El nacionalismo canario irrumpe en las elecciones contra los grandes partidos y el “maltrato de Madrid”
Las formaciones nacionalistas se presentan divididas en los próximos comicios como los defensores de las singularidades del archipiélago bajo la bandera identitaria
El sentimiento nacionalista en Canarias ya no es lo que era. Pierde fuelle, pero sus partidos cabalgan con fuerza en la carrera electoral. Divididos, aspiran a formar Gobierno tras los próximos comicios autonómicos. Eso sí, cada uno por su cuenta en asociación con otras fuerzas, salvo que los números se conjuren endiabladamente forzándolos a coincidir.
Coalición Canaria (CC) y Nueva Canarias (NC) son sus máximos exponentes. El primero exhibe mayores triunfos electorales y un poderío ejercido durante 30 años interrumpidos en esta legislatura que acaba. El segundo, con resultados más discretos, supo sacarles rédito y le tomó el relevo en importantes áreas de gobierno gracias a la coalición en la que participó.
Con 20 escaños de los 70 que conforman el Parlamento regional, a CC se le escapó en 2019 la continuidad en el Gobierno que ahora pretende retomar. NC con solo cinco se hizo imprescindible, una condición que quiere prolongar. Ambos, con recorrido y peso electoral distinto, tienen un gran denominador común: atribuirse, en una cuota superior a cualquier otro partido, la defensa de los intereses de Canarias.
Es su primera baza electoral y carne de eslogan de campaña. Las dos formaciones presumen de arrancar grandes acuerdos para las islas cuando el Ejecutivo de la nación ha necesitado de sus apoyos. También coinciden en un mismo discurso: el archipiélago, alejado del continente, debe mantener sus especificidades, no siempre respetadas por los gobiernos centrales.
Todo bajo una bandera identitaria que envuelve las “incomprensiones, indiferencias y olvidos de Madrid”. Estar vigilantes para que no se vulneren las peculiaridades canarias en cada acto administrativo o legislativo nacional forma parte del ADN de ambos partidos. Y hay más en común: partieron del mismo nacionalismo hasta que NC se escindió de CC y decidió iniciar su propio vuelo.
Realismo mágico en la política canaria: el arte de pactar
Las dos formaciones más representativas del nacionalismo canario comparten, además, el difícil arte de pactar. Y es que la política canaria tiene mucho de realismo mágico. Cuando el Gobierno de España se estrenó en esta legislatura con una coalición, el archipiélago ya le llevaba la delantera desde décadas atrás. Pactar es el verbo más conjugado en las islas —también en los niveles locales e insulares— y los nacionalistas dan fe con alianzas de toda clase en los distintos universos interiores que conforman Canarias.
No se entiende el nacionalismo de otra manera. Cada una de sus modalidades se ha distinguido por acudir a esos universos en busca de apoyos externos atendiendo a las familias de los territorios y tejiendo acuerdos que sumen a la causa. Son los reyes en ganarse cada apoyo preelectoral.
Una peculiaridad que podrían exportar al resto de España y que vuelven a ejecutar con precisión en esta precampaña, aunque no hasta el punto de posibilitar una unión entre ambas fuerzas, inimaginable hoy, para acudir juntos a la cita electoral. Enfrentamientos personales, discrepancias ideológicas, disparidad de criterio para elegir a los adecuados compañeros de viaje y divergencias en asuntos clave para las islas lo impiden.
Las diferencias entre ambos nacionalismos son de calado. Se arrastran desde el pasado. CC surgió en 1993 a partir de acuerdos entre una amalgama de partidos ideológicamente dispar que acabó rompiéndose una década más tarde. El cisma era cuestión de tiempo. La corriente de izquierda de esa mezcolanza al más puro estilo Frankenstein optó por plantarse y abrir nuevos caminos. Se creaba NC.
Además de las futuras alianzas y del volumen de votos que reciben, los territorios también marcan diferencias
Esta organización se define hoy de izquierda y progresista. También CC se define como progresista, aunque matiza que no es un partido de derechas ni de izquierdas, y marcar la doctrina es señalar también qué tipo de pactos están dispuestos a asumir tras el proceso electoral. Mirando al pasado, CC ha coaligado gobiernos con el PP y con el PSOE, y establece dos líneas rojas en los próximos comicios: ni con Vox ni con Podemos.
Por su parte, NC termina esta legislatura como la empezó: con el PSOE, Podemos y la Agrupación Socialista Gomera de Casimiro Curbelo. Su entendimiento con los populares es nulo, y, con CC, las distancias, lejos de acortarse, cada vez son más amplias en asuntos de trascendencia para el archipiélago.
Además de las futuras alianzas y del volumen de votos que reciben, los territorios también marcan diferencias. CC cuenta con una mayor implantación en el archipiélago, tiene su principal granero de votos en Tenerife y dispone de importantes apoyos en La Palma, Lanzarote y Fuerteventura.
Mientras, NC obtiene más respaldo en Gran Canaria, un bastión que le arrebató tras la ruptura de la unidad nacionalista, pero no suficiente como para convertirse en fuerza hegemónica. No obstante, con mucho pico y pala, va extendiendo su red hacia el resto de las islas.
La globalización rebaja el sentimiento nacionalista
Lo que está por ver en esta nueva convocatoria electoral es el impacto del sentimiento nacionalista de la sociedad isleña en el voto. Según el último sociobarómetro canario de noviembre del pasado año, el 64% de los entrevistados se siente canario y español por igual, el 25% más canario que español y el 4% afirma ser solo canario.
En cada oleada que realiza este sondeo, los resultados van menguando. En febrero de 2021, los que se consideraban más canarios que españoles llegaban al 32%. Los expertos fijan en la imparable globalización y en la masiva llegada de población foránea los motivos de la reducción.
Una gran mayoría cifrada en el 84,5% refrenda el progreso que ha logrado Canarias gracias al autogobierno
Los partidos nacionalistas no son ajenos a esta evolución. En el caso de NC, y sin abandonar sus principios nacionalistas, ponen en valor un nuevo término: el canarismo. Aseguran que han refundado el concepto tradicional para enmarcarse en el siglo XXI. En CC prima el pragmatismo. Su líder, Fernando Clavijo, afirma: “Todo lo que se ha conseguido se puede perder, aunque muchos crean que no puedan dar marcha atrás en los derechos conquistados”.
Con una fórmula o con otra, y a pesar de que ocho de cada 10 canarios desconfían de los partidos políticos, una gran mayoría cifrada en el 84,5% refrenda el progreso que ha logrado Canarias gracias al autogobierno.
El sentimiento nacionalista en Canarias ya no es lo que era. Pierde fuelle, pero sus partidos cabalgan con fuerza en la carrera electoral. Divididos, aspiran a formar Gobierno tras los próximos comicios autonómicos. Eso sí, cada uno por su cuenta en asociación con otras fuerzas, salvo que los números se conjuren endiabladamente forzándolos a coincidir.
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