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Naturaleza urbana: "Las rapaces crían cada año en la ventana de mi piso"
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Naturaleza urbana: "Las rapaces crían cada año en la ventana de mi piso"

La periodista Ana Ruiz Echauri se ha convertido en cronista de la naturaleza con una de las historias más seguidas en las redes sociales: la de los cernícalos que crían en su ventana

Foto: Uno de los cernícalos que crían en la ventana. (Ana Ruiz)
Uno de los cernícalos que crían en la ventana. (Ana Ruiz)

El cernícalo es una pequeña ave rapaz perteneciente al grupo de los falcónidos, primo hermano de halcones, esmerejones y alcotanes, que resulta muy fácil de observar en el medio rural, especialmente en dehesas, estepas cerealistas y otros cultivos de campo abierto. Asimismo, estas pequeñas rapaces han aprendido que los márgenes de la carretera son una despensa de animalillos atropellados, por lo que a menudo aparecen junto a las vías de tránsito, posados en postes, torres de alta tensión o señales de tráfico. En España crían dos especies, el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) y el cernícalo primilla (Falco naumanni), aunque cada vez se dan más citas de cernícalo patirrojo (Falco vespertinus) durante sus pasos migratorios.

Foto: Webcam en nido de águila pescadora. (Kotkaklubi)

En vuelo, la principal característica es su querencia por mantenerse suspendidos en el aire, con la cola abierta en abanico y un intenso batir de alas, como si fueran una pequeña cometa viviente. De ese modo, con la cabeza hacia abajo y la mirada fija en el suelo, pueden permanecer un buen rato colgados del cielo, escudriñando el terreno en busca de una presa: un ratón, un topillo, una lagartija o una langosta, entre otros. Una vez localizada, dejan de aletear para cernirse sobre ella (de ahí el curioso nombre de esta rapaz), atraparla entre sus garras y llevársela en volandas hacia su posadero, o aportarla al nido para alimentar a sus polluelos. Son un verdadero espectáculo de la naturaleza.

placeholder Cernícalo en vuelo. (EFE/Beldad)
Cernícalo en vuelo. (EFE/Beldad)

Pero otra de las curiosidades de los cernícalos es su marcado carácter urbanita, siendo numerosas las ocasiones en las que se les puede observar, no ya en parques y jardines, sino posados en lo alto de un semáforo, un edificio, o una valla publicitaria. Es tanta su predilección por habitar nuestras ciudades que, pese al acoso que sufren en los entornos urbanos, son capaces incluso de criar en ellas. Y eso es exactamente lo que hizo hace años la pareja de cernícalos vulgares que eligió el piso de la periodista Ana Ruiz Echauri, compañera de los servicios informativos de TVE, para instalar su nido.

Para ello eligieron un tiesto instalado en el alféizar de la ventana de la cocina, a diez plantas de altura, en pleno centro de una gran ciudad que la periodista nos solicita mantener en el anonimato. Y es que su historia ha generado un gran interés en las redes sociales, desde donde Ana, ejerciendo su oficio de cronista, retransmite el acontecer de La ventana de los cernícalos: título del libro donde ha recogido esta historia que hoy comparte con nosotros, mientras los cernícalos están en plena puesta e incubación de los huevos.

PREGUNTA: Una pequeña gran historia que además tiene un inicio especialmente emotivo para ti.

RESPUESTA: Así es. La primera pareja de cernícalos llegó hace exactamente 20 años, en 2003. Al menos fue la primera vez en que nos fijamos en unas aves que no eran palomas y que acudían mucho a la ventana. Fue mi padre, gran amante de la naturaleza, quien se fijó en ellos. Unos meses más tarde falleció repentinamente, así que es difícil olvidar aquella primera vez.

El lugar donde empezaron a anidar ha sido siempre el mismo: una pequeña jardinera en la ventana de la cocina. Esa ventana está orientada al Este, así que es soleada por la mañana. Y no hicimos nada para que se instalaran en ella, creo que simplemente les gustó el lugar y decidieron quedarse. En aquellos primeros años cerramos los visillos de la ventana para que estuvieran tranquilos, solo eso: el resto fue pura magia.

placeholder Uno de los cernícalos en la ventana. (Ana Ruiz)
Uno de los cernícalos en la ventana. (Ana Ruiz)

P. Y por arte de magia, desde entonces tu jardinera ha pasado a convertirse en su nido.

R. Han criado muchos años, ahora lamento no haber llevado un diario exacto. La última excepción, el último año que yo recuerde en que no vinieron, fue en 2019. Y también coincidió con algo doloroso en mi vida, la muerte de mi madre.

Hacemos vida normal en la cocina, el único sacrificio es no encender la luz por la noche. Hace cuatro años colocamos un vinilo en el cristal que impide que ellos vean el interior; así es más fácil observar y fotografiar sin molestarlos. Los ruidos normales de una cocina, como la lavadora, no parecen afectarles, además, hay una doble ventana, así que quizá oyen más lo que ocurre en la calle que dentro de la casa.

placeholder Una de las puestas de los cernícalos. (Ana Ruiz)
Una de las puestas de los cernícalos. (Ana Ruiz)

P. Y desde entonces, La ventana de los cernícalos pasó a ser foco de atención para miles de personas. ¿A qué crees que obedece ese alto interés en las redes sociales?

R. Esto es difícil de saber… La expectación aumentó muchísimo en la primavera del 2020, cuando todos estuvimos confinados. Entonces las redes sociales se convirtieron en otras ventanas para comunicarnos. Ir contando su historia llamó la atención de muchas personas que lo seguían como si fuese una serie de televisión. Creo que ser periodista me ha ayudado a narrar su historia. Al fin y al cabo, es a lo que nos dedicamos, a contar historias. Y esta no es una historia extraordinaria, sino pequeña, cercana. Al seguirla vemos cómo nacen unos pollitos, cómo los alimentan sus padres, cómo empiezan a aventurarse por la jardinera o cómo son sus primeros vuelos. Y eso, en apariencia tan sencillo, se ha convertido en algo digno de ser observado. También contribuye que en nuestra sociedad hay mucha soledad y los cernícalos han hecho compañía a muchas personas durante estos años.

placeholder Los pollos del cernícalo en la ventana. (Ana Ruiz)
Los pollos del cernícalo en la ventana. (Ana Ruiz)

P. Seguro que has vivido todo tipo de situaciones siguiendo su día a día, ¿alguna te ha sorprendido en especial?

R. Pues recuerdo muchas: la mayoría, buenas; otras, no tanto. Quizá lo mejor fue que una gran editorial, Penguin Random House, se interesó por la historia y me ofreció publicar una novela en la que los protagonistas fueran las aves. Ese libro, La ventana de los cernícalos, se publicó el año pasado; las aves son personajes de varias tramas, algunas muy dolorosas, como la pérdida de un amigo. Se aborda el tema de la eutanasia, por ejemplo; o se cuentan historias de periodistas y amistad.

También ha sido sorprendente el cariño de la gente, de miles de tuiteros anónimos que quieren saber qué pasa en esta ventana, qué aventuras viven los pollitos; o les ponen nombres, aunque el más pequeño de cada nidada, al que siempre llamamos Chiquito es el favorito de todos. Nace el último de 4, 5 o 6 huevos y tiende a ser un superviviente nato, pelea con los hermanos mayores por la comida que les da su madre y suele crecer y volar sin problema, aunque sea el último y aparentemente el que menos probabilidades tiene de sobrevivir. De ahí se pueden extraer muchas enseñanzas.

Y de las situaciones no tan agradables, pues un poco de todo. Hay gente que me insulta porque dicen que los cernícalos cazan aves enjauladas, jilgueros o canarios, y los consideran depredadores. Supongo que deberían ser conscientes de que yo no soy propietaria de estas rapaces, que ni son míos ni los mando a cazar como los cetreros. Pero no siempre se entienden bien las cosas y el anonimato favorece mucho el insulto, desgraciadamente. De ahí que os haya pedido discreción respecto a la ubicación del piso. Además, al menos en todos estos años, lo que más cazan son topillos o insectos, así que hacen una labor impagable para librar de plagas el campo.

placeholder Cernícalo vulgar en vuelo. (EFE/J.A. Bargallo)
Cernícalo vulgar en vuelo. (EFE/J.A. Bargallo)

P. En todo caso, Ana, lo que ocurre en tu ventana demuestra el nexo que todavía podemos mantener en nuestras ciudades con la naturaleza y la vida silvestre, ¿qué opinas al respecto?

R. En estos años me ha ayudado mucho SEO/BirdLife y, sobre todo, una bióloga de esta ONG, Arantza Leal. Ella se ocupa del seguimiento y control de los halcones que anidan en pleno Madrid y también ha anillado a los pollitos de los cernícalos desde 2017; ella es quien resuelve los miles de dudas que surgen sobre la vida de estas aves, y todos le estamos muy agradecidos por sus consejos y su orientación.

Y ha sido bonito ver que, efectivamente, a mucha gente que ha vivido en el campo y ahora reside en la ciudad, los cernícalos le han recordado a su infancia. O familias que van enseñando las fotos o los vídeos a los niños para sorprenderles y despertar su admiración. O clases de colegios que han hecho trabajos escolares sobre los cernícalos. Artistas que los han dibujado o pintado…

En general, creo que sí, que en las ciudades vivimos ajenos a la naturaleza, que hay mucha prisa, que casi nadie tiene tiempo de fijarse en los árboles o en un nido o en el canto de un pájaro. Y, sin embargo, es fundamental que nos aferremos a eso, a la naturaleza, a los ciclos de la vida. Que seamos conscientes de que podemos influir para bien o para mal, porque los humanos somos depredadores y, a veces, sin darnos cuenta. Tenemos una gran responsabilidad porque formamos parte de todo un entorno y hay que cuidarlo y respetarlo al máximo.

También hay gente que destruye nidos, ni siquiera por maldad, sino por ignorancia. Tenemos mucho que aprender y mucho que reflexionar porque el futuro de la especie humana va ligado al futuro del planeta, de este hermoso hogar en el que vivimos, el único que tenemos, el único en el que cantan los pájaros y florecen los árboles. Hay que mirar más a la naturaleza que nos rodea, observarla y respetarla. Sobre todo, respetarla.

El cernícalo es una pequeña ave rapaz perteneciente al grupo de los falcónidos, primo hermano de halcones, esmerejones y alcotanes, que resulta muy fácil de observar en el medio rural, especialmente en dehesas, estepas cerealistas y otros cultivos de campo abierto. Asimismo, estas pequeñas rapaces han aprendido que los márgenes de la carretera son una despensa de animalillos atropellados, por lo que a menudo aparecen junto a las vías de tránsito, posados en postes, torres de alta tensión o señales de tráfico. En España crían dos especies, el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) y el cernícalo primilla (Falco naumanni), aunque cada vez se dan más citas de cernícalo patirrojo (Falco vespertinus) durante sus pasos migratorios.

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