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La dependencia del gas natural supone una hipoteca energética para las familias
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La dependencia del gas natural supone una hipoteca energética para las familias

El alza en el precio de este combustible fósil, que sigue suponiendo casi una cuarta parte de la energía primaria que se consume en España, se debe a complejos factores geopolíticos

Foto: Tubería del Nodstream 2, el gasoducto que unirá Rusia directamente con Alemania a través del Báltico. Reuters
Tubería del Nodstream 2, el gasoducto que unirá Rusia directamente con Alemania a través del Báltico. Reuters

Nadie dijo que la transición energética fuera fácil, pero ahora, además, está descosiendo los bolsillos de los ciudadanos en un momento de debilidad económica. El gas natural es una energía primaria básica para millones de familias, negocios e industrias que dependen de ella para cocinar y calentar edificios, junto con la generación de energía eléctrica a través de los ciclos combinados. Por tanto, el precio del gas en los mercados internacionales influye directamente tanto en la factura eléctrica como en la gasista; y ese precio está por las nubes.

En el MIB Gas (mercado ibérico del gas) el precio se encuentra rondando los 51€/MWh, mientras que el TTF, mercado holandés de gas y referencia de toda Europa, se sitúa en 48€/MWh. En 2019, el TTF rallaba de media de los 15€/MWh, por lo que prácticamente el precio se ha multiplicado por tres.

Seguimos siendo extremadamente dependientes del gas natural para cubrir nuestras necesidades energéticas más básicas

Además, falta sumar el precio de las emisiones de CO₂ que también encarece la factura eléctrica por su modelo marginalista, donde la última oferta más cara que casa con la demanda (casi siempre el gas natural y ahora la hidroeléctrica) marca el precio a pagar para todas las demás tecnologías. Los derechos de emisiones de carbono cotizan ya en el mercado europeo EUTS por encima de los 60 €/tonCO2, en lo que es un récord histórico. Hace un año rondaban los 20€/ton CO2. En suma, el uso de gas por parte de los ciclos combinados lleva las ofertas de electricidad a precios récord por encima de los 120 €/MWh.

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Todos los factores se trasladan a la tarifa eléctrica, la cual es un 61% costes regulados y el 39% restante corresponden a los costes de la energía en el mercado eléctrico. Como denuncia la OCU, la factura mensual para un hogar medio con la tarifa regulada PVPC se elevará hasta los 78€, lo que supone un incremento del 8%, 5,8 € más que la última factura de julio y un 38% más que la factura de agosto de 2020.

¿Por qué se dispara su coste?

Para encontrar la respuesta a la pregunta hay que mirar a la actividad gasista de los colosos asiáticos: China, gigante importador, y Rusia, enorme exportador. China tiene desde hace meses el punto de mira situado en almacenar todos sus tanques de reserva con GNL (gas natural licuado) para el invierno, a sabiendas de que no se repita lo sucedido en 2020, cuando una ola de frío arrasó Asia y acabó prácticamente con su reservorio de gas para calefacción. Rusia lo tiene en cuenta por lo que ha abierto el grifo asiático, secando y mermando las importaciones a Europa.

placeholder Transporte marítimo de gas natural en la provincia de Liaoning, en China. foto: Reuters
Transporte marítimo de gas natural en la provincia de Liaoning, en China. foto: Reuters

A las decisiones del mercado hay que añadirle que Europa está a punto de aumentar la dependencia energética del gas ruso gracias al gaseoducto NordStream 2 que se prevé inaugurar a finales de este año. Un tubo de 2.460 kilómetros que nos suministrará gas desde el Ártico hasta Alemania por el lecho marino del mar Báltico.

Estos sucesos no solo están provocando la obscena escalada de precios del gas en España y Europa, sino que aumenta la preocupación sobre los escasos niveles de inventario de Europa a medida que se acerque el invierno y se necesite cubrir el futuro incremento de la demanda por las calefacciones.

Repercusiones locales por decisiones globales

Y es que las decisiones que se toman a miles de kilómetros tienen un impacto directo en nuestro país. Según el análisis que hizo la Agencia Internacional de la Energía para España, “Spain 2021”, en 2019 el gas natural representó el 16,5% del consumo de energía final, el 25% del suministro de energía y el 31% de la generación de energía eléctrica.

Foto: El gas fósil debe dejar paso a las renovables. Reuters

Se utilizó, sobre todo, en el sector industrial (60%), en el residencial (21%) y en el comercio, los servicios y las administraciones públicas (16%). Se emplea de forma muy residual en el transporte (2%) y en agricultura y pesca (1%). Es decir, somos extremadamente dependientes del gas para cubrir nuestras necesidades energéticas más básicas.

El suministro de gas es extremadamente diversificado en España, pero una de las claves para entender lo que sucede se debe a que obtenemos el 27,5% del GNL de Rusia. Además, el gaseoducto que nos conecta con Argelia fue el principal suministrador de gas en 2019, pero también importamos de países como Qatar, Nigeria y Estados Unidos.

Electricidad verde como solución

Hasta que China no sacie su sed de gas natural, los precios no bajarán. Las decisiones externas en los mercados internacionales solo nos dejan la regulación como solución a corto plazo para bajar el precio de la electricidad, estando en tramitación el Anteproyecto de Ley para la creación del Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sistema Eléctrico -que prevé rebajar la factura en un 13%- y el que actúa sobre la retribución de la tasa del CO₂ no emitido.

A medio y largo plazo el camino está ya iniciado para beneficiarse del sol y el viento; ir electrificando todos los consumos energéticos de combustibles fósiles y avanzar hacia un sistema 100% renovable cuanto antes para expulsar al gas natural. Para ello, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha convocado nuevas subastas de 3.300 MW eólicos y fotovoltaicos durante el mes de octubre. Incluye la novedad de 300 MW reservados para sistemas solares distribuidos para potenciar la participación ciudadana.

Nadie dijo que la transición energética fuera fácil, pero ahora, además, está descosiendo los bolsillos de los ciudadanos en un momento de debilidad económica. El gas natural es una energía primaria básica para millones de familias, negocios e industrias que dependen de ella para cocinar y calentar edificios, junto con la generación de energía eléctrica a través de los ciclos combinados. Por tanto, el precio del gas en los mercados internacionales influye directamente tanto en la factura eléctrica como en la gasista; y ese precio está por las nubes.

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