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"Los taxis flipan": viaje al PAU de Madrid que está rodeado de carreteras pero no tiene acceso a ninguna
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ESTÁN ENCAJONADOS

"Los taxis flipan": viaje al PAU de Madrid que está rodeado de carreteras pero no tiene acceso a ninguna

Las 'urbas' con piscina de principios de siglo incentivaron a los vecinos a mudarse al barrio de Butarque. Dos décadas después, la M-40, M-45 y A-4 circunvalan sus calles, pero siguen sin incorporaciones a ninguna de ellas

Foto: "Para llegar has tenido que pasar por aquí, bajar por aquí, girar por aquí...". (A.F.)
"Para llegar has tenido que pasar por aquí, bajar por aquí, girar por aquí...". (A.F.)

Los vecinos más pijos de Villaverde viven encajonados entre carriles de asfalto. Desde las calles de Butarque no hace falta agudizar el oído para escuchar el trasiego incesante de coches a escasos metros. El sur de este barrio del distrito –frontera con San Cristóbal, el más desfavorecido de la región– comenzó a desarrollarse a principios de siglo. Las construcciones se levantaron al calor de los primeros planes de ampliación urbanística (PAU): urbanizaciones con piscinas y canchas de pádel, perfectas para familias jóvenes. Aquella idea de lugar de ensueño en mitad de un barrio obrero llamó la atención de muchos, entre ellos la de Antonio Abueitah y Yolanda Villareal, madrileños de 47 y 55 años. Ambos consiguieron firmar su hipoteca con veintinantos y formar una familia en este tipo de residencias. "Eran pisos baratos", explican.

El quid de la cuestión de su historia es que, dos décadas después, afrontan el mismo problema que tienen en los barrios de nueva construcción, como Los Berrocales o Valdecarros: están aislados. Las infraestructuras que les rodean –las vías del tren a un lado y la A-4 a otro– ejercen de efecto barrera. "Nos reunimos en 2021 con la Dirección General de Carreteras y nos dijeron que nos tenían en cuenta, pero no ha sido así. Nos sentimos engañados", señala Abueitah.

Para llegar a las calles del distrito, este periódico dio mil y una vueltas. Al norte está la M-40; al sur, la M-45; al este la A-4; y al oeste, las vías del tren. Al no haber ninguna salida con destino Butarque, hay que desviarse y localizar una rotonda que te permita acceder al barrio. Circulando por el inicio de la autovía de Córdoba puede verse el destino a pocos metros, pero Google Maps indica que la hora estimada de llegada es de unos seis minutos sin perderse.

"¿Qué tal para llegar?", pregunta Antonio. "Te has dado cuenta del lío, ¿verdad? Los taxistas flipan", continúa. Este vecino aprovecha para señalar el handicap en un mapa: "Has tenido que venir por aquí, bajar por aquí, rodear por aquí, subir, y girar", dice recorriendo con su dedo las vías que circundan el barrio: "Estamos encajonados".

Foto: Viviendas en construcción en El Cañaveral. (EFE/Chema Moya)
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Ahora, el Ministerio de Transportes quiere ampliar "la variante de la autovía A-4 entre la M-40 y la M-45". Se refiere al tramo de carretera que recorre paralelamente el barrio. Los atascos en hora punta son el quebradero de cabeza de los miles de madrileños que deben acceder a la capital por dicha vía. Y para paliar el problema del tráfico, el Ejecutivo pretende aumentar los carriles en ambas direcciones. El presupuesto estimado de las obras asciende a 55 millones de euros.

¿El problema? Que las actuaciones que "como mínimo" deben estudiarse para incorporar al proyecto no mencionan las históricas demandas del barrio de Butarque. "Llevamos tres meses intentando reunirnos con ellos" –continúa Abueitah– "y justo nos acaban de citar". Este jueves se reunirán, tras aquel último encuentro en 2021, con la Dirección General de Carreteras para exponerles sus necesidades. Desde el Ministerio reseñan que "el trazado de la variante" y las "actuaciones aledañas" vendrán cuando se adjudique y formalice el contrato.

placeholder Las vistas desde el barrio a la vía que quieren ampliar. (A.F.)
Las vistas desde el barrio a la vía que quieren ampliar. (A.F.)

La estructura de Butarque –antiguo barrio de Los Rosales– es peculiar. Con casi 640 hectáreas de terreno, es el segundo más amplio del distrito y el menos densamente poblado. Según los datos del Ayuntamiento recogidos por el área de servicios sociales de Villaverde, la renta de estos vecinos oscila entre 33.310 y 37.723 euros, "por lo que se sitúa por encima del resto de Villaverde (27.392 euros)".

Las urbanizaciones se distribuyen en vertical formando una especie de triángulo heterogéneo. Hace años, sí contaban con accesos de incorporación a la A-4. "Los quitaron. Había muchos accidentes", reseñan los vecinos. Sin embargo, nunca se llegó a poner sobre la mesa una alternativa.

Por suerte, en 2022 consiguieron una pasarela peatonal para cruzar andando a San Cristóbal, aunque la movilidad en vehículo continúa estancada. Otra alternativa que llevan años planteando es añadir una rotonda entre la calle de la Hulla y la M-301, pero las administraciones no se ponen de acuerdo: "Ni Comunidad, ni Ayuntamiento. Al final, seguimos sin nada".

Los vecinos más pijos de Villaverde viven encajonados entre carriles de asfalto. Desde las calles de Butarque no hace falta agudizar el oído para escuchar el trasiego incesante de coches a escasos metros. El sur de este barrio del distrito –frontera con San Cristóbal, el más desfavorecido de la región– comenzó a desarrollarse a principios de siglo. Las construcciones se levantaron al calor de los primeros planes de ampliación urbanística (PAU): urbanizaciones con piscinas y canchas de pádel, perfectas para familias jóvenes. Aquella idea de lugar de ensueño en mitad de un barrio obrero llamó la atención de muchos, entre ellos la de Antonio Abueitah y Yolanda Villareal, madrileños de 47 y 55 años. Ambos consiguieron firmar su hipoteca con veintinantos y formar una familia en este tipo de residencias. "Eran pisos baratos", explican.

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