Santander reclama 2,1 M a Javier Merino y le embarga otra gasolinera y una casa rústica

Las deudas siguen persiguiendo al empresario Javier Merino, exmarido de la modelo Mar Flores. Desde que en 2013 se declarara el concurso de acreedores de varias de sus compañías —Star Petroleum Red, Multipromotur y Multipetróleos—, la banca y otros acreedores, especialmente fondos buitre que compraron a la banca sus deudas, no han dejado de pisarle los talones con el único objetivo de cobrar lo que se les adeuda. El goteo de ejecuciones hipotecarias y de subasta de activos inmobiliarios propiedad de sus sociedades ha sido, y es, continuo desde hace tres años.

La última ha sido instada por Banco Santander, que en el pasado ya ha conseguido sacar a subasta varios activos del empresario, como un ático de 400 metros y tasado en 2,5 millones situado en la calle Santander, propiedad de Star Petroleum, subastado para intentar cobrar una deuda de 1,2 millones. En esta ocasión, la entidad que preside Ana Botín ha conseguido que el Juzgado de lo Mercantil número 10 de Madrid inste la ejecución hipotecaria de otros dos bienes inmuebles propiedad de Multipromotur, con el objetivo de cobrar una deuda de 2,1 millones de euros.

Santander ya consiguió en el pasado instar la subasta de un ático tasado en 2,5 M

En esta ocasión, se trata de activos con menos glamour que en ocasiones anteriores. Una parcela de terreno sobre la que está construida una estación de servicio (denominada Ereña) de 3.000 metros cuadrados en Abadiano (Vizcaya), valorada en 1.992.500 euros, y una casa rústica de 134 metros cuadrados en el barrio de Eitua, en Berriz (también en Vizcaya), valorada en 1.992.500 euros.

Por curioso que parezca el activo, no es la primera vez que los acreedores de Javier Merino le embargan una gasolinera. Hace un año, precisamente, salía a subasta una finca en la que se ubicaba una gasolinera en Santa Cruz de Bezana (Cantabria), propiedad de Star Petroleum, la petrolera de Javier Merino, Juan Luis Cebrián y Massoud Zandi Goharrizi.

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En aquella ocasión, la cantidad reclamada eran 2,67 millones de euros, una deuda que el fondo buitre Melf Match Acquisition había comprado a CaixaBank, que a su vez heredó el agujero de Bankia. En 2021, además, Liberbank conseguía la subasta de otra finca en Canet de Mar, en Barcelona, sobre la que también se levantaba una gasolinera. Con aquella subasta, Liberbank esperaba recuperar los algo más de 2,3 millones de euros que reclamaba a Star Petroleum Red y Multipromotur. El precio de la subasta en aquella ocasión ascendía a poco más de cinco millones de euros.

El sonado embargo de la sala Fortuny

Sin embargo, las ejecuciones más mediáticas fueron, sin duda, la subasta del dúplex en el que convivieron Javier Merino y Mar Flores junto a la milla de oro madrileña, donde pasaron ambos gran parte de los 18 años que duró su matrimonio y en el que residen sus cuatro hijos. Dos viviendas de unos 250 metros cuadrados cada una, junto a la calle Serrano y situadas una encima de la otra, en un edificio de cinco plantas que goza de jardín, piscina y aparcamiento, entre otros servicios.

Aquella propiedad salió a subasta en 6,5 millones y fue BNP Paribas la entidad que instó la ejecución hipotecaria al dejar Multipromotur de pagar una hipoteca contraída con el banco francés, que reclamaba a la compañía 3,71 millones de euros.

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Otra de las subastas más sonadas fue sin duda la de la mítica sala Fortuny, en el número 34 de la calle del mismo nombre. Ubicada en el barrio de Almagro, en pleno distrito de Chamberí, fue durante casi medio cuarto de siglo uno de los lugares de reunión de la jet set española. La propiedad salió a subasta por 23,5 millones y fue instada por Glencar ICAV, uno de los múltiples acreedores del empresario, que reclamaba a Multipromotur 16,7 millones.

Aquella subasta se cerró con una puja máxima de casi 16,5 millones de euros en junio de 2021 y no ha sido hasta ahora cuando ha trascendido la identidad de los nuevos propietarios del inmueble. Como adelantó El Confidencial, los dueños de El Paraguas y Amazónico —Sandro Silva y Marta Seco— son los nuevos propietarios de este edificio casi centenario.