El regreso a la bahía de Santander de la 'ochentera' águila pescadora

Con más de medio metro de longitud y 1,70 de envergadura, unas poderosas garras y un plumaje bellamente contrastado, con las partes inferiores blancas, el dorso marrón oscuro y un distintivo antifaz, el águila pescadora (Pandion haliaetus) es una de las rapaces más bellas y espectaculares de la fauna ibérica, así como una de las más escasas y amenazadas.

En la península Ibérica, se extinguió a principios de los años ochenta del siglo pasado. Desde entonces, la población española se limitaba a unas pocas parejas que anidaban en las islas Canarias y el archipiélago balear. Sin embargo, gracias a los programas de reintroducción llevados a cabo por entidades científicas y organizaciones conservacionistas, en los últimos años se reproduce con éxito al sur de Andalucía, en las provincias de Cádiz y Huelva y se ha instalado también en Extremadura y Portugal.

Estrictamente vinculada al medio acuático y muy especialmente a las zonas costeras, donde se alimenta de peces de todos los tamaños que captura zambulléndose bajo las olas, el águila pescadora es una especie protegida incluida en el Catálogo nacional de especies amenazadas como vulnerable. También aparece en el Libro rojo de las aves de España con la categoría de en peligro. Actualmente, la población nidificante de la especie en nuestro país ronda el medio centenar de parejas.

Más allá de sus zonas de cría, la bahía de Santander es una de las áreas del norte peninsular donde se venían registrando más citas de esta especie durante los pasos migratorios y la invernada de esta rapaz. Desde principios de los dos mil, se venía observando de manera regular a un macho que había elegido la bahía para pasar el invierno, un mismo ejemplar al que en los últimos años se sumaron otros, dando lugar a nuevos avistamientos.

Un gran éxito conservacionista

Como consecuencia, y dado el alto interés de la especie, desde la entidad Bahía de Santander Ecoturismo, y a través del Osprey Centre, se decidió llevar a cabo un proyecto conservacionista para promover la reproducción del águila pescadora en este espacio natural, clasificado como zona de especial conservación (ZEC) de la Red Natura 2000 de la UE. El proyecto incluyó la instalación de posaderos y plataformas nido para favorecer el asentamiento de alguna pareja de la especie. Algo que finalmente ocurrió en la primavera de 2017.

Sin embargo, la pareja inicial no llegó a criar, seguramente debido a la larga edad de la hembra y su posible infertilidad. Pero la llegada de una nueva hembra el año pasado dio lugar a la primera puesta de la especie en el norte de España. Nacieron dos pollos que fueron perfectamente alimentados por sus padres hasta que abandonaron el nido a finales de agosto. Un éxito que permitió albergar la esperanza de que la especie se asentara definitivamente en la zona, como así ha acabado sucediendo.

Este año han sido tres los pollos que han nacido en el nido de las pescadoras de la bahía de Santander, consolidando el buen trabajo llevado a cabo por el equipo del proyecto para favorecer la recuperación natural de la especie y su regreso a este bello enclave de la cornisa cantábrica. Un logro que, además de incrementar la biodiversidad de este espacio natural, contribuye a aumentar el área de distribución de esta especie amenazada en nuestro país y a favorecer la conectividad entre el resto de las poblaciones europeas e ibéricas.

Para apuntalar este gran logro conservacionista, y dado que aún no se han implementado medidas especiales de protección, ni del espacio, ni del área de nidificación, desde el Osprey Center de la bahía de Santander hacen un especial llamamiento a la colaboración ciudadana, apelando al sentido común y a la responsabilidad de los visitantes que acudan a este espacio natural.

Durante las pasadas temporadas de seguimiento, se han observado diferentes actividades perturbadoras que se deberían evitar, como la intrusión en la zona de cría de personas y embarcaciones o los ruidos excesivos de motos de agua que circulan por la bahía a elevada velocidad.

Para reducir estas y otras molestias, principalmente procedentes de las actividades acuáticas, se podría optar por la zonificación del área de cría con la colocación de carteles y poner en marcha una normativa regulatoria del tráfico marítimo. Así mismo, sería conveniente realizar una campaña divulgativa para concienciar a visitantes, pescadores y navegantes, así como a las empresas turísticas que promueven actividades de ocio activo en la zona. Por último, sería necesario implementar el plan de gestión de la ZEC dunas del Puntal y estuario del Miera, lugar donde se ubica el territorio de cría de las águilas.

Desde la organización, y en colaboración con la Roy Dennis Wildlife Foundation, se continuará con la labor de vigilancia del nido y de la fase final de la reproducción durante las próximas semanas, tras el reciente marcaje de los pollos con anillas de lectura a distancia para facilitar su posterior seguimiento a fin de conocer y proteger mejor a esta valiosa especie.