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“Si mi cartera es conservadora… ¿Por qué pierde más que una arriesgada?”
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GUERRA, RALENTIZACIÓN ECONÓMICA...

“Si mi cartera es conservadora… ¿Por qué pierde más que una arriesgada?”

El castigo a la renta fija está siendo muy severo, mientras que la renta variable aguanta mejor

Foto: Foto: Reuters/Brendan McDermid
Foto: Reuters/Brendan McDermid

Imagine que le plantean la opción de elegir entre 10 carteras, ordenadas de menor a mayor riesgo, y que usted, que es muy precavido, se queda con la indicada para un perfil más cauto. Y que de pronto llega un año como 2022, con una guerra, con temor a una fuerte ralentización económica, con perspectivas de subidas de tipos… Esperaría que su cartera defensiva le protegiese mucho mejor que el resto, ¿verdad?

Pues todo lo contrario está sucediendo en muchas carteras de fondos, como pueden atestiguar cientos de miles de inversores. Por ejemplo, en la gama de fondos Cartera Naranja de ING Direct. La versión 10/90, la que está pensada para un perfil conservador, pierde ahora mismo un 5,1% en 2022, mientras que la Cartera Naranja 90, diseñada para un perfil arriesgado, apenas cede un 3,7%.

Lo mismo sucede, por ejemplo, en multitud de gestores automatizados o robo advisors. La cartera 1/10 de Indexa Capital, la más defensiva, pierde más de un 6% en 2022, según la web de la entidad, mientras que la 10/10, la más atrevida, tan sólo se deja un 4,3%. Aunque la mayor parte de sus clientes están precisamente en los perfiles de riesgos más altos.

En la gran banca, también podemos encontrar paradojas similares. A un año, el Santander Gestión Global Crecimiento, el megafondo más precavido de la entidad de su gama Santander Gestión Global, pierde un 4% a un año, mientras que el Santander Gestión Equilibrado, de riesgo intermedio, cae un 2,4% y el Decidido, apenas cede unas décimas. Aunque en lo que va de 2022, sí cae más el más intenso (el Decidido pierde un 8% y el Crecimiento, un 5,6%).

“Como si fueran caídas del 30% o 40% en bolsa”

¿Por qué? Las carteras defensivas están cargadas de renta fija. Y, en muchos casos, de bonos de gobiernos, cuyos precios se han visto zarandeados por el cambio de ciclo de los bancos centrales ante la necesidad de poner coto a la inflación.

Muchos clientes todavía se sorprenden al ver caídas en renta fija, por el equívoco que les genera ese adjetivo. Pero al igual que ocurre con las acciones, aunque el interés que pague un bono sea constante, el precio sí se mueve y puede subir o bajar. Y cuando se empiezan a descontar subidas de tipos, los que están cotizados en los mercados en ese momento bajan (porque los nuevos que se emitan pagarán más intereses y, por lo tanto, los inversores los preferirán).

Justo en esas estamos ahora. “Desafortunadamente, lo que más ayuda es no tener renta fija, en este periodo tan particular en el que muchos inversores han entendido en carne propia que la renta fija no es fija”, explicaba en Twitter Francisco Quintana, director de estrategia de inversión en ING Direct. “Las caídas de este año son equiparables a correcciones del 30 o 40% en bolsa”, añadía.

Foto: Foto: EFE/Vega Alonso

Desde Inbestme definen como “bastante peculiar” el comportamiento de las carteras: “Este año el panorama es un poco más complejo, ya que las pérdidas en las clases de activos de renta fija son muy significativas”, explican desde en su blog. En su caso han conseguido evitar caídas mayores por tener la opción más cauta posible dentro de los bonos, es decir, con la “menor exposición a tipos de interés más altos”. Pero aún así registran descensos.

Para François Derbaix, de Indexa Capital, el comportamiento que estamos viendo puede sorprender: “Es anómalo, pero no tanto si estamos mirando un periodo de muy corto plazo, como 3 o 4 meses. Hay que mirar siempre los mercados financieros en plazos largos… Y hay que tener en cuenta que la renta fija había subido mucho los últimos años”.

¿Ha pasado lo peor o puede caer más?

¿Pero qué hacer ahora? “A estas alturas, deshacerse de posiciones de renta fija podría ser un error, porque ya está muy descontado todo”, decía esta semana en un consultorio de Finect el asesor financiero Manuel Sánchez, de Mapfre Gestión Patrimonial. “Es más, puede que en el corto plazo pueden darse oportunidades interesantes”, añadía.

Algo similar contempla Ángel Olea, director de inversiones de Abante: “Estamos empezando a mirar con otros ojos la renta fija, hay oportunidad”. “Nos planteamos empezar a tomar bonos de gobierno de duraciones más altas, a lo mejor 5-7 años, para ir construyendo una posición, ya que pensamos que el bono americano en el 3% tiene mucho menos riesgo que en el 1,5%, que es como comenzó el año”.

Eso sí, los expertos recomiendan cautela para el inversor particular. Y hacerse a la idea de que ahora mismo para tomar posiciones en estos mercados hay que asumir más riesgo del tradicional: “Cuesta ver que hayamos terminado de ver noticias negativas en general para la renta fija, la tendencia es que los tipos sigan yendo al alza y, por lo tanto, se sigan viendo pérdida”, comenta Franscico Sáinz, director de inversiones de Imantia Capital. “Aunque a medio plazo tener liquidez es perder dinero contra la inflación, poseer bonos de largo plazo en cartera es asumir un riesgo de sufrir pérdidas”, añade.

Imagine que le plantean la opción de elegir entre 10 carteras, ordenadas de menor a mayor riesgo, y que usted, que es muy precavido, se queda con la indicada para un perfil más cauto. Y que de pronto llega un año como 2022, con una guerra, con temor a una fuerte ralentización económica, con perspectivas de subidas de tipos… Esperaría que su cartera defensiva le protegiese mucho mejor que el resto, ¿verdad?

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