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Veinte años con La Casa Encendida iluminando la creación artística más innovadora de Madrid
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Veinte años con La Casa Encendida iluminando la creación artística más innovadora de Madrid

El centro cultural de la Fundación Montemadrid encara las dos décadas de actividad sin perder la esencia que lo vio nacer. Todos sus proyectos pivotan en torno a la cultura, solidaridad, medio ambiente y educación

Foto: La Terraza Magnética, una de las programaciones de La Casa Encendida. (Cedida)
La Terraza Magnética, una de las programaciones de La Casa Encendida. (Cedida)

Cuando Luis Rosales publicó con la editorial de la Revista de Occidente su poemario La casa encendida en 1949, desconocía que medio siglo después ese título daría nombre a uno de los centros culturales más prestigiosos de la capital. Ahora, 20 años después de aquello, el historial del espacio artístico da buena fe de que han hecho digno honor a la creación del poeta. El espacio cercano a Embajadores y ubicado en Lavapiés cumple dos décadas siendo una de las referencias del arte contemporáneo de Madrid y un lugar de encuentro intergeneracional por el que han pasado cientos de artistas.

Foto: La Terraza Magnética durante el concierto de Ann Deveria. (La Casa Encendida)

Aunque el 20 aniversario lo estén celebrando este 2023, lo justo es decir que La Casa Encendida inició su primera programación en el curso 02-03 de la mano de José Guirao, antiguo ministro de Cultura recientemente fallecido, cuando todavía existía la Obra Social de Caja Madrid. De aquella efervescencia queda el tesón que todo el equipo directivo sigue ejercitando en sus programaciones, un centro cultural emblemático para el arte más joven en la capital madrileña y la idea de que la creación artística debe estar interconectada entre cuatro aspectos: cultura, solidaridad, medio ambiente y educación.

Foto: Decenas de visitantes en la feria Libros Mutantes. (Cedida)

Lucía Casani es la actual directora de La Casa Encendida. Aunque sus planes pasaban por llegar a ser directora de cine, muy pronto empezó a programar cine en el centro cultural, en el que Guirao desarrolló una política de confianza en jóvenes talentos. Han pasado dos décadas desde entonces, aunque la ilusión con la que relata Casani aquella experiencia diría lo contrario: “Todos teníamos menos de 30 años, éramos muy jovencitos y trabajamos con la idea de conectar con lo contemporáneo. También es verdad que ocupamos un hueco importante en Madrid porque en aquel entonces había mucha menos programación cultual que ahora, así que llegamos a ser un punto de conexión para toda una generación”, relata.

Así llegaron las nuevas experiencias a este edificio de principios del siglo XX y estilo mozárabe situado en uno de los barrios más interculturales de la capital. “Hacíamos desde festivales de música electrónica hasta exposiciones de arte contemporáneo, pero también invitábamos a artistas, creadores, filósofos y escritores para conversar con ellos. Nos parecía, y parece, fundamental para poder hablar del presente”, explica la directora.

El lanzamiento al éxito

El acierto de integrarse en el barrio pronto surtió sus efectos. Cientos de jóvenes se acercaban a La Casa Encendida para escuchar los conciertos en directo que Radio 3 emitía, ya todo un clásico asentado en la programación del centro cultural mediante el programa la Radio Encendida. Esa suerte de política de puertas abiertas les ha granjeado el éxito del que gozan actualmente, un éxito macerado con el amor, cuidado y dedicación que destilan todos sus proyectos. El esfuerzo no ha sido baladí, pues llegar a ser accesibles para la mayor parte de personas del barrio pasaba por trabajar los lenguajes artísticos contemporáneos, tantas veces experimentales y codificados, y hacerlos comprensibles.

placeholder Ambiente en la Feria de libros Mutantes que se celebra en abril. (Cedida)
Ambiente en la Feria de libros Mutantes que se celebra en abril. (Cedida)

“La idea con la que trabajamos es la de un espacio vivo, una casa habitada en la que hay gente y en la que también se genera cierta energía”, describe Casani. No le falta razón. Si uno echa la vista atrás, podrá comprobar que por el recinto de este bonito edificio cercano a Atocha han pasado decenas de artistas triunfantes hoy en día pero algo desconocidos entonces. Una esencia que, por otro lado, marida a la perfección con la inesperada pero gratificante mezcla de públicos que encuentran en La Casa Encendida un lugar en el que, simplemente, pasar el rato, divertirse y aprender algo nuevo.

El presente y contemporáneo

El espacio es joven en cuanto a formulación de la programación, siempre a punto de las últimas novedades, pionero en otras tantas como el ecologismo, los cuidados, la cuestión del género o lo que son y deberían ser las instituciones culturales. En cambio, otras tantas ocasiones lo más sencillo se ha convertido en la fórmula idónea para atraer gente. Según cuenta Casani, una cosa tan natural como poner enchufes y wifi gratis hace que la chavalada del barrio tenga un motivo más por el que dejarse caer por La Casa Encendida, sumado a su reconocida biblioteca y sala de estudio y mediateca. Y funciona.

Foto: Exposición 'Generación 2022'. (La Casa Encendida)

El eje vertebral de este espacio cultural que ahora cumple 20 años impulsando el barrio de Lavapiés como epicentro del arte madrileño se compone de cuatro áreas transversales ya mencionadas. “Lo de la cultura, solidaridad, medio ambiente y educación procede de la Obra Social de Caja Madrid, pero sí es cierto que se convirtió en la espina dorsal sobre la que cimentar La Casa Encendida. Es nuestro ADN y no hay ninguna programación que hayamos hecho que no se pueda leer desde estos cuatro prismas”, destaca Casani.

Ella goza del merecido prestigio que supone llevar toda una vida profesional en el equipo de La Casa Encendida, los últimos nueve años como directora. Esa continuidad le ha permitido llegar mucho más lejos que sus homólogos en otros centros artísticos cuyo mandato se reduce a apenas unos años. El centro de la actual Fundación Montemadrid, de esta forma, baila en esa dualidad a la que ya le ha cogido el paso entre el trabajo a largo plazo con unas raíces muy bien asentadas y los cuatro ámbitos sobre los que crecen unas hojas que nunca dejan de echar flores.

La creación de Bankia

El éxito actual, que se podría llegar a decir que está asegurado, no siempre fue así. Estas dos décadas de camino en el mundo cultural de Madrid se dividen en varias etapas. La primera, desde el 2002 hasta el 2008, donde todo era posible o, mejor dicho, había dinero para todo. “Ahí formábamos parte de la Obra Social de Caja Madrid. Teníamos nuestras complicaciones, pero mucho presupuesto y éxito desde el principio. Era un tiempo de abundancia que se terminó con la crisis de 2008”, explicita la directora.

placeholder La fachada del edificio con una intervención artística de Monstruo Espagueti. (Cedida)
La fachada del edificio con una intervención artística de Monstruo Espagueti. (Cedida)

Tras la fusión de siete cajas a nivel nacional para crear lo que luego sería Bankia, la Obra Social se quedó en el aire. La incertidumbre llegó para quedarse durante un tiempo. “Nosotros nunca llegamos a ser de Bankia, sino del llamado banco malo. En 2013 ya sacaron la Ley de Cajas por la que sus obras sociales podían constituirse en fundaciones privadas sin ánimo de lucro, y eso es lo que ocurrió”, continúa Casani. Por eso, ahora La Casa Encendida pertenece a la Fundación Montemadrid.

El nombre de la entidad, además, rinde un sincero homenaje a la historia bancaria y prestamista de la capital. Esta pequeña historia comienza hace 300 años, en 1702, cuando el padre Piquer, capellán del monasterio de las Descalzas Reales, fundó el Monte de Piedad de Madrid, el primero de España. Aquello era una forma de ayuda social en la que la Iglesia prestaba dinero a quien lo necesitara a cambio de una joya o cualquier otro objeto cuyos intereses se destinaban a la obra social. Tres siglos después, el sistema ha evolucionado, pero no tanto como para desaparecer. Sin ir más lejos, el propio edifico que ahora ocupa La Casa Encendida fue monte de piedad: “Aquí venía la gente más pobre durante la posguerra a empeñar un abrigo o un colchón, lo que fuera, y te daban dinero. Si conseguías trabajo más tarde, podías desempeñarlo”, dice Casani.

placeholder Edificio de estilo mozárabe que alberga La Casa Encendida. (Cedida)
Edificio de estilo mozárabe que alberga La Casa Encendida. (Cedida)

Desde 2013, La Casa Encendida depende directamente de la Fundación Montemadrid, de la que depende la mayor parte de la financiación. Por otra parte, la entrada al centro cultural y sus exposiciones es totalmente gratuita y las actividades tienen un precio simbólico que rara vez superan los cinco euros. “Este periodo algo turbulento creo que no nos vino mal porque reflexionamos mucho. Los primeros años fueron muy locos. Hacíamos tantas actividades que no nos daba la vida. Tuvimos que definirnos un poco más y ordenar nuestro trabajo”, rememora la directora.

Un espacio seguro

Aquellos años de la incertidumbre terminaron en 2014, cuando Casani asumió la dirección. Desde entonces, no han sido pocos los retos que esta experta cultural ha tenido que superar. Uno de ellos fue la pérdida del público joven. El tiempo pasaba irremediablemente y la programación se orientó, de forma inconsciente, hacia la generación del equipo directivo. ¿Cómo recuperar a los jóvenes, a esas personas que tenían la misma edad que cuando ellos empezaron a habitar La Casa Encendida? Casani dio con la respuesta: “La clave no es solo abrir las puertas, sino invitar a programadores que conecten con diferentes generaciones, y lo hemos conseguido”.

Además, La Casa Encendida se ha convertido en ese espacio seguro en el que los fallos están permitidos, en donde fracasar es un paso más de la trayectoria pero no el final de la misma. Algo tan simple como eso permite experimentar sin miedo, una cuestión esencial a la hora de la creación que en tan pocos lugares se encuentra. “Mi generación vivió un momento en el que parecía que el progreso era lo normal, que ibas a vivir mejor que tus padres y encontrar trabajo enseguida y te ibas a independizar cuando quisieras. Eso se acabó y la incertidumbre es algo con lo que tenemos que convivir todo el rato. Aquí no sabemos cuánto dinero tendremos el año que viene, así que todo lo vamos viendo poco a poco”, asume la directora.

Sea como fuere, parece que a La Casa Encendida todavía le queda luz por irradiar. Si el único momento en que estuvo cerrada, que fue durante la pandemia, lo utilizaron para lanzar su Plataforma ON, con talleres, exposiciones y material audiovisual en red, ¿qué no serán capaces de hacer durante otros 20 años?

Cuando Luis Rosales publicó con la editorial de la Revista de Occidente su poemario La casa encendida en 1949, desconocía que medio siglo después ese título daría nombre a uno de los centros culturales más prestigiosos de la capital. Ahora, 20 años después de aquello, el historial del espacio artístico da buena fe de que han hecho digno honor a la creación del poeta. El espacio cercano a Embajadores y ubicado en Lavapiés cumple dos décadas siendo una de las referencias del arte contemporáneo de Madrid y un lugar de encuentro intergeneracional por el que han pasado cientos de artistas.

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