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Los 20 años del festival que trae a Madrid a los artistas que gobiernan el 'underground'
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ELECTRÓNICA EN ABRIL

Los 20 años del festival que trae a Madrid a los artistas que gobiernan el 'underground'

Hablamos con el recientemente nombrado nuevo director de La Casa Encendida, Pablo Berástegui, sobre la historia de uno de los festivales de música más longevos de la capital

Foto: Las vanguardias son protagonistas en este festival. (Cedida)
Las vanguardias son protagonistas en este festival. (Cedida)

Hubo un tiempo en que en Madrid, la música más vanguardista, asociada a las corrientes de la electrónica que se bailaban en los lugares más distinguidos del planeta, llegaba de forma muy residual. Si echamos la vista atrás, a la década de los noventa, solo algunos clubes, y organizadores desde el sentido más despojado de la palabra, eran capaces de gestionar y mover a determinados artistas y nombres importantes que sonaban a lo largo de todo el mundo. Ninguna institución museística, o pública, era capaz de involucrarse y traer unos sonidos que en ese momento estaban asociados a gran parte de la juventud.

De esta forma, con un interés fuerte por acercarse a aquello que estaba agitando la escena sonora a nivel global, surge en 2003 Electrónica en Abril. Una iniciativa de La Casa Encendida, que ese mismo año se inauguraba en un antiguo edificio —casa de empeños— en el barrio de Lavapiés. Desde aquella fecha, durante 20 ediciones, se han celebrado más de un millar de conciertos y actividades. Siempre con una idea en la cabeza, poder acercar a Madrid algunas de las corrientes musicales que mejor estaban definiendo el presente.

20 años agitando la escena

A lo largo de estos años, y con la ayuda de diferentes comisarios, el patio de La Casa, también su auditorio, han sido escenario de algunas de las mejores actuaciones musicales que han sucedido en Madrid. Su primera edición fue una clara declaración de intenciones, con la intervención de nombres como Team Doyobi, Isan, Dat Politics, Smash Tv, Safety Scissors, Jan Jelinek, Prefuse 73 o Funkstörung. Principales agentes dinamizadores de lo que en ese momento se podía esperar de músicos, productores y artistas rompedores.

Luego desfilaron por Madrid otras figuras, siempre importantes en lo que era la escena underground e innovadora. Un fiel reflejo de lo que estaba pasando en ciudades como Nueva York, Londres, Roma, Berlín o avistando escenas en Sudamérica o África. Con esa frescura predominante, alumbrando también formatos escénicos de radical impulso, estaban intérpretes, compositores y prestidigitadores como Tim Hecker, Kevin Blechdom, Jamie Lidell, Mark Ernestus, Moritz Von Oswald, Maja Ratkje, Burnt Friedmann, Oneohtrix Point Never, Leyland Kirby / The Caretaker, Jon Hopkins, Hudson Mohawke, Actress, Laurel Halo o Powell. Hoy la mirada es diferente.

Revisando el futuro

"Tengo la sensación de que en un momento dado, y yo vengo de una generación anterior, la música electrónica era como una especie de música del futuro. Y ahora me da la sensación de que ya no, aunque de alguna manera se revise ese carácter, pero ya no lo es", reflexiona Pablo Berástegui, el nuevo director de la institución, que entró en enero en el centro de la Ronda de Valencia: "Quiero decir, es un sonido que ya lleva muchos años. Aparte de toda la electroacústica y todos los otros universos cercanos. Ahora esto convive en paralelo con todo lo que tiene que ver con lo audiovisual".

Es de interés conversar con Berástegui porque de algún modo se enfrenta a una revisión de este lenguaje, también a que estos sonidos y su propia concepción de futuro continúen. "Estamos viendo de qué manera ser relevantes dentro del ámbito de la programación musical. Y en este caso en concreto, en este programa en concreto, la electrónica. Repensando los formatos también. Y en alguna medida pensamos que el camino va a ir hacia otro tipo de programación. Entrando en colaboración con otros agentes, por ejemplo. Siendo capaces, además, de promover no solo conciertos. Me gustaría que pudiéramos generar algún tipo de impacto, no solamente como espectadores, sino ir más allá", dice Berástegui, que tiene fuertes vínculos con Madrid, no solo como director de espacios como Matadero hace más de una década, o anteriormente de grandes eventos como fue el caso de La Noche en Blanco, sino también como gestor de propuestas en la misma Casa Encendida.

Foto: Nwan do Ebizie. (La Casa Encendida)

"Los tres primeros meses de la promoción de La Casa Encendida fueron responsabilidad de La Fábrica, donde yo trabajaba antes", recuerda Berástegui de aquellos inicios. "Hicimos una programación, un diseño desde nuestro lado, que luego fue ejecutado por el equipo de La Casa. Fue un diálogo con las personas que luego continuaron". De esa época, y de los años siguientes, Berástegui hace memoria y tiene en mente sobre todo las obras escénicas, que durante ese periodo coordinaba Maral Kekejian: "He vivido gran parte del universo escénico que se hacía en La Casa. Producciones escénicas y montajes espectaculares. Me vienen a la cabeza La Ribot o El Alacrán".

Colectivo y comisariado

Este 2024,el colectivo artístico barcelonés Jokkoo comisaría por tercer y último año el festival. La agrupación de curadores se ha definido por una clara apuesta por artistas con diversidad de raíces, una fuerte identidad sonora y un enfoque singular a la hora de crear proyectos inspirados en gran parte por sus culturas de origen. "Estos últimos tres años, creo que también de manera muy oportuna, se abordó la música electrónica desde la periferia", apunta Berástegui de esta labor de curaduría emprendida por el colectivo: "Con toda la cuestión de músicos o de creadores o músicas que no conforman parte del mainstream. O que suponen como están hechos por personas racializadas o por personas que habitualmente tienen menos visibilidad. O su voz estaba menos amplificada".

Entre las actuaciones de este fin de semana, que comienza hoy viernes, cabe destacar al artista y productor palestino Julmud, una de las figuras más representativas del panorama underground, radicado en Ramala, que presentara su álbum de debut, con un decidido interés por subvertir las formas de encierro en los territorios ocupados.

El legado cultural del continente africano también estará presente con el sonido del francés Aho Ssan y de Nsasi, embajador musical del sonido alternativo de Uganda. El sábado es Ulla quien presenta la propuesta más ambient del festival, con una obra en torno a la electroacústica y el jazz experimental. En otra línea, ese mismo sábado, Chuquimamani remezcla la música ceremonial del pueblo Aymara (América del Sur). Mientras que la productora y dj afroportuguesa Nídia se aproxima a los ritmos del ‘tarraxo’, mano a mano con la percusionista Valentina Magaletti. Descubriendo, observando e intuyendo hacia dónde se dirigen las músicas del futuro.

Hubo un tiempo en que en Madrid, la música más vanguardista, asociada a las corrientes de la electrónica que se bailaban en los lugares más distinguidos del planeta, llegaba de forma muy residual. Si echamos la vista atrás, a la década de los noventa, solo algunos clubes, y organizadores desde el sentido más despojado de la palabra, eran capaces de gestionar y mover a determinados artistas y nombres importantes que sonaban a lo largo de todo el mundo. Ninguna institución museística, o pública, era capaz de involucrarse y traer unos sonidos que en ese momento estaban asociados a gran parte de la juventud.

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