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El asediado 'cortafuegos vasco': cómo, por ahora, Euskadi esquiva los grandes incendios
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"El sirimiri está desapareciendo"

El asediado 'cortafuegos vasco': cómo, por ahora, Euskadi esquiva los grandes incendios

La comunidad es una excepción en el norte, donde todos sus vecinos han visto cómo en los últimos años su suelo se quemaba sin tregua. Pero todo apunta a que su defensa se resquebraja

Foto: Servicios de extinción en el incendio de Fuenmayor, entre Álava y La Rioja. (EFE)
Servicios de extinción en el incendio de Fuenmayor, entre Álava y La Rioja. (EFE)

La historia forestal del País Vasco tiene un año marcado en rojo: 1989. Y no fue en verano, como podría imaginarse, sino en pleno invierno. El diciembre que precedía a la entrada de los años noventa fue desolador para la región y acabó con 27.000 hectáreas quemadas. Una cifra que no se ha vuelto a alcanzar, ni de lejos, desde entonces. Y por ahora aguanta. En medio de uno de los peores años en España en lo que a incendios se refiere, Euskadi mantiene el tipo rodeada por comunidades vecinas que lo están pasando mucho peor. Pero ¿a qué se debe esta situación especial? Los expertos hablan de uso, cuidado y clima, pero dejan claro que nadie está a salvo de que esto cambie.

En lo que llevamos de 2022, ha ardido en nuestro país una superficie igual a la provincia de Álava, cerca de 300.000 hectáreas que se han repartido por todo el territorio. Aunque la peor parte se la han llevado zonas como Zamora u Ourense, con 60.000 hectáreas calcinadas la primera y 31.000 la segunda. Y no es casualidad que ambas estén en la misma zona. En los primeros puestos de la lista de provincias más golpeadas por el peor año de incendios de lo que llevamos de siglo aparece todo el norte peninsular. Bueno, todo no, porque no se ve ni una de las provincias vascas. Álava es la peor parada de las tres, con 175 hectáreas quemadas, pero está lejos de la situación que viven zonas limítrofes como Cantabria, Navarra o incluso Burgos. Un 'cortafuegos' vasco que es una constante desde hace décadas.

Foto: Incendio en San Martín de Tábara, en Zamora. (EFE/Mariam A. Montesinos)
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Así se muestra también si contamos con todos los datos recogidos desde el año 2000. Desde ese momento, Álava ha visto arder 11 de cada 1.000 hectáreas de su territorio, una cifra media en nuestro país, pero que se muestra alta al lado de Guipúzcoa, que solo ha visto arder siete, y, sobre todo, al lado de Vizcaya, que se lleva la palma en una de las zonas con más impacto por los incendios. Solo una de cada 1.000 hectáreas de su territorio ha ardido desde el año 2000. Este 2022, la cuenta continúa a cero, algo que solo consigue Baleares. A solo unos kilómetros de distancia, en Cantabria, la realidad es bien distinta. Este año llevan más de 6.181 hectáreas calcinadas, y la media desde inicios de siglo es 98,5 hectáreas de cada 1.000. La diferencia, aseguran los expertos, hay que buscarla en tres puntos clave que pueden estar en riesgo.

"Yo diría que se debe a tres aspectos fundamentales y que tampoco tienen mucho misterio. En buena parte de País Vasco, sobre todo en el norte, al igual que en el norte de Navarra, la mayoría de los montes son particulares y los tiene gente que los explota para la industria de la madera. Es una industria muy potente en toda la región y por eso el monte se cuida al detalle y se vigila que no se pierda", explica Eneko Etxeberria, miembro de la Confederación de Forestalistas del País Vasco (Basoa). Según este experto, el que los bosques tengan ese valor como inversión y como sustento vital hace que se eviten muchos incendios, que se malogren y se abandonen las zonas. Pero, además, ayuda a que las autoridades lo tengan más en cuenta. "Aquí es difícil que una autoridad deje esto de lado, porque hay muchas familias que viven de ello".

Etxeberria añade otras dos razones. La primera, la falta de ganado, en comparación con los vecinos. Hay mucha menos tradición ganadera y eso hace que haya menos luchas por los pastos y el terreno. Incluso los ganaderos que hay tienen también sus propias fincas para alimentar a animales como las ovejas lachas. "No hay la pelea que pueden tener en Cantabria, Asturias o Galicia. Aquí se apuesta mucho más por la madera, es lo tradicional de la zona".

Por último, el clima, mucho más húmedo, previene los grandes incendios. "La temporada de incendios aquí se inicia a principios de septiembre y dura todo el otoño. Con el inicio del frío la vegetación se seca, no llueve mucho y los vientos aumentan el riesgo. Pero, claro, no son lo mismo vientos de 80 kilómetros por hora unidos a temperaturas de 40 grados que a temperaturas de 15", detalla.

Siguiendo la explicación de Exteberria, todo parece perfecto, pero no es así. Hasta en la excepción vasca el cambio climático y la evolución de los tiempos empiezan a pasar factura. ¿Cómo? El clima cada vez es más seco, las plantaciones de especies como los eucaliptos comienzan a extenderse y el entorno rural pierde fuerza frente a la ciudad. El sistema aguanta, pero para expertos como Julen Rekondo, no está claro hasta cuándo.

El cambio climático amenaza el cortafuegos

Pese a que no parece nada comparado con el resto de España, Álava ha vivido un verano más que movido en lo que a incendios se refiere. Según los datos de las autoridades, han ardido más hectáreas en dos meses en la provincia que en los últimos 12 años. Ninguno de los incendios declarados se puede considerar gran incendio, pues no ha superado las 500 hectáreas, pero es una cifra que estremece y que da una idea de los temores de Rekondo. "El sirimiri está desapareciendo, cada vez el paisaje es más seco. No somos ajenos a lo que pasa en el resto del planeta. Es más, este verano ya ha habido días en los que teníamos más temperatura aquí que en ciudades del Mediterráneo", añade.

Ese cambio en el clima puede afectar al futuro de la región de forma decisiva. "En Euskadi, sin los problemas de sequía de otros sitios de la península Ibérica, aunque esto va a ir cambiado por el cambio climático, según los estudios que maneja el Gobierno vasco, el riesgo de incendios es menor climáticamente, pero a nivel ecológico no. Cuando digo a nivel ecológico no, me refiero a que existen miles de hectáreas de pinos y eucaliptos, que constituyen líneas continuistas de arbolado, en hileras y sin fragmentación y diversificación", comenta el divulgador y experto en temas medioambientales. El cambio también puede afectar al tipo de vegetación. De momento, como recuerda Exteberria, la mayoría de plantaciones madereras y demás son de pinos insignis o radiatas que aguantan durante décadas antes de cortarse. Por ello, todo el entorno se cuida y se piensa mucho en la conservación, pero no son ajenos al paso del tiempo. En muchos casos, más aún desde la epidemia de la banda marrón que acabó con muchos de los pinos en 2018, se están sustituyendo por eucaliptos, un árbol mucho más agresivo con el suelo y que ha generado muchos problemas en zonas como Galicia.

Por su parte, el Gobierno vasco, asegura Etxeberria, y las autoridades provinciales no son ajenos a los cambios y llevan años invirtiendo dinero para evitar grandes incendios y mantener a raya el fuego. "Como me decía un profesor en la universidad, los incendios se apagan con buldóceres, no con agua", añade el experto. "Aquí lo que sí es cierto es que no tienes riesgos de incendios provocados como en otras regiones, porque la madera es muy importante para toda la economía vasca. No hay intereses en que eso arda, y ayuda mucho a que sigamos en una buena situación", recuerda Rekondo.

placeholder Terreno calcinado tras las labores de extinción. (EFE/Fernando Díaz)
Terreno calcinado tras las labores de extinción. (EFE/Fernando Díaz)

Tras las llamas, el alcalde del municipio de Zambrana alzaba la voz en su cuenta de Twitter. "Euskadi es de las pocas regiones que no cuentan con un helicóptero de extinción. Un monte abandonado es el principal enemigo para combatir un incendio, es la segunda vez en 30 años que se quema la sierra del 'txulato'. A ver si la Diputación de Álava nos convoca para planificar la ingeniería forestal de su recuperación o una vez más abandonamos el monte a su suerte".

La historia forestal del País Vasco tiene un año marcado en rojo: 1989. Y no fue en verano, como podría imaginarse, sino en pleno invierno. El diciembre que precedía a la entrada de los años noventa fue desolador para la región y acabó con 27.000 hectáreas quemadas. Una cifra que no se ha vuelto a alcanzar, ni de lejos, desde entonces. Y por ahora aguanta. En medio de uno de los peores años en España en lo que a incendios se refiere, Euskadi mantiene el tipo rodeada por comunidades vecinas que lo están pasando mucho peor. Pero ¿a qué se debe esta situación especial? Los expertos hablan de uso, cuidado y clima, pero dejan claro que nadie está a salvo de que esto cambie.

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