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La familia de un yihadista que se quitó la pulsera telemática denuncia su desaparición a la Policía
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La familia de un yihadista que se quitó la pulsera telemática denuncia su desaparición a la Policía

El condenado por terrorismo El Mourabit vivía en libertad vigilada en Vitoria y no se sabe nada de su paradero desde hace días. “Su actitud, últimamente, era normal”, dice su hermano

Foto: Juicio contra Allal el Mourabit por el delito de adoctrinamiento a través de redes. (EFE/J.J. Guillén)
Juicio contra Allal el Mourabit por el delito de adoctrinamiento a través de redes. (EFE/J.J. Guillén)

Allal El Mourabit es un marroquí con nacionalidad española que lleva años entrando y saliendo de prisión por delitos relacionados con el yihadismo. Actualmente, residía en Vitoria en situación de libertad vigilada con una pulsera de control telemático. Pero ese dispositivo de control dejó de dar señal el pasado 27 de septiembre y se perdió el rastro de este condenado por terrorismo. Ahora es su familia la que ha acudido a una comisaría de Policía para denunciar su desaparición y pedir que lo busquen. Las fuerzas y cuerpos de seguridad ya llevan días con la alerta activada. Sus allegados ven raro el modo en que se marchó, porque dejó la documentación en casa. “Su actitud, últimamente, era normal”, añaden.

El Confidencial ha tenido acceso a la denuncia presentada por su hermano la semana pasada. Lo hizo en una comisaría de Vitoria bajo la advertencia de que tenía obligación legal de decir la verdad. Este familiar fija la hora de la desaparición a entre las 20:20 y las 21:30 del 27 de septiembre en el parque Salburua de la capital vasca. El condenado por yihadismo en paradero desconocido tiene 53 años, mide 1,90 de altura, pesa unos 80 kilos y presenta un aspecto físico delgado y encorvado, con un pelo entre moreno y canoso. Desde el año 2022, vivía en casa de su hermana, quien también se personó en la comisaría. Afirman desconocer los motivos por los que su hermano no ha regresado.

Foto: Agentes de la Guardia Civil trasladan a la mujer que ha sido detenida en el barrio de Zabalgana. (EFE/L. Rico)

Fue la Policía, de hecho, la que el pasado 27 de septiembre se puso en contacto con los familiares para preguntarles por el condenado. A las autoridades les había saltado la alerta de que se había desprendido de su pulsera telemática. Un rato antes, se despidió al salir de casa diciendo que se iba a dar un paseo. En el domicilio, quedaron su teléfono móvil, su documentación y las tarjetas bancarias. Este condenado por terrorismo tiene un hijo con el que mantiene contacto habitual y que vive en Marruecos junto a su madre, de la que se divorció hace años. Pese a sus problemas con la Justicia, es la primera vez que desaparece, según la versión de sus hermanos que consta en la denuncia.

No les consta que hubiese expresado su intención de cambiar de estilo de vida. Tampoco se medicaba ni tenía problemas mentales. Uno de los hermanos sí dijo a la policía que en los últimos tiempos decía sentirse agobiado. Tampoco tiene coche, ni moto. Solía hacer casi todo en casa, incluso el rezo, apenas salía y si lo hacía a la media hora estaba de vuelta. A sus familiares les parece extraño que no se llevase ni el teléfono, porque era muy activo en las redes sociales. De hecho, esa actividad le costó en el pasado una condena por enaltecimiento del terrorismo. Con esa forma de vida, no constan tampoco amigos o conocidos suyos en Vitoria.

Sus causas judiciales

Llevaba tiempo sin trabajo después de 30 años en España. Fue arrestado por primera vez tras el atentado yihadista de Niza en 2016, cuando un tunecino residente en Francia mató a 86 personas al volante de un camión. El Mourabit, afincado entonces en Pamplona, también conducía camiones y acostumbraba a difundir propaganda yihadista en sus perfiles de redes sociales. Llegó a viajar a Turquía con la intención de entrar en Siria. Cuando fue juzgado en 2018, su actitud en el juicio mereció titulares como “El yihadista que troleó a la Audiencia Nacional”. Les recordó a los jueces los audios de la entonces ministra de Justicia, Dolores Delgado, y el comisario Villarejo en los que ella decía que magistrados de la Audiencia Nacional mantuvieron relaciones con menores en un viaje a Colombia.

Foto: Mohamed Achraf cuando llegó a España entregado por Suiza en 2005. (Policía)

Por tratar de entrar en Siria, le condenaron a dos años y medio. Al haber pasado dos años en prisión preventiva, quedó en libertad provisional, pero le volvieron a arrestar y estuvo otros dos años en prisión preventiva a la espera de un nuevo juicio. En esta segunda ocasión, fue absuelto porque los jueces entendieron que había sido encausado dos veces por los mismos hechos. Pero le quedaban por cumplir los seis meses pendientes de la primera condena y se le impusieron medidas de libertad vigilada a instancias del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Se le prohibió salir de Vitoria, tampoco podía retomar su trabajo de camionero o acudir a eventos. Se le impuso la pulsera telemática vinculada a un móvil. Según su entorno, estas medidas le imposibilitaron retomar su vida anterior a las condenas y la libertad vigilada. Le quedaban todavía cinco años en esta situación. Su familia desconoce si ha regresado a Marruecos, si ha sufrido algún percance o si se ha fugado de España a otro país.

Allal El Mourabit es un marroquí con nacionalidad española que lleva años entrando y saliendo de prisión por delitos relacionados con el yihadismo. Actualmente, residía en Vitoria en situación de libertad vigilada con una pulsera de control telemático. Pero ese dispositivo de control dejó de dar señal el pasado 27 de septiembre y se perdió el rastro de este condenado por terrorismo. Ahora es su familia la que ha acudido a una comisaría de Policía para denunciar su desaparición y pedir que lo busquen. Las fuerzas y cuerpos de seguridad ya llevan días con la alerta activada. Sus allegados ven raro el modo en que se marchó, porque dejó la documentación en casa. “Su actitud, últimamente, era normal”, añaden.

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