compañías inmersas en negocios de mucho mayor crecimiento potencial (véase como claro ejemplo Cellnex) para captar el interés de los inversores. Ni siquiera el despliegue del 5G es visto con demasiadas esperanzas, ante la probabilidad de que, una vez más, sean las grandes tecnológicas las que expriman su potencial.

Pero aun así, es posible atisbar un escenario algo más propicio para el sector, especialmente si se concretan las crecientes expectativas de una nueva ola de consolidación en Europa, que en España podría estar conducida por la varias veces planteada integración de MásMóvil con Vodafone España. Telefónica podría sumar a esto, además, los réditos esperados de su reciente alianza británica, aunque el verdadero cambio solo vendría de la mano de una operación de calado que le permita finalmente librarse de esa soga que supone la deuda que la atenaza desde hace años. En esas condiciones, sería mucho más fácil que el mercado redujera su escepticismo sobre la compañía y reparara en los méritos que incluso las agencias de calificación no han dudado en reconocerle.

Hace tiempo que Telefónica vive con la soga de la deuda al cuello. Una soga que hace apenas 11 días pareció estrecharse peligrosamente, cuando S&P anunció un recorte de su 'rating' hasta situarlo solo un escalón por encima de los niveles del bono basura. "En contraste con nuestra expectativa anterior de métricas crediticias mejoradas en 2020 y un retorno a niveles adecuados en 2021-2022, ahora esperamos que las métricas de Telefónica se deterioren este año, debido a menores ingresos y beneficios, provocados por menores ingresos de servicios respecto al año anterior como consecuencia de la pandemia y los movimientos adversos en las divisas, que afectan a la contribución de los negocios de Latinoamérica", explicó entonces la agencia de 'rating'.

José María Álvarez Pallete Noticias de Telefónica Moodys
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