Voto madrugador, colas y separación por edades: el covid y el trabajo marcan el 4-M
Las medidas sanitarias también han dejado imágenes inéditas: ventanas abiertas en las aulas, mascarillas quirúrgicas para ponérselas por encima de las que se traían de casa...
La celebración del 4-M en día laboral y la pandemia han marcado el ritmo del voto. Los madrileños se han agolpado en los colegios y, pasadas las 10 de la mañana, la imagen de largas colas se repetía por la comunidad. En el Colegio Divina Pastora, en Chamberí, hasta 200 personas rodeaban el edificio a esa hora: por la calle María de Guzmán, un centenar de más de 65 años; por la de Cristobal Bordiú, otros tantos. Tres policías iban dando prioridad a los más mayores y, mientras tanto, apoderados de los partidos hacían guardia en la puerta. Este 4-M, los colegios electorales recordaban a un parque de atracciones en agosto, pero con jubilados en lugar de niños.
Tres apoderados del PP resumían el goteo de votantes en dos palabras: "In crescendo". En la cola de mayores de 65, la gente se pegaba al muro en busca de sombra y dos señoras comentaban la escena: "Yo nunca había visto esto". "Es que yo solía venir después de comer". Tras 15 minutos, ambas llegaban a la entrada y las recibían con un bote de gel hidroalcohólico como bienvenida. Ventanas abiertas en las aulas, mascarillas quirúrgicas para ponérselas por encima de las que traían de casa... La pandemia ha dejado imágenes inéditas, pero también alguna surrealista: nada como ponerse dos mascarillas para tener que bajárselas al chupar el sobre.
A unos 150 metros del Colegio Divina Pastora, en el Cervantes, la situación era distinta. Frente a las 200 personas del primero, en este no llegaban a la veintena. Entre ellos, dos matrimonios con sus hijos: "Este año nos ha tocado en el colegio del niño y se pensaba que venía a clase", comentaba uno de ellos. "Ella ha tenido que cogerse el día libre y yo, pues, bueno, se supone que ahora estoy trabajando". Día laboral, pero no lectivo, así que no son pocos los que han tenido que ir acompañados por sus hijos. Una y otra vez, los más pequeños se encargaban de introducir el voto en la urna como premio a la espera.
La jornada pone punto final a una de las campañas más broncas y polarizadas que se recuerdan en Madrid. En la Avenida de Entrevías, en Puente de Vallecas, todavía se refleja la pelea de los partidos por arañar cada voto: la propaganda de las farolas, repartida entre PSOE y PP; la de las marquesinas, en manos de la candidatura Recortes Cero, y la de la entrada a la Ronda Sur, controlada por Unidas Podemos con una pancarta colgada de dos árboles: 'Gobernar en serio', 'Libertad', 'Redistribuir la riqueza', 'Que hable la mayoría'... Entre ese mar de carteles, un centenar de personas se agolpaba a las puertas del colegio Manuel Núñez Arenas para elegir eslogan.
Subido al muro de piedra que hay a la entrada del centro, un policía municipal trataba de poner orden sobre las 11 de la mañana: "Ustedes a esta cola que es cortita"; "uno y uno, ¿de acuerdo?"; "esta cola es la suya, que he hecho una cortita y otra larga"... La cortita era la de mayores de 65, donde muchos acudían del brazo de sus hijos. En la otra, unas 70 personas esperaban su turno.
La separación por edades también se extendía al interior del colegio. “A mí me han dicho que los mayores a la sala cuatro y ahí que he ido”, explicaba Josefa, una anciana que, pañuelo al cuello, salía de votar acompañada por una apoderada de Podemos. A medida que recorría la cola, los vecinos iban saludándola por su nombre. "Nací en el 36, así que 60, 80... Y 85 años". Ningún problema en decir la edad, pero posar para una fotografía quedaba descartado: "No, no, que soy muy vieja".
También en la Ronda Sur, en Puente de Vallecas, los mayores de 65 años tenían prioridad en el Colegio García Morente. Apoderados del PP, Vox y Podemos esperaban en la puerta y, a tan solo unos metros de ellos, un policía municipal dirigía a los votantes como quien dirige el tráfico. Los jubilados eran mayoría en este centro y, cuando salían del colegio, muchos se sentaban en los bancos del parque para comentar la jornada. Nada de libertad o comunismo. Tampoco de democracia o fascismo. A la salida del colegio, sus peleas pasaban por elegir entre sol y sombra.
Salvo contadas excepciones, las colas se han repetido en los colegios que ha visitado El Confidencial: "En el Antonio Fontán de Montecarlo ha habido gente esperando desde que ha abierto"; "en el San Isidoro del Retiro me he encontrado muchas personas, sobre todo jubilados"; "en Nuestra Señora del Recuerdo he ido sobre las 10 y me ha tocado esperar casi una hora"; "en Villanueva del Pardillo no había visto algo así en mi vida, pero iba bastante fluido"... A las 19:00, la participación ya estaba once puntos por encima de 2019. A partir de ahí, una hora en la que habrá que ver si las colas se mantienen.
La celebración del 4-M en día laboral y la pandemia han marcado el ritmo del voto. Los madrileños se han agolpado en los colegios y, pasadas las 10 de la mañana, la imagen de largas colas se repetía por la comunidad. En el Colegio Divina Pastora, en Chamberí, hasta 200 personas rodeaban el edificio a esa hora: por la calle María de Guzmán, un centenar de más de 65 años; por la de Cristobal Bordiú, otros tantos. Tres policías iban dando prioridad a los más mayores y, mientras tanto, apoderados de los partidos hacían guardia en la puerta. Este 4-M, los colegios electorales recordaban a un parque de atracciones en agosto, pero con jubilados en lugar de niños.