'Turismofobia' y agua en Canarias: ¿no hay grifo para tanta gente?

La turismofobia crece milímetro a milímetro en Canarias, impulsada por la llegada masiva de visitantes y unos recursos cada vez más escasos. Este mes de agosto, hay falta de agua dentro de los hogares, pero sí está disponible para las piscinas de los hoteles. Una contradicción que provoca una oleada de críticas y reproches por lo que consideran un agravio. La pregunta que surge en este punto es si hay disponibilidad para tanta gente y qué soluciones existen sobre la mesa.

El auge del turismo es clave. Fuerteventura prevé seguir creciendo demográfica y turísticamente, lo que puede provocar mayores problemas. Los vecinos no comprenden por qué hay cortes hídricos en lugares como Tarajal de Sancho, pero en Airbnb se pueden alquilar alojamientos con piscina por 185 euros la noche. De hecho, ningún cliente de viviendas vacacionales habla de problemas de sequía.

Fuerteventura está en situación de emergencia hídrica por el cabildo de la isla desde hace meses, y por ello la Administración invertirá 240 millones en un plan para renovar las plantas de producción, según las fuentes consultadas. Es una estrategia de futuro, habida cuenta de que, en 10 años, se espera que el 38% del agua de la isla sea para atender al turismo y el 41% para residentes. El golf captará el 10% y la agricultura y ganadería el 10%. Y nada de esto convence a los residentes.

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El problema se extiende a todo el archipiélago. Cualquier día de temporada alta puede haber tres millones de personas en el total de las islas: 2,25 millones de residentes, 600.000 de turistas y 30.000 de visitantes. Las predicciones indican que, en 2033, los residentes serán 2,5 millones y, en 2050, tres millones; con lo cual, si no hay intervención, en un día de invierno o de agosto serían cuatro millones de personas en las islas.

La fuente de agua va más allá de las lluvias, que no abundan precisamente. Esta se desala con un mallado eléctrico al borde de su obsolescencia. Y ahí radica otro de los problemas, con un escenario muy complejo. El 56,42% del agua que se desala en Lanzarote, por ejemplo, desaparece en fugas porque están obsoletas y cada vez en peor estado. La inversión, coinciden los afectados, es fundamental para paliar esta situación.

¿Y la energía?

Fuerteventura tiene 120.000 habitantes y el 70% del agua que se consume depende de una desaladora ubicada en Puerto del Rosario, en la planta La Herradura, que se puso en marcha entre 1991 y 1998. Las averías en la isla tienen su origen en esta infraestructura, aunque han destinado 3,2 millones de euros para mejorarla. Esa agua tiene que ir al sur de Fuerteventura. Pero hay dos matices misteriosos en todo esto: el 29% del recurso hídrico que transcurre por tuberías también se fuga y se encuentra en paradero desconocido. Hay sabotajes a la red que investiga la Guardia Civil desde este año tras una denuncia del Cabildo de Fuerteventura.

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La gente en la isla observa que el territorio insular se llena de tecnología de energías renovables y que la previsión a 2040 es que ocupen una superficie de 134 kilómetros cuadrados. A Nereida Calero, consejera de Territorio, le preocupa esta situación: "Vamos a defender los intereses de Fuerteventura", afirma la dirigente de Coalición Canaria. La inyección de eólica a la red en la isla, según el plan insular de energía, sería de 241 megavatios en 2030. Cuando esa potencia eólica esté a tope, se espera que los motores de diésel generen 98 megavatios de potencia. Ahora mismo, en potencia eólica hay 28,6 megavatios en el sector público, hasta llegar a 262 megavatios de potencia por proyectos del sector privado.