Vídeo: Laurisilvas de Canarias, la última selva europea
En el Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera, podemos encontrar uno de los últimos reductos de naturaleza pura de nuestro país. Un escenario solo imaginado en remotos paraísos
No hay un espacio natural con una acústica parecida a la de las laurisilvas canarias. Estos bosques oscuros, bóvedas forestales de atmósfera quieta, bajo porte y un alto grado de humedad, parecen diseñados para conseguir las mejores condiciones de propagación sonora.
La variedad de especies de aves no es muy alta, algo común a todo el archipiélago. Pero lo que la naturaleza no pone en variedad, el bosque lo añade en matices. La laurisilva es el mundo de los mirlos. Y aquí, activos a todas horas, y todos los meses del año, parece que cantan mejor que en ningún otro sitio.
Nada se mueve, pero todo suena. En la confusión del claroscuro se esconden, muy cerca pero invisibles para nosotros, no menos de doce mirlos. Doce cantatas armónicas, líquidas, bien moduladas. Son tantos que es imposible evitar los roces. Y los cacareos, gritos y aletazos de las peleas resuenan bajo la bóveda forestal. Junto a ellos, el 'chif chaf' de los mosquiteros canarios y los trinos de los pinzones vulgares.
Como contraste al sol por encima de las copas, por todas partes se escucha el arrullo ronco, como de madera, de las palomas turqué, endémicas del monteverde, las laurisilvas de Canarias.
No hay un espacio natural con una acústica parecida a la de las laurisilvas canarias. Estos bosques oscuros, bóvedas forestales de atmósfera quieta, bajo porte y un alto grado de humedad, parecen diseñados para conseguir las mejores condiciones de propagación sonora.
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