Objetivo: reciclar correctamente 7.000 millones de cápsulas de café
El uso de las máquinas de café inteligentes se ha disparado, así como el vertido inadecuado de sus cápsulas. El desconocimiento de los puntos de recogida o su mal funcionamiento no ayudan a minimizar el impacto de los residuos
Si en los próximos días nos invitan a tomar café en casa de alguien, hay muchas probabilidades de que nos lo preparen en una cafetera de cápsulas y no en la tradicional italiana. No lo decimos nosotros, lo apuntan los datos: siete de cada diez hogares tienen una de las llamadas ‘cafeteras inteligentes’ y solo en España, se consumen anualmente 40.000 toneladas de cápsulas, superando a países como Italia o Alemania. Pero, ¿a dónde van a parar una vez las hemos utilizado?
La empresa de envases biodegradables Halo, calcula que más de 7.000 millones de cápsulas son tiradas cada año, aunque lo cierto es que tienen un reciclaje bastante complicado: tardan entre 100 y 500 años en biodegradarse. De plástico o de aluminio, pueden llegar a contener casi 2,5 g de esos materiales.
A pesar de este aspecto, existen formas y puntos de recogida para su posterior reciclaje, pero aun así, la mayor parte de los consumidores los depositan de manera incorrecta. Al contrario de lo que se podría pensar, no van dentro del contenedor amarillo, sino del gris, pues no se trata de un envase, sino de resto orgánico, al no ser que nos paráramos a limpiar los restos de café que quedan en cada cápsula al terminar de usarse, algo que no solemos tener en cuenta a la hora de deshacernos de ella.
Debido a estos inconvenientes para su correcto reciclaje, se convierten en necesarias iniciativas de diversas empresas privadas, que instalan contenedores especiales para la recaudación de este tipo de residuos. El gigante Nespresso se convirtió en 2018 en la primera compañía en producir cápsulas de café con aluminio certificado por la Iniciativa para la Gestión del Aluminio (ASI), la cual acredita el respeto a los derechos de los pueblos indígenas, la gestión responsable del agua y las bajas emisiones de CO2 durante la producción.
En España, ellos mismos han puesto a disposición de los consumidores más de 2.000 puntos de reciclaje. La marca tiene su propia planta de clasificación de envases en Picassent, donde utilizan una técnica innovadora que capta los objetos de pequeño volumen, como los ínfimos posos de café que pueden ir quedando. Los que no consiguen reciclar, son convertidos en compost para abonar arrozales en el Delta del Ebro.
Reciclaje unificado
Bajo el paraguas de la Asociación Española del Café (AECafé), 24 empresas se han sumado a RECICAP, una iniciativa nacida recientemente y que busca implementar un único sistema de reciclaje de cápsulas de aluminio y plástico. Para ello, han puesto a disposición de los consumidores más de 4000 puntos de recogida repartidos por toda España, dando servicio a más de 42 millones de personas. “Ahora mismo nos encontramos en fase de expansión y por un lado, estamos ofreciendo a los municipios la posibilidad de incluir sus puntos limpios en nuestra red de puntos de recogida; y, por otro, estamos proponiendo a los diferentes 'retailers' la opción de colaborar con la recogida de cápsulas en sus puntos de venta y posterior traslado a sus plataformas para que desde allí, sean transportadas al reciclador para ser tratadas”, nos relatan a Planeta A desde el Círculo RECICAP.
"Al ser recibidas, las cápsulas se trituran para extraer los posos del café, los cuales, a su vez, se separan para ser usados como abono agrícola, debido a su alto contenido de nutrientes"
Pero, ¿qué pasa cuando las cápsulas llegan a la planta de reciclaje? ¿En qué se transforman? Desde RECICAP cuentan que, al ser recibidas, se trituran para extraer los posos del café, los cuales, a su vez, se separan para ser usados como abono agrícola, debido a su alto contenido de nutrientes. Por su parte, las cápsulas también son separadas: las de aluminio se funden para reutilizar el metal, que como es “infinitamente reciclable”, se transforma en nuevos objetos cotidianos, “como los portaminas”, y en cuanto a las de plástico, “también son tratadas para producir una grazna que posteriormente se usa para otros productos, como macetas, mobiliario urbano o ratones de ordenador”.
El proyecto ya contaba con un precedente del propio Nestlé: la compañía puso en marcha un plan integral en nuestro país durante el año 2010 con el objetivo de recoger y reciclar cápsulas con la colaboración de diversos ayuntamientos. Ahora, Círculo RECICAP pretende expandir la gestión actual y seguir ofreciendo “una respuesta sostenible y circular a la gestión de las cápsulas de café como residuo”.
Obsolescencia programada
Desde 40 a 300 euros, son numerosas las marcas que ya disponen de cafeteras inteligentes a disposición del consumidor, algunas ofertadas en pack especiales que, a priori, resultan increíblemente buenos para nuestros bolsillos. Pero como viene pasando con todos los objetos electrónicos que han ido apareciendo en los últimos años, este tipo de cafeteras también parecen tener una vida útil programada.
Si hacemos una búsqueda en Twitter, son numerosas las quejas respecto a esta obsolescencia, cada vez más patente en los hogares de los consumidores. No es raro encontrarnos con que alguien ha llamado al servicio técnico de alguna de las grandes marcas cafeteras y se ha encontrado con que, lejos de ofrecer una ayuda, se plantea la compra de otra máquina: una solución nada ecológica y alejada del impacto 0 en el planeta.
La tercera ola del café: ¿el fin de las cápsulas?
En España nos gusta el café. Más bien, nos encanta, tal y como refiere la Asociación Española dedicada a esta bebida: en 2020 se produjeron 190 mil toneladas de café tostado y soluble, ocupando nuestro país el segundo puesto mundial en cuanto a niveles de producción.
Se habla, incluso, de la bautizada como “tercera ola del café”, donde la especialidad, la calidad y el origen sostenible se vuelven aspectos imprescindibles a la hora de decantarse por un tipo u otro. En los últimos años, según datos del canal HORECA, se han abierto más de 450 cafeterías, principalmente en Madrid y Cataluña, dedicadas precisamente al café de especialidad. En casa, el consumidor aboga cada vez más por generar residuos 0, aunque a la vez quiere disfrutar de la experiencia de conseguir un café óptimo tan solo pulsando un botón, un binomio acorde con la realidad que vivimos.
¿Estamos entonces ante el final del 'boom' de las cafeteras de cápsulas? “Su uso ha ido creciendo desde que aparecieron hace muchos años y conviven con otras modalidades de café, como el molido o en grano. En cualquier caso, las cápsulas permiten obtener un café de calidad de manera limpia y cómoda, y al utilizar la cantidad justa en cada dosis, evitamos desperdicios alimentarios”.
En cualquier caso, y como cafeteros que hemos demostrado que somos, continuaremos consumiendo este producto en todas sus vertientes. Queda claro que el reciclaje de las cápsulas, así como el correcto uso de las máquinas, sigue resultando una asignatura pendiente, que diferentes proyectos en pro del medio ambiente están intentando paliar.
Si en los próximos días nos invitan a tomar café en casa de alguien, hay muchas probabilidades de que nos lo preparen en una cafetera de cápsulas y no en la tradicional italiana. No lo decimos nosotros, lo apuntan los datos: siete de cada diez hogares tienen una de las llamadas ‘cafeteras inteligentes’ y solo en España, se consumen anualmente 40.000 toneladas de cápsulas, superando a países como Italia o Alemania. Pero, ¿a dónde van a parar una vez las hemos utilizado?