Las bombas de calor, eficiencia y electricidad para climatizar los hogares del futuro
En la lucha para reducir nuestras emisiones de CO2 a la atmósfera, es necesario abandonar modelos del pasado como los combustibles fósiles para calentar nuestros hogares. Por suerte hay soluciones renovables más eficientes
El gas natural no se utiliza solamente para generar electricidad y disparar su precio hasta los récords actuales. Actualmente, es una de las principales fuentes de energía que permiten calentar y mantener una temperatura confortable en nuestros hogares, oficinas y todo tipo de edificios. Su función es vital en el sector residencial, en el que los fogones de muchas cocinas siguen utilizando este combustible fósil contaminante del que somos extraordinariamente dependientes.
Para hacernos una idea, según el informe de Fegeca (Fabricantes de generadores y emisores de calor) “Sector de la calefacción en 2020”, el 50% de la energía final consumida en 2019 por la Unión Europea (UE) fue para la climatización, destinándose solo un 45% para las viviendas. A este hecho se le une la problemática de que mucha de esa energía se pierde. Esto se debe a que disponemos de un parque de más de 128 millones de calderas (el 52% del parque instalado) que es anticuado e ineficiente. Además, el segmento del sector residencial supone un 30% de las emisiones de CO₂ del total de la UE en 2019, de las cuales un 12% son provocadas por la calefacción.
Alrededor de 6,5 millones de calderas (el 73,75% del total), siguen siendo modelos ineficientes de gas y gasóleo
Este problema es similar en España. Y es que destinamos un 43% del consumo energético del hogar para calefacción y un 17% para calentar el agua (Agua Caliente Sanitaria, ACS). Además, con los datos de los consumos energéticos del IDAE, la demanda de energía en el sector residencial se cubre en un 43% con electricidad, en un 18,5% con gas natural, un 18,6% con productos petrolíferos y un 19% con energías renovables.
Estos porcentajes derivan de las características de nuestras calderas. La mayoría, alrededor de 6,5 millones (73,75% del total), siguen siendo calderas ineficientes de gas y gasóleo; casi 2 millones de calderas son de condensación de gas y gasóleo (algo más eficientes), y solo 140.000 unidades (1,59%) son bombas de calor, la forma más eficiente y limpia.
Electrificar la climatización
Las condiciones climatológicas no son el único factor que influye en los consumos energéticos de la calefacción, también la construcción y la existencia de prácticas ineficientes. Aún queda mucho camino por recorrer en la descarbonización de la climatización, pero nadie pone en duda que el futuro son las bombas de calor.
La termodinámica es la base del funcionamiento de este revolucionario aparato. Consiste en transportar energía en forma de calor de un ambiente a otro diferente. Este proceso, basado en la aerotermia, se produce mediante un cambio de estado de gas a líquido de un fluido refrigerante por medio de la temperatura ambiente, contando con la ayuda de un compresor.
Un principio fundamental en el sector energético es “lo primero, la eficiencia” y eso es exactamente lo que aportan estos equipos; más por menos y con electricidad que será renovable. Para tener una idea, por cada kWh eléctrico que consume se generan cuatro kWh de energía útil, lo que implica una mejora de la eficiencia de un 50% de las necesidades energéticas de calefacción y ACS, junto con el factor clave de que no emiten Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Fomentar su instalación
El ya aprobado Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), estrategia guía de la descarbonización de España hasta 2030, las considera un elemento básico y central para la climatización del futuro. Con un objetivo de 600.000 equipos instalados en 2030, se pretende reducir las emisiones significativamente y aumentar su cuota de 629 a 3.523 ktep (kilo toneladas equivalentes de petróleo), un objetivo insuficiente para la Fundación Renovables, que eleva esa propuesta a la instalación de 100.000 equipos anuales hasta 2030.
Esta iniciativa se enmarca en la descarbonización del sector residencial con un ahorro energético de 4,8 ktep, la cual fija actividades complementarias para reducir el consumo de combustibles fósiles. Por ejemplo, mejorar la envolvente térmica (aislamiento) de 1.200.000 viviendas en su conjunto y renovar las instalaciones térmicas (tanto centralizadas como individuales) en más de 300.000 viviendas anuales
Europa, con la Directiva de Eficiencia Energética y la de Eficiencia Energética de los Edificios, incentiva estas prácticas, puesto que obliga a la renovación gradual del parque de edificios para luchar contra el cambio climático mediante la conversión del parque actual, ineficiente y obsoleto, en edificios de consumo de energía casi nulo en los que las bombas de calor son básicas. Además, existen numerosas ayudas y subvenciones a nivel regional.
Las asociaciones buscan la prohibición
También está el otro lado de la balanza; prohibir la venta de calderas de gas. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ya recomendó la necesidad de prohibir la venta de calderas de gas en 2025, una opción que no se comparte desde España. Así lo hizo saber en la votación del 27 y 28 de septiembre en Bruselas sobre la revisión de la Directiva de Ecodiseño (realizada cada 5 años), votando en contra, junto con Italia y Portugal.
Según estima Environmental Coalition on Standards (ECOS) en su estudio “Five years left. How ecodesing and energy labelling can decarbonise heating”, de seguir la recomendación de la AIE, se reducirían un total de 110 millones de toneladas de CO₂ al año, y señala la necesidad de ser un punto estratégico clave de la política climática de la UE. La propia Comisión Europea aceptó el objetivo de reducir un 40% las emisiones de las calefacciones de gas para 2030, lo que se podría alcanzar prohibiendo el uso de calderas de gas y fomentando, con ayudas o campañas de sensibilización, las bombas de calor.
El gas natural no se utiliza solamente para generar electricidad y disparar su precio hasta los récords actuales. Actualmente, es una de las principales fuentes de energía que permiten calentar y mantener una temperatura confortable en nuestros hogares, oficinas y todo tipo de edificios. Su función es vital en el sector residencial, en el que los fogones de muchas cocinas siguen utilizando este combustible fósil contaminante del que somos extraordinariamente dependientes.
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