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Madrid adapta los exámenes de la EvAU a los disléxicos: tipografía propia y hojas ilimitadas
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Madrid adapta los exámenes de la EvAU a los disléxicos: tipografía propia y hojas ilimitadas

No se contabilizarán algunas faltas de ortografía y no se penalizarán las respuestas más cortas de lo usual. El objetivo es garantizar la igualdad de los alumnos

Foto: Varios jóvenes repasan sus apuntes ante del inicio de la EvAU del año pasado. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Varios jóvenes repasan sus apuntes ante del inicio de la EvAU del año pasado. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

“Cuando un alumno disléxico llega al final de una frase de ocho palabras, ya no se acuerda de la primera porque su ruta fonológica está alterada”. De esta forma resume la problemática que cientos de chavales viven en su día a día Jeannette Cid, la presidenta de la Asociación Madrid con la Dislexia. La atención personalizada que paulatinamente se ha ido introduciendo en los colegios e institutos, hasta este momento, se encontraba con un tope: la Evaluación de Acceso a la Universidad (EVaU), la antigua prueba de Selectividad. Ahí, el profesorado no tenía forma de saber que el examen que estaban corrigiendo pertenecía a un joven con esta dificultad en el aprendizaje. Sin embargo, este año será diferente.

Con la nueva resolución promovida por parte de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, el estudiantado con dislexia “estará en una posición de equidad respecto a sus compañeros”, tal y como afirma Ricardo Díaz, el director general de Universidades. Una serie de medidas concretas ayudarán a que dicha igualdad sea efectiva. De esta forma, aquellos alumnos diagnosticados con dislexia podrán obtener todo el papel extra que necesiten durante la EVaU, podrán solicitar la lectura oral de las preguntas por parte de un vocal del tribunal y se recomienda que los enunciados estén escritos con un tipo de letra especial, así como con el espaciado e interlineado adecuado.

Foto: La ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría. (EFE/Fernando Villar)

No se queda ahí la cosa, pues además de que esos exámenes estarán señalizados mediante un código identificativo, siempre respetando el anonimato del alumnado, en la resolución también se indican algunos aspectos a tener en cuenta una vez entregada la tarea. En el momento de la corrección, el profesor analizará el contenido básico de la respuesta, y no penalizará una extensión mejor de la habitual, ya que muchos de estos jóvenes escriben menos de lo normal dado su miedo a cometer faltas de ortografía.

En este sentido, estas faltas tampoco se penalizarán, pero solo aquellas asociadas a errores ortográficos o de expresión más comunes en la dislexia, cuyo listado acompaña la propia resolución. Las demás faltas tendrán la mitad de penalización que las del resto de sus compañeros. Asimismo, tampoco se evaluará la dirección irregular de la escritura, los tachones o diferentes tamaños de letra.

Dislexia y una menor capacidad de concentración

Cid afirma que la dislexia afecta a 1 de cada 10 alumnos a nivel mundial. La traslación de ese dato a la Comunidad de Madrid supondría un total de 80.000 alumnos con dislexia, “la mayoría de ellos sin diagnosticar”, apunta. Todos ellos tendrían algún problema en la denominada ruta fonológica, es decir, la conversión de un grafema, la imagen de una letra, en un sonido. “La mayoría somos personas normolectoras, que realizamos esa conversión de forma automática, pero una persona con dislexia necesita ir viendo qué sonido corresponde a cada sílaba, unirlos, y así completar la palabra”, desarrolla.

Foto: Arranque de la EBAU en Murcia, el pasado 1 de junio. (EFE)

El alumnado madrileño con dislexia, desde Educación Primaria hasta Bachillerato, ya poseía ciertos derechos a la hora de ser examinado, como la posibilidad de hacerlo en un aula aparte. “La dislexia no es solo una mera confusión, también afecta a la capacidad de concentración o la psicomotricidad. Es un trastorno o dificultad del aprendizaje, tal y como está tipificado en España”, apunta Cid, reconfortada por este avance. Así lo ejemplifica: “Antes, sin estas medidas, es como si le dijeras a alguien que necesita gafas para ver que se iba a examinar sin ellas”.

Esperanzada, la presidenta de la Asociación considera que si esta será la nueva realidad en la EVaU de 2022, “lo lógico es que se replique en etapas anteriores”, aunque ya existan ciertas instrucciones para el estudiantado con esta dificultad del aprendizaje. “Muchos alumnos de Madrid se iban a hacer la selectividad a otras comunidades como Murcia, Cataluña, el País Vasco o Galicia, que ya tenían preparadas estas adecuaciones. Así volvían con mejores notas para poder elegir universidad”, continúa Cid.

Un talento exacerbado

Ella, que tiene una hija de 21 años, también incide en otra de las realidades que viven: “El 60% de las personas con dislexia también padecen un trastorno de déficit de atención, ya neurológico. Esta dificultad para concentrarse sumada a la dislexia hace que muchos alumnos tengan severos escollos a la hora del aprendizaje”. Aun así, Cid no deja pasar la oportunidad para reivindicar la cara más positiva y cita algunos personajes disléxicos conocidos, como Ruth Lorenzo, Gabino Diego, Boris Izaguirre, Steve Jobs o Steven Spielberg. Tal y como enuncia, “en América se entiende como un talento; ya hay empresas de marketing que busca personas así porque son súper creativas”.

Ricardo Díaz, el director general de Universidades de la Comunidad de Madrid, agrega que “lo primero que hay que tener claro es que la dislexia no es ningún tipo de discapacidad, pero sí una dificultad en cuestiones de entendimiento y escritura que penalizan tremendamente al alumno de forma injusta”. Tampoco se olvida de las familias, siempre al pie del cañón con sus hijos: “Ellas sufren más porque sus hijos necesitan ciertas adaptaciones para conseguir calificaciones conforme a sus conocimientos y esfuerzo”.

El objetivo: la igualdad

Si pone la vista en el futuro, el director general afirma que la idea es introducir este tipo de adaptaciones para problemas similares, aunque primero revisarán esta primera experiencia de cara a mejorar en años próximos, e incluso señala que ya sopesan establecer un aula destinada en exclusiva para examinar al alumnado con dislexia. Las medidas ya mencionadas, que se basan en tres niveles, antes, durante y después del examen, pasan por la adecuación de la grafía del texto. “Queremos que la fuente de letra sea la que los psicólogos nos digan que es más apta, además de redactar los enunciados con un tamaño de letra determinado y bien espaciado”.

De la misma forma, Díaz señala que “las dificultades se manifiestan en su forma de expresión escrita, el mayor problema”. Por eso, el evaluador deberá calificar principalmente en base al contenido sin penalizar la extensión menor en la respuesta o una presentación fuera de lo usual, es decir, con una dirección irregular de la escritura, tachones o diferentes tamaños de letra. “Todo esto no va a ser estático, sino dinámico. Queremos mejorar años tras año, implementando nuevas adaptaciones, pero no solo para personas con dislexia, sino para todo el alumnado con otras dificultades”, concluye el director general.

“Cuando un alumno disléxico llega al final de una frase de ocho palabras, ya no se acuerda de la primera porque su ruta fonológica está alterada”. De esta forma resume la problemática que cientos de chavales viven en su día a día Jeannette Cid, la presidenta de la Asociación Madrid con la Dislexia. La atención personalizada que paulatinamente se ha ido introduciendo en los colegios e institutos, hasta este momento, se encontraba con un tope: la Evaluación de Acceso a la Universidad (EVaU), la antigua prueba de Selectividad. Ahí, el profesorado no tenía forma de saber que el examen que estaban corrigiendo pertenecía a un joven con esta dificultad en el aprendizaje. Sin embargo, este año será diferente.

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