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De piscifactoría puntera a vertedero ilegal: auge y caída de una granja marina en Galicia
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MEIRÁS (FERROL)

De piscifactoría puntera a vertedero ilegal: auge y caída de una granja marina en Galicia

Las huellas del 'boom' de la acuicultura en los años ochenta han dejado su herida en el litoral. Un buen ejemplo está en Meirás. Del premio Galicia a la innovación empresarial y ocho millones en fondos UE al canibalismo animal

Foto: Escombrera en las instalaciones de la vieja piscifactoría de Meirás. (Daniel Aleixandre)
Escombrera en las instalaciones de la vieja piscifactoría de Meirás. (Daniel Aleixandre)

Érase una vez un tramo privilegiado y salvaje de la costa norte de A Coruña, entre la ermita del Porto y el arenal de los Botes. Se planteó como una instalación puntera en la cría de rodaballo, besugo y mero a finales de los noventa, pero acabó en desastre como vertedero irregular en primera línea de playa. La piscifactoría del Porto fue una de las instalaciones que se pusieron de moda en el litoral gallego con el aval de la Xunta pese a las críticas por contaminación y vertidos de una forma de producir que no gustaba a las gentes del mar ni a los ambientalistas.

La planta de Meirás ocupó una parcela privilegiada (1.185 metros cuadrados) de la costa. Parte del suelo era privado, pero una pequeñísima parte, invadía terrenos de dominio público marítimo terrestre (DPMT) en una zona sobre las que pesan varias protecciones ambientales (LIC Costa Ártabra, Red Natura 2000, ZEPA... ). Durante un tiempo, el grupo empresarial Isidro de la Cal (GEIC) —luego Isidro 1952— tiró de marketing para promocionar su "granja de cultivos marinos" y fue coleccionando ayudas europeas y distinciones como el premio Galicia a la innovación empresarial de la Xunta en 2003.

En la piscifactoría de Meirás se desovaban medio millón de alevines de besugo, rodaballo, abadejo y mero. Contaban con zona de incubación, zona de cultivos auxiliares, criadero, nursery, zona de preengorde y tanques de engorde. La empresa —en la memoria ambiental remitida en 2010 al Gobierno autonómico para sus justificaciones— presumía de poder engordar 140 toneladas de rodaballo cada año. Una década después, los peces se comían los unos a los otros por falta de pienso, tal y como denunció el comité de empresa durante el ERE que acabó con más de 200 empleos arrastrando deudas e hipotecas millonarias —muy por encima del valor real de las instalaciones— y con el nulo interés de la competencia por reflotar la planta acuícola que ya era un pozo sin fondo.

La planta recibió 8,2 millones de fondos UE

De 2005 a 2020, la empresa recibió 8.291.420,49 millones de euros de fondos europeos y 5.583,79 euros de fondos propios de la Xunta. Dinero público que se fue por el desagüe cuando la firma —que tenía otra planta en Lorbé (Oleiros) y una nave para hacer sushi en las afueras de A Coruña—, entró en concurso de acreedores entre acusaciones de canibalismo animal por arte de sus antiguos trabajadores que acusaron a la dirección de dejar morir las crías por falta de planificación, personal y alimento.

En la planta de Meirás quedaron 16 empleados, aunque por poco tiempo. Todo se fue al garete poco antes de la pandemia sin ningún comprador a la vista que pujara por la planta, entera o troceada. La situación fue tan surrealista que la Xunta tuvo que retirar —con un procedimiento de emergencia y por la vía subsidiaria— las jaulas de cría que se soltaron y fueron arrastradas a la playa de Oleiros en plena época estival mientas las instalaciones de Valdoviño se reconvirtieron en una escombrera ilegal donde hallar desde viejos neumáticos a asientos de autobús, pasando por frigoríficos y escombro de obra ante la inacción del administrador concursal.

placeholder Granja marina de cría de rodaballos en Meirás en 2018. (Panorama Acuícola)
Granja marina de cría de rodaballos en Meirás en 2018. (Panorama Acuícola)

Hoy la situación es dantesca. La planta está desvalijada y todo lo que podía ser útil fue arrancado de cuajo: marcos, puertas, ventanas y el resto, corroído por el óxido. Queda el esqueleto rosado de un edificio fantasma en una isla de suciedad. Lo peor, denuncian desde la Asociación de Vecinos de Meirás, está en los pozos y canalizaciones abiertos en el suelo. Agujeros hasta cinco metros de profundidad excavados en la tierra donde se encastraron las balsas y la red de captación para coger agua del mar. Una suerte de campo de minas tramposo para cualquier caminante despistado que no conozca la zona. "El poco trabajo que dio el tiempo que duró esto no compensa el daño que hicieron", sentencia un vecino de la parroquia que acostumbra a pasear por la zona y a quejarse del despropósito con el que convive y del que nadie se responsabiliza con la empresa titular quebrada.

El Ayuntamiento, con el socialista Alberto González al frente, explicó a El Confidencial que está en conversaciones con el Estado, a través de la Demarcación de Costas, para tratar de restaurar ambientalmente el entorno toda vez que la zona —propiedad privada— se declare en estado de abandono. La Consellería do Mar tampoco está cómoda con el petate heredado en esta planta de acuicultura. Pese al disparate de que ya ni funciona ni va a hacerlo más, la firma —Luso Hispania de Acuicultura SL— tiene la concesión vigente y prorrogada hasta el 4 de diciembre de 2027, confirman desde el Ejecutivo autonómico.

Galicia, primera en acuicultura

Galicia encabeza todos los rankings de producción acuícola de España, de acuerdo al informe anual de Apromar (Asociación Empresarial de Acuicultura de España) en 2023. De bateas de mejillón a algas, pasando por el rodaballo y varias especies de moluscos en parques de cultivo, granjas de cría. En España operaban en 2021 5.182 establecimientos de acuicultura marina y continental, de acuerdo a los datos del Acuivisor el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Del total, Más de 4.800 están ubicadas en suelo o aguas gallegas, sobre todo en las rías de la provincia de Pontevedra con una producción anual de 223.257 toneladas, muy por delante de la segunda, que sería Andalucía (9.726 toneladas), de Cataluña (9.232 toneladas), Castilla y León (6.348 toneladas) o Murcia (6.193 toneladas).

La acuicultura supone para Galicia 182 millones anuales y 5.100 empleos, con cifras que también le sacan mucha ventaja a Andalucía (682) o Murcia (333). Produce el 95% de los peces planos (rodaballo y lenguado) de Europa y exporta el 65%, señala el Clúster de Acuicultura de Galicia.

placeholder Playa y laguna costera de A Frouxeira (Valdoviño). (Turismo de Galicia)
Playa y laguna costera de A Frouxeira (Valdoviño). (Turismo de Galicia)

La planta de rodaballlos de Meirás nunca estuvo exenta de riesgos ambientales. Para más inri, está muy próxima al humedal y laguna de A Frouxeira, una de las pocas lagunas costeras de la Península bajo la protección internacional del Convenio Ramsar por su singularidad. Una lengua de agua dulce que se abre al mar y se desborda abriendo un canal sobre la arena de la playa. Sin embargo, más allá de los vertidos al mar, la contaminación del suelo o los residuos de los que advertía la empresa en sus informes, lo que terminó por ensuciar más la costa fue el chapucero abandono de una planta pionera para acabar convertida en una escombrera irregular en un paraje único al borde del Atlántico.

Érase una vez un tramo privilegiado y salvaje de la costa norte de A Coruña, entre la ermita del Porto y el arenal de los Botes. Se planteó como una instalación puntera en la cría de rodaballo, besugo y mero a finales de los noventa, pero acabó en desastre como vertedero irregular en primera línea de playa. La piscifactoría del Porto fue una de las instalaciones que se pusieron de moda en el litoral gallego con el aval de la Xunta pese a las críticas por contaminación y vertidos de una forma de producir que no gustaba a las gentes del mar ni a los ambientalistas.

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