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Glaciares de Groenlandia, un patrimonio geológico gravemente amenazado
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Glaciares de Groenlandia, un patrimonio geológico gravemente amenazado

Más allá del círculo polar ártico se alza una de las maravillas naturales más sorprendentes del planeta. Su belleza parece de otro mundo, con capas de hielo milenario de más de 3 km de grosor

Foto: Foto: Andoni Canela
Foto: Andoni Canela

Me siento en un banco de madera desgastado. El hielo, la nieve y las ventiscas, en modo ártico, han dejado su huella. El viejo banco es un testigo vivo de lo que ocurre en este lugar del planeta. Enfrente, un enorme glaciar. Es mi segunda visita a esta gran masa de hielo y su retroceso es evidente a simple vista. Así lo confirman también las estadísticas. De todos modos, la belleza de este muro de hielo continúa siendo hipnótica.

El glaciar de Jakobshavn se encuentra en la costa oeste de Groenlandia. Se trata de la isla más grande del planeta, unas cuatro veces la superficie de la península ibérica. La mayor parte de la isla está cubierta de hielo, aunque lo verdaderamente sorprendente es su profundidad. Resulta difícil imaginar la magnitud de la capa de hielo de Groenlandia. En muchos lugares alcanza los 3 kilómetros de grosor y la media es superior a los 2 kilómetros.

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Foto: Andoni Canela

Tras un par de horas caminando llego a una de las partes superiores del glaciar. Camino por el manto de hielo con la sensación de estar en un desierto blanco infinito. Todo aquí es hielo. Hay que llevar crampones en las botas o los resbalones están garantizados. Siento bajo mis pies los kilómetros de nieve apilados durante milenios. Con el hielo de Groenlandia se podría cubrir toda España con una capa de 5 km de grosor.

Ballenas, charranes y fulmares boreales

Dejo la tierra y paso al mar. Me desplazo lentamente en piragua entre los icebergs de la bahía de Disko, cerca del glaciar. Jakobshavn es uno de los glaciares más conocidos de esta isla-continente. Es el responsable de millones de icebergs que se desprenden del glaciar y llegan cada año hasta el mar. Su estudio es esencial para comprender los efectos del cambio climático.

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Foto: Andoni Canela

En estos territorios del Ártico las noches son cortas en verano. Hacia la medianoche cae el sol perezoso. Los azules del hielo se mezclan con los colores cálidos del atardecer. Entonces, una ballena jorobada emerge sobre la superficie plana del mar. Respira, me deja ver su aleta dorsal y desaparece hacia las profundidades. Charranes árticos revolotean sobre una sopa de hielos flotantes. Un fulmar boreal pasa volando a gran velocidad encima del lugar de donde ha desaparecido el cetáceo. Los fulmares boreales son aves pelágicas de gran tamaño que pasan muchos meses en mar adentro (excepto cuando se encuentran en la época de cría).

Los hielos interiores

Sobrevuelo en helicóptero el casquete glaciar. A vista de águila aprecio una especie de manta de hielo que cubre hasta donde la vista alcanza. Y más allá. Observo también un fenómeno que cada vez es más frecuente y que acelera el deshielo. Se trata de pequeñas lagunas o torrentes por donde el agua fluye entre grietas de hielo y llegan hasta el interior de la capa helada. Esos ríos interiores aceleran el ritmo del deshielo.

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Foto: Andoni Canela

Las masas de hielo de gran espesor que cubren Groenlandia y la Antártida se conocen como 'casquete glaciar'. En danés se llama hielo interior, 'indlandsis'. Son masas heladas formadas por agua dulce proveniente de nevadas y lluvias de miles de años que se han ido acumulando y compactando en bloques de hielo de grosores extremos.

Las altas temperaturas y el aumento del deshielo provocan que los hielos de Groenlandia se estén desestabilizando de forma extremadamente preocupante. La capa helada de Groenlandia es vital para el clima de la Tierra. Todos los estudios y mediciones recientes de la capa de hielo predicen un deshielo cada vez mayor provocado por el aumento de las temperaturas. Y hay pocas dudas sobre las causas de la subida de las mismas.

Me siento en un banco de madera desgastado. El hielo, la nieve y las ventiscas, en modo ártico, han dejado su huella. El viejo banco es un testigo vivo de lo que ocurre en este lugar del planeta. Enfrente, un enorme glaciar. Es mi segunda visita a esta gran masa de hielo y su retroceso es evidente a simple vista. Así lo confirman también las estadísticas. De todos modos, la belleza de este muro de hielo continúa siendo hipnótica.

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