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'Runners' vs. perros: una ordenanza casi desconocida y un duelo en los parques de Madrid
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'Runners' vs. perros: una ordenanza casi desconocida y un duelo en los parques de Madrid

Los amantes de estos animales tienen unas horas fijas para soltarlos en los parques. Una norma así lo establece, pero no siempre se cumple. Deportistas, paseantes e incluso dueños de otras mascotas narran su experiencia

Foto: Yassarela y su perro, Polly, en un parque de Usera, Madrid. (L.B.)
Yassarela y su perro, Polly, en un parque de Usera, Madrid. (L.B.)

Madrid cuenta con 216 áreas caninas de recreo para ir a pasear con los animales, dejarles correr y disfrutar de un día soleado. Este es uno de Usera, uno de los barrios del sur madrileño y en el que en 2022 –último censo completo disponible– se contabilizaron hasta 12.524 perros de compañía, según datos del Ayuntamiento. La gente camina a media mañana, algunos con sus mascotas y otros por su cuenta, o acompañados. Hace poco se reconstruyeron algunas zonas del parque, especialmente las deportivas o el terreno abierto para que correteen los canes. A veces, allí, los más grandes llevan bozal y una correa bien amarrada para que no molestar a quienes se les acercan. En otras ocasiones, no.

Ángeles pasea con su perro, diminuto y escuálido, en una zona arbolada. "A mi pequeño lo dejaron partido por la mitad", cuenta, entristecida, cuando recuerda aquel día en el que a su perro se le abalanzó un bulldog más grande y mordió su cuello hasta hacerle sangrar. Los dueños, eso sí, "se portaron muy bien" y pagaron todos los gastos del veterinario. Lo hicieron porque tenían un "seguro" que cubría estos riesgos, algo que "no todos los dueños tienen y es obligatorio si sacas a un perro a pasear", advierte Ángeles, contrariada.

En una ciudad donde los perros como mascota casi igualan a los niños –con 282.315 de los primeros, la mayoría en Puente de Vallecas (23.595) o Carabanchel (20.833); y 298.357 de los segundos– es importante delimitar qué espacios pertenecen a cada cual y, sobre todo, que se conozcan cuáles son las normas que facilitan la convivencia.

Regulación casi desconocida

Como recuerda Ángeles, en más de una ocasión ha tenido que regañar a algún chaval que pasaba por allí con su mascota y empezaba a ladrar, intimidando a su perrito al ser tan pequeño y tembloroso. Este es unos de los grandes dramas de esta mujer cuando saca a pasear a su animal, y eso que siempre acude a parques caninos para garantizar que, dentro de lo que cabe, no sufrirá un gran daño. No obstante, mucha gente desconoce cuáles son las normas para pasear a un perro por el parque. En realidad, existe una ordenanza municipal que pone límites a quienes viven con un animal, también a la hora de salir a jugar a un espacio público y abierto.

Entre otras cuestiones, marca horarios restringidos para permanecer en áreas de recreo que varían según la estación del año. En verano, por ejemplo, solo se puede estar fuera entre las ocho de la tarde y las diez de la mañana, cuando en invierno se alarga una hora más y es a las siete cuando empiezan a sacar cabeza. Hay áreas caninas municipales en los 21 distritos de la ciudad, y rangos que clasifican a los perros entre los potencialmente peligrosos, que deben ir más amarrados, y el resto. Para quienes lo incumplan hay castigos reservados en los artículos 37 y 38 de la norma consistorial, con infracciones leves, graves o muy graves, todas ellas con sus correspondientes sanciones administrativas.

placeholder El perrito de Ángeles, muy feliz. (L.B.)
El perrito de Ángeles, muy feliz. (L.B.)

Luego hay quienes van a los parques con todo bien estudiado. Roberto es educador canino y el perro que pasea con él no es suyo. Acude al mismo espacio todos los días porque por la mañana da el sol en todos lados, y reconoce que es un "lujo" poder vivir de cuidar a estos animales, de todos los tipos, razas y tamaños. Con el que ahora va es un chucho negro y alargado de orejas pequeñas, que "se porta muy bien" y casi nunca le da problemas. Mucho menos acercarse a alguien o molestar a los niños que juegan en los columpios. Siempre es "muy pacífico" y no se mete en líos. Eso sí, cree que hay gente que "no tiene ni idea" de cómo se cuida a un perro y se lanza a la calle siendo un peligro para quienes pasen cerca.

Como consejo para quienes sientan respeto hacia estos animales y quieran ir tranquilos sin encontrárselos o amedrentarse por su presencia, lo único que recomienda Roberto es no frecuentar las zonas donde los perros sean habituales, y alejarse en la medida de lo posible de ellos. Algo que reconoce "imposible" para la mayoría de la gente, ya que incluso en los parques caninos hay personas durante todo el día; más, si cabe, en los convencionales. Otro caso es el de Yassarela, una mujer colombiana que viaja siempre acompañada de Polly, su perro y "amigo".

placeholder Yassarela y su perro Polly se van a casa. (L.B.)
Yassarela y su perro Polly se van a casa. (L.B.)

El suyo lleva un bozal, y tampoco podría hacer gran cosa porque tiene la boca ocupada con una pelota de goma. Ha estado jugando con ella y ahora es momento de volver a casa. Viven a pocos metros de aquí, en una de las paralelas, y siempre les gusta pasear por el mismo parque, haciendo exactamente el mismo recorrido. Los días que llueve, Polly lo nota mucho, y pasa la mañana inquieto o corriendo de un lado para otro en busca de algo de aire. Como es un perro grande y bastante fuerte, Yassarela lo saca siempre con el bozal, por si las moscas.

Nunca ha agredido a nadie, pero cualquier día se le pueden cruzar los cables y atacar sin ton ni son. Pero ella sí ha sido testigo de como otros animales se echan sobre los niños y ahuyentan a las familias que vienen a pasar la tarde tranquilas. Le parece una "falta de respeto" y opina que debería estar prohibido llevar a los perros en los espacios abiertos sin correa y al alcance de cualquiera. Al final, se despide y continúa su camino por el parque entre los ladridos que se oían de fondo.

placeholder Roberto y el perro que cuida esa mañana, en un parque de Madrid. (L.B.)
Roberto y el perro que cuida esa mañana, en un parque de Madrid. (L.B.)

Al salir del parque están María y su perro, que también vuelven a casa porque se acerca la hora de comer. Han dado una vuelta por la calle, sin entrar a ningún parque, y en realidad es lo que suelen hacer. Tiene una finca en Noblejas, Toledo, donde viven 17 gatos y dos perros más, que son los "reyes de la casa". A esos no los puede llevar a casa y sacar en un día cualquiera, porque son más agresivos y además son enormes. Como el resto de caminantes consultados, ha tenido que regañar a algún animal o a su dueño en más de una ocasión, no solo por no llevar correa o bozal, sino por "dejar cacas" en cualquier lado y no tener respeto por el entorno. "Ni respetan a los animales, ni respetan a las personas", sentencia.

Madrid cuenta con 216 áreas caninas de recreo para ir a pasear con los animales, dejarles correr y disfrutar de un día soleado. Este es uno de Usera, uno de los barrios del sur madrileño y en el que en 2022 –último censo completo disponible– se contabilizaron hasta 12.524 perros de compañía, según datos del Ayuntamiento. La gente camina a media mañana, algunos con sus mascotas y otros por su cuenta, o acompañados. Hace poco se reconstruyeron algunas zonas del parque, especialmente las deportivas o el terreno abierto para que correteen los canes. A veces, allí, los más grandes llevan bozal y una correa bien amarrada para que no molestar a quienes se les acercan. En otras ocasiones, no.

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