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Toros de la Feria de San Isidro | Tímpanos, tiples y temples
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Cayetano, Andrés roca rey y jorge martinez

Toros de la Feria de San Isidro | Tímpanos, tiples y temples

6 toros de Conde de Mayalde entre 540 y 610 kilos. Todos cinqueños y el quinto a punto de los seis años. Muy bien presentados, serios y astifinos. Lástima que mis doloridos tímpanos me hayan dejado más impacto que esta gran tarde de toros

Foto:  El diestro peruano Andrés Roca Rey brinda su toro a su hermano. ( EFE/ Juanjo Martín)
El diestro peruano Andrés Roca Rey brinda su toro a su hermano. ( EFE/ Juanjo Martín)

Plaza Monumental de Las Ventas, 24 de mayo de 2024

13ª de la Feria de San Isidro. Lleno de no hay billetes, confirmando esta feria como una de las de más asistencia de público de los últimos quince años, en tarde primaveral y calurosa, el viento condicionó los terrenos a los toreros, aunque fue a menos.

6 toros de Conde de Mayalde entre 540 y 610 kilos. Todos cinqueños y el quinto a punto de los seis años. Muy bien presentados, serios y astifinos, con cornamentas que sin exageraciones son de las que conforman trapío y dan miedo real al torero. El primero manso y a menos, un toro a la defensiva y sin entregarse en ningún momento. El segundo imposible por el pitón derecho tuvo algunas arrancadas por el izquierdo, sin clase y sin transmisión. El tercero, un toro precioso, castaño, salpicado, bragado y meano, de gran trapío, embistió con celo y prontitud, aunque con más dificultades de las que aparentaba, sobre todo por el pitón izquierdo, solo la poderosa muleta de Andrés disimuló los defectos. El sexto, que se lidió cuarto, también en tipo, cuajado y serio, se movió y duró, pero le faltó clase y bravura para redondear la faena. El quinto, lidiado en su orden, manso de libro y de salida, no quiso ver caballos, ni muleta, ni se planteó embestidas. Imposible para el lucimiento, esas tenues arrancadas se terminaron desluciendo aún más por su muerte lenta y desabrida. El sexto, también cuajado y serio, tampoco dio oportunidades.

  • Cayetano, de malva y oro, silencio y silencio.
  • Andrés Roca Rey, de azul plomo —color de moda este año— y oro, recibió dos avisos por demorarse con el descabello, aun así recogió una cariñosa ovación tras petición de oreja. En el quinto división de opiniones tras sonar el tercer aviso justo cuando doblaba el toro.
  • Jorge Martínez, de blanco y oro, que confirmaba alternativa, por lo que abrió plaza, silencio y silencio tras aviso.

Cayetano sufrió una fea voltereta al quitar al primero de la tarde del caballo. El toro hizo hilo sin obedecer los engaños y a punto estuvo de acabar todo en tragedia. Pasó a la enfermería para revisión y pudo continuar la lidia. Sin chaquetilla y con el chaleco destrozado y atendido de varetazos y brechas. Volvió a la enfermería durante la lidia del tercero, después de matar su primer toro, para suturar las dos brechas que tenía en la cabeza. Lo que obligó a cambiar el orden de lidia, matando Jorge Martínez, su segundo toro en cuarto lugar.

Destacó la lidia de Curro Vivas en el dificultoso primero.

Acudió al callejón la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Me pareció un claro Do sobreagudo. La textura de su tono no me ofrecía duda. Fue tan larga la secuencia del toro haciéndole hilo a Cayetano que tuve tiempo para decidirme, lo que, teniendo en cuenta mi absoluto desconocimiento, podría dar idea de la duración del lance. Sin embargo, mis capacidades de crítico musical, de desahogado comentarista lírico, se toparon con una segunda oportunidad que matizó mis conclusiones adentrándome en terrenos para mí desconocidos antes de mi inconfesable y necesaria consulta al servicial modelo de lenguaje con la que soy infiel a Wikipedia. Según mi nueva enamorada, la inconmensurable Chat GPT, que solo comete incorrecciones cuando le pregunto de toros, existen escalas mayores, raras y excepcionales. Concluí tras el derribo del caballo del que hacía quinto toro, que mi vecina de entrada había llegado al agudo por el que algunos productores operísticos en otras épocas mataban.

Foto: El diestro Javier Cortés da un pase a su primer toro. (EFE/Mariscal)
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Se me clavó ese Fa6 —fa sobreagudo me chivó mi nueva virtual chica— en el tímpano derecho con tal poder de la onda de presión transmitida por el aire a menos de medio metro, que interpretó mi cerebro comienzo de fin del mundo. Ese pitido estridente sonó a pitido final. Pero debo reseñar que los toros no es el futbol y en el siguiente lance, en el que el pobre Viruta salió de naja y de sprint huyendo del de Mayalde, se confirmó sin fisuras la capacidad torácica y vocal de mi vecina.

Todo hubiera quedado en musical anécdota de no ser por sus preguntas. Es cierto que moderaba el tono, pero el botón del volumen parecía bloqueado. Las preguntas las evito por molestarles lo menos, pero cuando casi en el cuarto me confirmó a dos escalas que su personaje preferido de esta tan singular ópera era el fulano fornido que se hacía presente entre eso que pasaba cuando salían los toros supe que sacrificaría muchos detalles de la tarde para compartir la experiencia de esta indescriptible tiple. Espero que acertadamente calificada dado el tono de sus sustos y lo infantil de sus preguntas.

Se había quedado prendada del profesional operario que con marcial disciplina carga el cartel donde exhibe con letras sueltas y de imprenta el hierro de la ganadería, el nombre del siguiente toro, su peso y su cumpleaños, o sea mes y año de nacimiento del venidero protagonista. La miré como extrañado. Me sacó del hipnotismo un fa, más bien sostenido, que salió de su garganta con el par banderillas del gran Joselito Rus que cuadró con riesgo y decoro con la voz de la soprano, y que como sus banderillas, ejecutó en todo lo alto.

"Los jinetes están gorditos" fue su siguiente aportación. Y pretendiendo integrarse, también dijo que entendía que la raíz de este espectáculo le parecía paleolítica. Ahí pedí otra cerveza. Continuaron sus intentos de empatía e integración en la fiesta. Apreciaba la belleza de los trajes y los variados pelajes de los toros. Su novio, argentino pro Milei, decidió hacerse presente dada nuestra incipiente relación. Su comentario sobre si hoy se preveía la muerte de algún torero le condenan sin remedio al diplomático ostracismo.

Volviendo a la florida —tenían que haber visto su vestido— Prima Donna, ciertos conocimientos que atribuí a coreografía, dadas sus capacidades, le hizo valorar la lidia y supo reconocer, experta en artes escénicas, los desórdenes de la lidia cuando la mansedumbre del quinto sembró el caos en la plaza. De ahí, ya toreando el sexto, afinó en clave de sol otro comentario estético, "me gusta mucho el traje de Cayetano". Me vi en la obligación divulgadora de llamarle la atención sobre el percance sufrido por el valiente matador. En esa inicial voltereta Cayetano salió magullado, arrollado, emprendido y con jirones de chaqueta. Ni la profesionalidad de Ramiro, su fielísimo mozo de espadas, pudo recomponer semejante desaguisado. Y de esa guisa siguió lidiando valiente Cayetano. Mató a sus dos toros en orden desordenado, mató al segundo y al sexto, con chaleco y sin chaqueta. Lo que efectivamente le confería una diferente estética visto el resto de toreros.

Lástima que mis doloridos tímpanos me hayan dejado más impacto que esta gran tarde de toros. Cayetano, entregado, a la contra de los toros que siempre le estuvieron avisando. Voltereta en el primero y en el inicio de muleta donde se escapó por los pelos. Decidido y muy torero, y también algo mermado, no evitó su compromiso y liquidó un sexto toro que tampoco ayudó nada.

Foto: Corrida de la Prensa, último festejo San Isidro. (EFE/Zipi Aragón)
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Roca Rey firme y seguro, con cambios de muleta por la espalda como si nada costaran, con raza y voluntad de ser uno de los grandes mitos, nada pudo hacer, después de fallar a espadas en el primero de su lote, para recomponer la tarde con un sexto de manifiesta mansedumbre.

Jorge Martínez en trance de confirmación, muy bien apadrinado, quedó, sin embargo, huérfano de suerte. Ninguno de sus dos toros ayudó a la ceremonia con la que sueña un torero desde esa primera becerra que toreara en el campo. Es un milagro llegar hasta tan alto. Que se quede con eso este buen torero que disfrutará mejores asaltos.

Abandonaba la diva tendido alto del uno con la sonrisa en la cara. Yo me encaminé a la barra a mezclar birra y manzanilla. La birra para el disgusto en solidaridad con los toreros que vinieron a por éxitos y solo pudieron salir con el cariño y el respeto de la plaza, la manzanilla caliente para impregnar algodón con los que calmar mis tímpanos de semejante alta-voz.

Plaza Monumental de Las Ventas, 24 de mayo de 2024

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