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La población de oso pardo se afianza en los Pirineos: así ha sido su evolución desde 1996
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La población de oso pardo se afianza en los Pirineos: así ha sido su evolución desde 1996

La presencia de la especie en la cordillera, donde en 1996 quedaban solo 4 ejemplares y se reintrodujeron 2 procedentes de Eslovenia, parece consolidarse

Foto: Oso pardo fotografiado en 2022 en los Pirineos. (GSTOP)
Oso pardo fotografiado en 2022 en los Pirineos. (GSTOP)

El oso pardo estuvo a punto de desaparecer de los Pirineos a finales de los años noventa, cuando, extinguida la población central, tan solo quedó un pequeño reducto de cuatro machos y una hembra en la población occidental, entre Navarra, Aragón y Francia. Finalmente, esta última fue abatida por los cazadores, lo que condenaba a la especie a su inminente extinción en la cordillera.

Ante la gravedad de la situación, se decidió la reintroducción de ejemplares procedentes de la población balcánica en Eslovenia. Los primeros ejemplares fueron liberados en la vertiente francesa del Pirineo Central en 1996: dos hembras, una de las cuales fue abatida por los cazadores. Un año más tarde se soltó un macho extraído también de los Balcanes.

Foto: El oso pardo se aleja del peligro de extinción. (FOP)

En paralelo, se activaron las primeras ayudas europeas mediante los fondos del programa Life, que acabarían siendo decisivos para el éxito del programa de reintroducción, y en 2006 se aprobó la Estrategia para la Conservación del oso pardo en los Pirineos, impulsada por el Ministerio de Medio Ambiente con la participación de la Generalitat de Catalunya, el Conselh Genaru d’Aran, el Gobierno de Aragón y el Gobierno de Navarra.

Un éxito compartido

A partir de ese momento, el oso pardo inicia una lenta, conflictiva e incierta remontada en la cordillera en la que juegan un destacado papel los equipos de expertos de las administraciones que trabajan sobre el terreno, como el Grupo de Seguimiento Transfronterizo del Oso Pardo en el Pirineo (GSTOP), las organizaciones conservacionistas, como la Fundación Oso Pardo (FOP) y los habitantes de los pueblos, quienes, a pesar de la polémica que se desató a raíz de la repoblación, decidieron posicionarse a favor de la especie y participar de manera activa en su recuperación. Una recuperación que, gracias a la colaboración de todos, parece definitivamente encaminada al éxito.

placeholder Dos osas fotografiadas en el Pirineo. (GSTOP)
Dos osas fotografiadas en el Pirineo. (GSTOP)

Así, y según los datos aportados por el GSTOP, la población actual de oso pardo en los Pirineos es de 76 ejemplares. Esta cifra corresponde al número mínimo de osos detectados en 2022 y confirma el progreso sostenido de la población, que en 2020 pasó de 68 a 69 ejemplares y en 2021 de 70 a 74.

En cuanto al sexo de la población monitorizada y contabilizada en 2022, se identificaron 39 hembras y 35 machos, a los que cabría añadir otros dos ejemplares cuyo sexo no se ha podido establecer de manera certera. Por grupo de edad, de los 76 ejemplares censados 39 son adultos (51,5% del total), 24 son subadultos (31,5%) y 13 son oseznos del año (17%). De los 13 cachorros, 6 son hembras y 5 son machos, mientras que no se ha conseguido identificar el sexo de dos de ellos.

placeholder Hembra de oso pardo con sus oseznos en el Parque Natural del Alt Pirineu. (EFE)
Hembra de oso pardo con sus oseznos en el Parque Natural del Alt Pirineu. (EFE)

Respecto al área geográfica por la que se desplazan, los datos señalan que se ha reducido notablemente, comprendiendo en la actualidad una superficie de 5.700 kilómetros cuadrados: 800 menos que en 2021 y 2.500 menos que en 2020. Una reducción que los expertos ponen sin embargo en duda, pues podría deberse al hecho de que actualmente ya no hay ejemplares equipados con collares de localización vía satélite, por lo que no se puede hacer un radioseguimiento que permita determinar con mayor exactitud el rango y la extensión de sus áreas de campeo.

Foto: El oso pardo es una especie protegida y su caza no está permitida. (Víctor García)

En cuanto al número de nacimientos, en 2022 se registraron 13 nuevas crías de ocho hembras distintas y seis machos diferentes, lo que quiere decir que la especie empieza a alejarse de otra de sus mayores amenazas, la de la consanguinidad, y que empieza a producirse un importante intercambio de información genética entre los individuos reproductores, uno de los objetivos principales del programa.

placeholder Mapa de distribución del oso pardo en Pirineos. (Marzo 2023/GSOTP)
Mapa de distribución del oso pardo en Pirineos. (Marzo 2023/GSOTP)

En resumen, desde aquellos cuatro ejemplares que quedaban en los Pirineos en 1996, 2 machos autóctonos y 2 hembras reintroducidas, hasta el pasado año, han nacido un total de 128 crías de 71 camadas diferentes, de los que actualmente sobreviven 76. Si tenemos en cuenta que la vida de un oso pardo en libertad oscila entre los 20 y 30 años, los resultados podrían parecer ajustados, pero considerando los muchos avatares que ha sufrido el programa, debe entenderse como un rotundo éxito.

El reto ahora es lograr la coexistencia entre personas y osos, armonizar los objetivos de conservación con los de desarrollo rural, habilitar mecanismos de compensación de daños ágiles y justos, favorecer el denominado "turismo osero" para lograr que la especie se convierta en un dinamizador de los territorios que habita y conseguir en definitiva que el oso pardo siga enriqueciendo el patrimonio natural de los Pirineos.

El oso pardo estuvo a punto de desaparecer de los Pirineos a finales de los años noventa, cuando, extinguida la población central, tan solo quedó un pequeño reducto de cuatro machos y una hembra en la población occidental, entre Navarra, Aragón y Francia. Finalmente, esta última fue abatida por los cazadores, lo que condenaba a la especie a su inminente extinción en la cordillera.

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