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Condenas de hasta 7 años de cárcel para una célula yihadista que llegó a España en patera
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Captó a una joven de Huelva

Condenas de hasta 7 años de cárcel para una célula yihadista que llegó a España en patera

La Audiencia Nacional condena a los terroristas que llegaron a las costas de Almería desde Argelia en 2020 liderados por el conocido como 'yihadista rapero', que se suicidó en prisión tras el juicio

Foto: Abdel-Majed Abdel Bary, rapero y yihadista.
Abdel-Majed Abdel Bary, rapero y yihadista.

El yihadista Abdelmajed Abdelbary fue detenido en España en 2020 cuando buscaba establecer en Europa una célula terrorista. Como tantos otros miles de jóvenes, había pasado por el Estado Islámico, seducido por su propaganda antioccidental. Nacido en Egipto, pero residente en Inglaterra, gozaba de cierta popularidad porque había difundido varios vídeos rapeando, lo que le mereció el calificativo del yihadista rapero. Cuando fue arrestado no iba solo, le acompañaban otros dos jóvenes como él. Abdelbary se suicidó en su celda de la cárcel el pasado julio y la Audiencia Nacional acaba de condenar a sus dos compañeros con los que llegó en patera a Almería. Los jueces les imponen seis y siete años de prisión, según la sentencia a la que ha tenido acceso El Confidencial.

Los condenados son el argelino de 31 años Abderrezak Seddiki y su compatriota de 28 años Kossaila Chollouah. La sección Segunda de la Sala de lo Penal les impone a ambos seis años de prisión por un delito de integración en organización terrorista, pero al primero le añade un año más de condena por falsificación de documento oficial. Una pena mayor habría recaído para Abdelbary, el yihadista rapero y presunto líder del grupo. Tanto la Fiscalía como la Asociación de Víctimas del Terrorismo pedían para él nueve años entre rejas, pero los jueces recuerdan que ha quedado "extinguida la responsabilidad penal" al haber muerto. Se quitó la vida el 26 de julio, pocos días después del juicio, celebrado este verano. Tenía 33 años. Estaba en el Centro Penitenciario de Puerto III, en Cádiz.

placeholder La célula yihadista, durante el juicio este julio. (EFE)
La célula yihadista, durante el juicio este julio. (EFE)

Abdelbary era un viejo conocido de los expertos en la lucha antiterrorista de España. La primera vez que su nombre se cruzó en una investigación fue en el año 2015. Este yihadista enamoró a través de las redes a una joven española de Huelva llamada María Cala Márquez y la captó para que viajara al califato islámico. La joven, que había experimentado un caso de radicalismo y adoctrinamiento exprés, fue arrestada cuando se disponía a viajar a Siria y terminó condenada por ello. Abdelbary era conocido a través de los cauces internacionales policiales, Interpol Washington le consideraba un peligroso combatiente terrorista extranjero y Reino Unido le sometía a una vigilancia discreta pese a que se le había retirado la nacionalidad británica.

La sentencia considera acreditado que Abdelbary llegó en 2013 a Siria procedente de Reino Unido siendo un veinteañero. Se desplazó junto con un amigo, Junaid Hussein, vía Turquía, "abandonando su dedicación a la música como rapero". En sus publicaciones en redes sociales reconocía pertenecer al Estado Islámico y encontrarse en Siria. En agosto de 2014 realizó la publicación de una imagen de él mismo sosteniendo la cabeza de una persona en una plaza de Raqqa, la capital del Estado Islámico, entre otras imágenes relacionadas con las zonas de combate. A mediados de 2015 abandonó Siria para trasladarse a Turquía, donde vivió hasta que se desplazó a Argelia.

Los tres encausados se conocían de haber pertenecido al Estado Islámico. A lo largo de los años realizaron múltiples viajes entre Argelia y Turquía, donde alguno de ellos ya estaba fichado y donde fueron sometidos a vigilancias por parte de los servicios secretos británicos. Además, los tres realizaban "actividades financieras fraudulentas, como estafas bancarias mediante el sistema conocido como carding, que les permitía financiar sus actividades terroristas".

Foto: La Guardia Civil en una operación contra la Yihad. (EFE/Quintero)

Una vez los tres acusados se encontraban en Argelia a principios de 2020, desde allí prepararon su llegada a España "con la finalidad de mantener la célula integrante de la organización Estado Islámico, y organizar el modo de llegar a Europa por las costas españolas". Utilizaron las embarcaciones de los canales de inmigración ilegal controlados por las mafias. Los acusados viajaron la noche del 13 al 14 de abril de 2020 y llegaron a las costas del cabo de Gata, en Almería.

Para entonces, los tres elementos terroristas ya estaban bajo la vigilancia discreta de varios servicios de inteligencia. Por eso, la Comisaria General de Información del Cuerpo Nacional de Policía fue informada de sus movimientos por los canales de comunicación internacional y en esas fechas procedieron a establecer mecanismos de control sobre las posibles llegadas de embarcaciones ilegales. Nada más llegar, el condenado Abderrezak Seddiki se dirigió en taxi a la ciudad de Almería para gestionar el alquiler de una vivienda. Se quedó con un piso tras presentar un pasaporte francés falso como identificación. Los otros dos, llegaron más tarde porque la primera noche se alojaron en casa de un vecino de la zona, según la sentencia.

Al día siguiente, el 15 de abril de 2020, se volvieron a juntar y cambiaron de vivienda de nuevo a una casa turística en la calle Cádiz de la ciudad de Almería. Ahí es dónde les detectó la Policía que procedió a su detención. Entre otras diligencias de investigación, los agentes recabaron información a las empresas de comida UberEats y Glovo, de donde obtuvieron la información de que le habían servido comida en el domicilio de la calle Cádiz a una persona que respondía al nombre de A. Seddiki. La Policía comprobó que en esas coordenadas existía un apartamento turístico que se encontraba como ocupado, y al establecer un servicio de vigilancia sobre tal domicilio, reconocieron a los sospechosos con una alta probabilidad.

placeholder Momento del arresto de los yihadistas en Almería. (EFE)
Momento del arresto de los yihadistas en Almería. (EFE)

Tenían dinero suficiente, tanto que antes de ser arrestados tuvieron tiempo de comprar un ordenador portátil. Contaban además con cuatro teléfonos móviles y la ayuda de un hombre que residía en Valencia que colaboró con ellos a la hora de alquilar las viviendas. La sentencia dice que no se ha podido acreditar que esta cuarta persona tuviera conocimiento de los planes terroristas de los arrestados. Sobre cuáles podrían ser sus contactos una vez en Europa, Abdelbary tenía dos teléfonos de Suecia. Uno de ellos corresponde al enlace en Europa de Sari Al Shami, un facilitador de documentación y recursos para posibilitar el retorno de terroristas del Daesh a Europa y Estados Unidos.

Los acusados trataron de hacer creer al tribunal que eran meros migrantes y que se habían conocido en la patera. "Tal tesis de defensa es insostenible, no son inmigrantes al uso, lo desdice el poder adquisitivo que tienen y que son capaces de obtener a través de su acceso ilegal a los datos de usuarios de tarjetas de crédito en internet, estas circunstancias los colocan muy lejos de ellos, así como el ocultamiento de su verdadera identidad". No existe ninguna razón o motivo de peso que justifique mínimamente la presencia de los tres acusados en España, sino en su decisión de "montar una célula terrorista (pertenecen al Estado Islámico), con actividad de financiación para sus objetivos", dice la sentencia.

El yihadista Abdelmajed Abdelbary fue detenido en España en 2020 cuando buscaba establecer en Europa una célula terrorista. Como tantos otros miles de jóvenes, había pasado por el Estado Islámico, seducido por su propaganda antioccidental. Nacido en Egipto, pero residente en Inglaterra, gozaba de cierta popularidad porque había difundido varios vídeos rapeando, lo que le mereció el calificativo del yihadista rapero. Cuando fue arrestado no iba solo, le acompañaban otros dos jóvenes como él. Abdelbary se suicidó en su celda de la cárcel el pasado julio y la Audiencia Nacional acaba de condenar a sus dos compañeros con los que llegó en patera a Almería. Los jueces les imponen seis y siete años de prisión, según la sentencia a la que ha tenido acceso El Confidencial.

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