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El incendio de Ateca destapa el lado más perverso del negocio de los créditos CO2
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Del patrón oro al patrón árbol

El incendio de Ateca destapa el lado más perverso del negocio de los créditos CO2

El mercado de la compensación de las emisiones de carbono no para de crecer y cada vez más empresas se fijan en la España vaciada para expiar sus 'pecados' climáticos, o intentarlo

Foto: Vista del pueblo de Moros tras el incendio declarado en Ateca. (EFE/Javier Cebollada)
Vista del pueblo de Moros tras el incendio declarado en Ateca. (EFE/Javier Cebollada)
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La chispa de una de las máquinas de un proyecto de repoblación forestal en una finca de 500 hectáreas en la comarca de Calatayud ha acabado originando uno de los mayores incendios del verano en España y, al mismo tiempo, una gran contradicción. La multinacional holandesa Land Life es la encargada de transformar la finca, antaño yerma, en un vergel para usos recreativos y cinegéticos, pero el fuego iniciado entre los municipios de Ateca y Bubiercas ha arrasado ya 14.000 hectáreas, destapando de paso el lado más perverso de un negocio en pleno crecimiento y que también está explotando la España vaciada: la reforestación masiva para vender créditos de compensación de emisiones de gases de efecto invernadero.

"En Land Life estamos profundamente afectados por los acontecimientos y ofrecemos nuestra plena cooperación a las autoridades. Como empresa con la misión de restaurar tierras degradadas, vigilamos y estudiamos continuamente las medidas para mitigar cualquier riesgo para las personas y el entorno de nuestros proyectos". Con frases como estas era la propia compañía holandesa Land Life Company (cabeza final del proyecto de Ateca y que ejecutaba la contrata Campos Rey) la que asumía su responsabilidad en lo sucedido el pasado 18 de julio, lo desvelaba y anunciaba que abriría una investigación. Una rápida y dura reacción que, sin embargo, no ha apagado las dudas tras más de 14.000 hectáreas quemadas. Muchos son los que se siguen preguntando qué hacía una multinacional holandesa dedicada a plantar árboles usando maquinaria pesada en alerta máxima de incendios y después de ya haber originado uno algunas semanas antes.

Foto: Imagen del incendio activo en Ateca (Zaragoza) visto desde la localidad aragonesa. (EFE/Javier Cebollada)

Land Life no es una empresa nueva en nuestro país, sino que lleva aquí desde 2018 y sus actuaciones se expanden por todo el norte peninsular, buscando incluso nuevos pueblos que reforestar de forma gratuita. En sus bases, se define como una compañía "tecnológica" de origen holandés con sede peninsular en Burgos y cuyo objetivo es la restauración de tierras degradadas. Pero su gran especialidad es una en concreto: la plantación de árboles a gran escala. Tanto que en 2021 anunció que había alcanzado la cifra de 1,4 millones de árboles plantados en 1.500 hectáreas en toda España. Un trabajo sin destajo en pocos años que financian, y ahí empiezan las dudas, con la venta de lo que se conocen como créditos de compensación de emisiones de CO₂ que convierten cada árbol en una aspiradora de ciertas toneladas de carbono.

En el caso de los holandeses, tienen acuerdos con empresas que van de Repsol a Zalando, McKinsey o Bosch, unas compañías que compran los créditos para después poder decir que, o están reduciendo sus emisiones, o incluso han llevado a cero su huella de carbono. El cálculo es fácil, con cada nueva reforestación calculan las toneladas de gases que esos nuevos árboles van a absorber y compensan las emitidas. No son los únicos en este negocio. Su caso es solo un ejemplo más de un movimiento que tanto grupos ecologistas como expertos llevan poniendo en duda desde hace años y ya ha llevado a grandes debates en Australia, California o Perú.

Lo que empezó siendo una forma de intentar compensar las emisiones con inversiones en proyectos que mejoraran el ecosistema va camino de convertirse en un mercado especulativo muy jugoso y difícil de parar en pleno 'greenwashing'. En vez de reducir sus emisiones, cientos de empresas y otros actores optan por intentar comprar árboles que fijen ese carbono por el mundo. Una reducción conocida como 'voluntaria' porque dichas empresas no tienen ninguna obligación de hacer estas inversiones, que ayuda a colocar una marca como verde.

placeholder Bomberos trabajando en el incendio de Ateca. (EFE)
Bomberos trabajando en el incendio de Ateca. (EFE)

"Hay que diferenciar entre el mercado oficial de carbono a nivel industrial y de países, que está regulado y controlado, y este voluntario, que, aunque hay grupos intentando regularlo, sigue sin legislación. Este segundo se basa en la idea de que de forma voluntaria quieras compensar parte de las emisiones que generas con inversiones que ayuden a absorber esos mismos gases y reducir tu huella en el planeta. El problema es la mercantilización exagerada, porque corres el riesgo de que este tipo de proyectos se acaben convirtiendo en puro negocio", comenta Javier Andaluz, responsable de Clima y Energía en Ecologistas en Acción.

En el caso de Land Life, sus responsables llevan años asegurando que el negocio no es lo principal en su empresa, que buscan fijar población rural con las reforestaciones y que su idea final es mejorar el ecosistema. Los resultados de árboles plantados suponen un apoyo a esta defensa, pero el que estuvieran replantando en pleno julio en una zona en alerta máxima por incendio y tras ya haber generado un conato ha encendido las alarmas. "No es el mejor momento y lleva a pensar mal sobre cómo gestionan esto de las recuperaciones", añade Andaluz.

Greenpeace ha llegado a tildar este mercado como una "estafa". "Es un truco de contabilidad destinado a oscurecer las emisiones que destruyen el clima. Es un escaparate de la plantación de árboles destinado a distraer la atención de la destrucción del ecosistema", aseguran. Y expertos como el ambientólogo y doctor en Biodiversidad Andreu Escrivà, aunque son menos duros, hablan de una cierta perversión del sistema. "Yo mismo lo probé, compensé mi boda haciendo unos cálculos con webs que te dicen lo que emites y he compensado todos los viajes que he tenido que hacer para presentar mi libro, pero esto lo hice a nivel particular, lejos del estrato empresarial. Una mercantilización de estas soluciones es peligrosa porque pierde de vista el objetivo y puede acabar con acciones incluso neocolonialistas", comenta el experto.

Lejos del caso de Ateca o del trabajo de Land Life, hay historias tan llamativas relacionadas con la perversión de estos proyectos como la del Alto Mayo, una zona de Perú en la que diferentes proyectos de reforestación y conservación de los bosques que rodean la zona están expulsando o cercando a la población del lugar. También está el ejemplo de California, cuyos bosques se habían vendido en forma de créditos de compensación y que, tras una ola de incendios, dejó a los dueños de esos créditos en un limbo sin control. Si el árbol se quema, deja de poder capturar el CO₂ prometido. Por ello, ya hasta los seguros están poniendo el ojo en este nuevo negocio.

"Fuera del aspecto ambiental, es un mercado puramente especulativo y que deja muchas dudas. Los árboles no empiezan a absorber todo el CO₂ en sus primeros años, pero muchas veces se venden los créditos como si fuera así, y no se lleva un seguimiento exhaustivo de todo esto durante los años necesarios para que estas nuevas plantas arraiguen. Tampoco está claro que la absorción que se promete se pueda hacer con la exactitud que se vende", explica Escrivà. Para los expertos consultados ni siquiera está claro que su expansión pueda ser beneficiosa para el planeta. "Toda piedra hace pared, pero estos proyectos hay que cogerlos con pinzas, sobre todo si no están cerca, si vienen de compañías que no conoces o realizan proyectos que no cuadran mucho", añade el ambientólogo.

¿Sirve de algo?

Lo cierto es que el incendio de Ateca ha puesto en el disparadero estos proyectos, e incluso hay quien ha usado lo ocurrido para atacar a los ecologistas, pero la realidad es que grupos como Ecologistas en Acción o Greenpeace llevan años advirtiendo de que esta no puede ser una solución. "Para nosotros, este tipo de mercados no es la solución. Primero porque creemos que la mejor labor de los bosques como sumideros de CO₂ se consigue cuando están en mejores condiciones, y eso no depende de actuaciones de reforestación, por lo que podemos encontrarnos con actuaciones que no son necesarias o no ayudan a esa mejora natural del ecosistema aunque esta sea más lenta. Los proyectos de mejora del ecosistema son loables, pero, si se enlazan siempre a la compensación de carbono, pueden generar problemas, como ya hemos visto, por ejemplo, en el sur global, donde se expulsa a poblaciones locales para preservar un bosque o replantar", comenta Andaluz.

Los expertos ponen el foco en que estas plantaciones masivas empujadas por la mercantilización pueden perder el sentido. "Hay empresas como Shell que dicen que en los próximos años quieren comprar créditos con más toneladas de compensación de las que hay en el mercado. Eso no tiene sentido, no hay espacio para plantar tantos árboles, ni es bueno", comenta Escrivà. Aunque, eso sí, este mensaje de Shell cuadra con la burbuja que según Andaluz hay en todo esto. "Hay mucha presión por parte de industrias como la aérea o los combustibles, que intentan demostrar su neutralidad con estas compras, pero sabemos que los sumideros solo pueden llegar a absorber como el 5% o el 10% del total de emisiones, es su máximo. Por lo que se está generando una burbuja pensando que industrias muy contaminantes podrán llegar a la neutralidad en emisiones cuando ellos solos ya superan ese 10%", añade el ecologista.

Por último, volviendo a los incendios, el CSIC publicó un estudio en 2020 que señalaba un problema que puede añadirse en estas reforestaciones masivas. Y es que los bosques homogéneos y jóvenes son más proclives a los incendios, según estos expertos. "Es otro de los riesgos de esta mercantilización. Si todo se basa en el negocio, tiene lógica que las empresas tiren en busca de árboles que absorban las máximas toneladas y que crezcan rápido, no necesariamente los que necesita ese ecosistema. Se pervierte la idea original de la recuperación de los ecosistemas en algo diferente", termina Escrivà.

La chispa de una de las máquinas de un proyecto de repoblación forestal en una finca de 500 hectáreas en la comarca de Calatayud ha acabado originando uno de los mayores incendios del verano en España y, al mismo tiempo, una gran contradicción. La multinacional holandesa Land Life es la encargada de transformar la finca, antaño yerma, en un vergel para usos recreativos y cinegéticos, pero el fuego iniciado entre los municipios de Ateca y Bubiercas ha arrasado ya 14.000 hectáreas, destapando de paso el lado más perverso de un negocio en pleno crecimiento y que también está explotando la España vaciada: la reforestación masiva para vender créditos de compensación de emisiones de gases de efecto invernadero.

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