El fenómeno que asfixia a los canarios desde el otro lado del mundo con fuertes calimas

55 años hace que Los Mismos, un grupo de pop de los años 60, hizo famosas 5 palabras, bajo un ritmo pegadizo: "Tenerife tiene seguro de Sol". Lo que no pensaron es que, no solo la isla tinerfeña, sino las otras 7, vivieran medio siglo después sin ver el sol por culpa de la calima, o lo que es lo mismo, polvo en suspensión procedente del continente africano. En ocasiones, es tal la presencia que apenas se distingue lo que hay a 20 metros de distancia.

La pregunta que se hace todo el mundo es la misma: "¿Dónde están los vientos alisios?”. Abel López, geógrafo e investigador de la Universidad de La Laguna (ULL) es claro: "La calima es un fenómeno típicamente invernal. En este tiempo se produce alrededor del 40% de estos episodios, mientras que en verano, por ejemplo, se da la mitad con un 20%".

La explicación a la presencia de calima en las islas del Atlántico está en el Pacífico. "Se está produciendo un fenómeno que altera el clima planetario que es El Niño o lo que en climatología se conoce como teleconexión, fenómenos distantes de un punto, pero que tienen repercusiones directas sobre nosotros", aclara López. Esto provoca los efectos directos que están sufriendo las islas tales como el "aumento de la temperatura de nuestras aguas, una mayor probabilidad de sequías y un aumento en el número de intrusiones de polvo sahariano", precisa.

El cambio climático también está detrás de este fenómeno y, aunque aún son predicciones, López señala que "lo que estamos viviendo estos días quizá sea un fiel reflejo del futuro que nos espera en Canarias". A su juicio, "es bastante lógico pensar que aumentará su intensidad y frecuencia asociada a un número mayor de advecciones de aire sahariano que dará, como consecuencia, olas de calor más frecuentes, intensas y fuera de la temporada habitual como la del pasado mes de octubre de 2023".

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La situación climática es compleja porque, según el investigador, "hace falta mucha ambición a nivel internacional para bajar las emisiones de CO2". Sin embargo, lanza un mensaje a la población: hay que adaptarse a los efectos climáticos que están pasando en las islas. "La acción climática es clave para convivir con unas condiciones meteorológicas diferentes a las actuales, donde eventos extremos serán cada vez más frecuentes en el archipiélago y donde el aumento de las temperaturas, y el descenso de las precipitaciones, serán los elementos que más nos deberían preocupar para sectores claves como la agricultura, el turismo, sanidad o educación", concluye.

Alergia y asma

En la calima que cubre Canarias hay material particulado de arcillas, silicatos y minerales. De hecho, cuando se forman tormentas en el continente africano, también se arrastran restos de pólenes, insectos y otros contaminantes. Según la Encuesta Nacional de Salud 2020, 54.000 canarios de más de 16 años, un 3,4% de población en las islas, tienen asma. Es más frecuente entre mujeres de 16 y 44 años (un 4,1%) y la isla con mayor proporción es Gran Canaria, seguida de Tenerife y Lanzarote. La que menos afectados registra es La Gomera. Dicho trastorno se acentúa con la calima.

María Galván es una joven de 30 años que lleva padeciendo alergia asmática desde que tenía 8. "Comencé con vacunas cuando era pequeña por episodios graves de asma y alergia a los ácaros. Me dieron el alta con 13 años, pero hace cuatro, justo después del fatídico febrero de 2020, cuando con una calima histórica en pleno Carnaval, tuve de nuevo síntomas y el diagnóstico fue volver a pincharme la vacuna cada mes porque la situación volvía a ser compleja", comenta.

"En ocasiones no puedo respirar porque es como si tuviera un tapón, ya no solo en la nariz, sino también en la garganta. Es desesperante"

Los síntomas que describe son variados: "Lejos de la tos o los estornudos, en ocasiones no puedo respirar porque es como si tuviera un tapón, ya no solo en la nariz, sino también en la garganta. Es desesperante, ya que apenas puedo tragar y, si lo hago, es con dificultad". Galván toma antihistamínicos diariamente y, además, siempre tiene un aerosol consigo al que considera "su salvación", porque “en días de mucha calima, salir a dar un paseo o ir a hacer la compra, se convierte en una misión imposible y me asfixio cada 5 metros".

Galván es contundente con el sistema sanitario porque considera que debería financiarse una vacuna que es fundamental para su día a día. "Me costeo mis vacunas y superan los 200 euros cada año, no te la da la Seguridad Social mientras tratamientos para dejar de fumar, por ejemplo, sí", añade. "Yo no elijo tener alergia asmática y necesito ese pinchazo mensual para poder respirar y vivir", recalca una mujer que tendrá que seguir aguantando la respiración, al menos, mientras persistan las fuertes calimas en Canarias.