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Del traje a la camisa y el polo: el teletrabajo jubila las corbatas en los bufetes
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Las firmas relajan su 'dress code'

Del traje a la camisa y el polo: el teletrabajo jubila las corbatas en los bufetes

Despachos como Uría Menéndez, Pérez-Llorca o Gómez Acebo & Pombo han modificado sus códigos de vestimenta a raíz de la pandemia para permitir un estilo más informal

Foto: La pandemia ha resultado decisiva para que los abogados opten por modelos más informales. (iStock)
La pandemia ha resultado decisiva para que los abogados opten por modelos más informales. (iStock)
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La corbata y los tacones han pasado a la historia en los bufetes de la abogacía de los negocios. Aunque esta tendencia ya comenzaba a asomar tímidamente hace unos años, la pandemia ha resultado decisiva para enterrar el traje en el fondo del armario y optar por modelos más informales a la hora de ir a la oficina. El principal 'culpable' es el teletrabajo, cuya implantación en el sector legal y el mundo empresarial en general ha provocado que el despacho deje de ser el punto de reunión por excelencia, ya sea con los clientes o entre los propios profesionales.

Entre las firmas que han modificado su 'dress code' de manera oficial destaca Uría Menéndez. "Tras año y medio de pandemia, reconsideramos la forma en la que trabajamos, conscientes del cambio que se ha asentado en los códigos de vestimenta de los negocios", explican. Por ello, la firma permite desde septiembre el estilo 'informal elegante' para ir a la oficina. Una decisión similar ha tomado Pérez-Llorca, que desde hace unos meses apuesta por el 'smart casual', un código que se define como indumentaria arreglada pero informal. "Cuando nos incorporamos en junio de 2020, no establecimos ningún protocolo y dejamos que cada uno eligiera su vestimenta. Después, adoptamos una política que, aunque comenzó como algo excepcional y temporal, se ha implantado oficialmente desde septiembre de este año", aclaran.

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También confiesa haber modificado sus políticas de vestimenta DWF-RCD. "Desde el inicio de la pandemia, ofrecimos a los profesionales la posibilidad de adoptar un 'dress code' confortable a la vez que apropiado mientras se represente al despacho". Es por ello que han permitido a los profesionales cambiar el estilo 'business' (más formal y arreglado) a uno más 'casual'. Por su parte, Gómez-Acebo & Pombo identifica el teletrabajo y la falta de reuniones como las principales causas de la relajación de la vestimenta, que se ha instaurado, subraya, de manera natural. La flexibilidad propiciada por el covid "parece haber ido asentándose en nuestra cultura y de momento hemos optado por mantener el 'business casual".

Foto: Foto: iStock.

"No hay duda de que el uso de la corbata y, en menor medida, del traje está disminuyendo durante la pandemia en el uso profesional", confirma Carlos García-León, socio director de Legal Reputation. La obligación de ejercer desde casa, donde no es necesario un estilo formal, ha desacostumbrado a los profesionales. La progresiva vuelta a la oficina no ha interrumpido esta tendencia, ya que las visitas presenciales con clientes se han reducido debido a razones sanitarias. Coincide con esta visión Juan San Andrés, 'coach' y consultor especializado en el sector legal. "El covid y las teleconferencias ha relajado la mente de todos. Los socios han visto a sus abogados en otras circunstancias. Además, se han dado cuenta de que se puede hacer el mismo trabajo con ropa menos formal", describe.

Ni rancio ni muy moderno

La relajación en el código de vestimenta, no obstante, llega un poco tarde. "Antes de la llegada del covid-19, muchos sectores ya habían arrinconado la corbata en el uso diario", indica García-León. ¿A qué se debe entonces el retraso? "Es un tema que les importa mucho porque es un mundo muy formalista y ninguno quiere quedarse fuera de la foto: ni por rancio ni por demasiado moderno", relata San Andrés. Lo primero puede provocar el rechazo de clientes de determinados ámbitos (por ejemplo, el tecnológico), donde la flexibilidad en el vestuario no solo está extendida, sino que forma parte del ADN. "Una vestimenta excesivamente formal genera barreras con determinados interlocutores", aseguran en este sentido desde RocaJunyent. Lo segundo, en cambio, puede transmitir una imagen de poca seriedad de la que huyen muchos bufetes.

Foto: Aplicaciones para hacer videollamadas durante la crisis del coronavirus. (iStock)

De la misma opinión es Mercedes Asorey, socia de la consultora legal BlackSawn, que agrega que, en su intención de agradar a los clientes, las firmas deben encontrar un equilibrio entre generar cercanía y seriedad. Y eso no es sencillo. "En un primer momento, el abogado no sabe si el que llega con las deportivas y la camiseta quiere ver en su letrado una imagen similar a la suya o el de una persona a la que pueda confiar el negocio", argumenta. Como solución, García-León recomienda acomodarse al estilo del interlocutor, aunque manteniendo siempre cierta elegancia. También es necesario tener en cuenta el sector. "Por ejemplo, me consta que en áreas como tecnología, medios, deporte o entretenimiento rechazan casi al instante la contratación de algún profesional que se presente a la primera reunión con traje y corbata; probablemente, porque les cuesta identificarse con ellos", revela.

Por su parte, San Andrés señala otro elemento que explica las reticencias a abandonar la corbata y los tacones. "Por definición, el abogado es alguien que interpreta los códigos legales que rigen una sociedad. Se atiene a lo que está estrictamente pautado en unas normas, por lo que refleja esa rigidez y seriedad en su vestimenta", reflexiona.

¿Por qué llega tarde la flexibilización del vestuario? "Ninguno quiere quedarse fuera de la foto: ni por rancio ni por demasiado moderno"

Flexibilizar el vestuario puede parecer un tema menor, pero para los despachos constituye un debate importante. No solo porque los abogados en plantilla lo agradecen, sino porque es un elemento que tienen en cuenta los jóvenes letrados a la hora de decantarse entre un bufete u otro. "Es algo por lo que preguntan", revela Javier Colilla, 'headhunter' y consultor en SSQ. No obstante, matiza que no se trata de un factor de atracción determinante, sino que sirve para catalogar el nivel de formalidad de la firma, junto con otras políticas más reveladoras como el teletrabajo o la flexibilidad en los horarios.

Informalidad, ¿hasta dónde?

A pesar de que los bufetes hayan virado a un estilo más relajado, esto no quiere decir que los letrados tengan total libertad a la hora de elegir un 'outfit' del armario. "A un profesional que te pide 300 o 400 euros la hora no le puedes ver en sudadera", asevera San Andrés. Traje o no, por tanto, los letrados deben cumplir siempre con los requisitos de elegancia y pulcritud. Además, todas las firmas prevén una excepción a la informalidad: los clientes. Al reunirse con ellos, por tanto, los letrados vuelven a estar sujetos a unos requisitos de formalidad que deben reflejarse no solo en su actitud, sino también en su atuendo.

Foto: Dos abogados examinan unos papeles. (iStock)

Ejemplo de ello es Uría que, en su comunicación a la plantilla, recomendó a los letrados "vestir la profesión" en las reuniones con clientes o terceros. Un eufemismo con el que el despacho apelaba al habitual traje. No es el único. Aunque DLA Piper tenga implantado entre semana un estilo 'smart bussiness casual', recomienda a sus abogados tener siempre a mano ropa adecuada por si surge de manera imprevista una reunión con un cliente o un evento.

La política de vestimenta de Baker McKenzie, por su parte, llama a los letrados a apoyarse en el sentido común y elegir un estilo acorde al sector y la cultura de sus clientes. Una postura similar a la de Herbert Smith Freehills, que presume de la habilidad de sus abogados para adaptar su etiqueta en función de las circunstancias. "Son responsables y saben cómo proyectar una imagen de profesionalidad acorde con nuestra firma", sostienen.

Mundo anglosajón, un paso por delante

El giro a un estilo más informal, sin embargo, se ha notado más en los bufetes nacionales. En los extranjeros, en cambio, no ha sido tan acusado por el simple motivo de que la flexibilidad ya era una realidad antes de la pandemia. "La gran mayoría de los despachos angloamericanos asentados en Madrid ya habían relajado el uso de la corbata en sus oficinas", corrobora García-León. Prueba de ello es que, al ser preguntados por este diario, muchos de los bufetes anglosajones con presencia en la capital descartan haber notado un cambio en la indumentaria de sus profesionales en los últimos meses.

Así, desde Hogan Lovells afirman no haber cambiado la política de vestimenta de forma explícita. "Desde antes de marzo de 2020, contamos con una práctica totalmente flexible en la que nuestros abogados pueden vestirse según lo requiera su agenda de cada día", aclaran. Una respuesta similar a la de las firmas del 'Magic Circle'. "En la oficina seguimos teniendo una política de 'smart casual' durante todo el año", indican en Linklaters. Allen & Overy, por su parte, recuerda que fue de los primeros despachos en relajar la vestimenta, en 2014. "En consecuencia, el covid no ha supuesto un gran cambio", aclaran. En la misma línea se pronuncian desde DLA Piper. "En la oficina madrileña, tenemos implantado el 'smart business casual' durante toda la semana desde finales de 2019", asegura Esther Ahumada, HR 'manager' del bufete. Por lo tanto, la pandemia no cambió la política de vestimenta, sino que ayudó a consolidarla.

Foto: Pedro Pérez-Llorca, socio director de Pérez-Llorca. (Patricia J. Garcinuño)
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¿A qué se debe esta diferencia en el 'outfit'? Para Juan San Andrés, el motivo radica en la relación que tienen las firmas anglosajonas con sus clientes, en su inmensa mayoría inducida desde las matrices. "Son multinacionales que normalmente juegan con reglas de 'dress code' diferentes. Su nivel de tolerancia es mayor", opina. Además, recuerda que son clientes que no han tenido que conseguir desde cero, sino que vienen derivados de otras oficinas, por lo que el vínculo de confianza comercial ya existe previamente.

No comparte esta visión Mercedes Asorey, que descarta que las firmas radicadas en países de habla inglesa tengan 'per se' un código más relajado. "Al menos, en las sedes de origen y sobre todo en lo que respecta a las mujeres", matiza. En su experiencia, las abogadas de estas organizaciones visten mucho más uniformadas que las que ejercen en España, incluso aunque lo hagan en la misma firma. "En Londres, especialmente, suelen llevar traje de chaqueta o falda en colores neutros. Utilizan la vestimenta masculina aunque feminizada", reflexiona. En nuestro país, en cambio, opina que hay mucha más variedad, tanto en el tipo de prenda como en el color.

Clima y vestuario

El vestuario exigido en la oficina también ha cambiado en Andersen, donde el código anterior a la pandemia era 'business formal' de lunes a jueves, y un estilo más casual los viernes y meses de verano. El covid relajó un poco la formalidad, consolidando cierta flexibilidad durante todo el año. Con la vuelta a la oficina y a las reuniones, ha vuelta cierta formalidad, aunque lo ha hecho a distintas velocidades. "En Madrid ha sido más rápido y la mayoría de los letrados ha retomado antes el 'dress code", explican. En las oficinas de otras ciudades donde el clima es más suave, como Valencia, la informalidad sigue teniendo un gran peso.

La corbata y los tacones han pasado a la historia en los bufetes de la abogacía de los negocios. Aunque esta tendencia ya comenzaba a asomar tímidamente hace unos años, la pandemia ha resultado decisiva para enterrar el traje en el fondo del armario y optar por modelos más informales a la hora de ir a la oficina. El principal 'culpable' es el teletrabajo, cuya implantación en el sector legal y el mundo empresarial en general ha provocado que el despacho deje de ser el punto de reunión por excelencia, ya sea con los clientes o entre los propios profesionales.

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